miércoles, 25 de marzo de 2020

A VUELTAS CON LA IGUALDAD EN LOS TIEMPOS DE LA CRISIS DEL COVID-19. RELATOS DE LA CUARENTENA GLOBAL (II)



La pandemia causada por el Covid-19 se proyecta paulatinamente a lo largo del mapamundi, y los efectos del contagio sobre la población hace que vengan a la memoria los versos de Jorge Manrique, …”y llegados son iguales / los que viven por sus manos/ y los ricos”, cuestión que los medios de comunicación destacan en sus noticias y en el aanecdotario qcon el que toos los días alimentan el flujo de información sobre el coronavirus. En estas crónicas de la cuarentena que hemos abierto en el blog, Guillermo Gianibelli aporta una nueva reflexión muy original al hilo de esta crisis sobre que desemboca en el contenido del valor de la igualdad y la acción política que la sostiene.

CRÓNICAS EN CUARENTENA (2)

Una de las consideraciones que se viene haciendo en estos días sobre la pandemia alude al carácter igualitario con que el virus se comporta. Las noticias entonces dan cuenta que el príncipe Carlos de Inglaterra, el marqués de Griñón, futbolistas de elite, ministros, a la par que tantas otras personas, han dado positivo al test, padecen o, incluso, han muerto por la enfermedad.

Sin embargo dicha circunstancia, que parecería no hacer distingo por pertenencia a clase social, cuna de nacimiento, países o regiones, encubre algunas cuestiones. Ello da motivo para indagar en los usos de la noción de igualdad, los efectos de la pandemia y las formas de respuesta en la emergencia. A la vez, situados en la radicalidad que la misma provoca, en términos de análisis y mirada prospectiva, utilizar dicha noción como instrumental para el tiempo después.

La categoría de igualdad, demás está decirlo, constituye una de las piezas estructurales de la filosofía política. Generalmente opacada por la de libertad, ambas tienen un largo recorrido. Bobbio graficaba que tanto respecto de la igualdad, por la que “todos somos iguales, pero unos más iguales que otros”, como con la libertad, en la sociedad “todos somos libres pero algunos lo son más”.

¿Cómo se relacionan estos términos con la situación actual?. En primer lugar, a las condiciones de igualdad con que el virus ataca deberíamos contraponer las condiciones de desigualdad con que el virus se ha transmitido y expandido. En efecto, si bien originado, según parece, en un mercado comunitario de una remota ciudad china, el vector de transmisión, vertiginoso, sólo ha podido ocurrir por una de las características del mundo global, una necesidad propia de éste y, a la vez, una cierta compulsión de determinados grupos sociales, al desplazamiento, particularmente por vía aérea (según datos de la OACI, del 2000 al 2018 la cantidad de pasajeros transportados casi se triplicó, de 1.6 mil millones a 4.2 mil millones anuales).

No obstante cierta masificación del transporte aéreo lo cierto es que, sobre todo a escala internacional, el uso habitual del mismo se corresponde con el de cierto sector social. ¿Qué relación entonces entre aquellos que  se suben a un avión regularmente y aquellos que, en condiciones de precariedad habitacional en cualquier zona desfavorecida del mundo, están “igualmente” expuestos al contagio?.

A ello habría que agregar que, por ejemplo, una de las regiones más castigadas, el norte de Italia, tiene en Milán un centro muy sofisticado de diseño y moda, y parece ser que allí, en una feria internacional reciente, se habría producido el mayor foco de contaminación venido desde China.

Si visto desde los agentes transmisores la cierta igualdad inicial se verifica falsa, veamos ahora desde los efectos. Se podría sostener que, como lo indican los afectados aludidos al comienzo de esta nota, la paridad es una de las características de la pandemia. Sin embargo, aún con un positivo del Covid-19, las consecuencias pueden medirse al menos en dos aspectos: uno, el de la atención sanitaria, no siendo idéntica la que puede recibir un enfermo de un país con servicios médicos universales y eficientes, aún con la relatividad que ello encierra en una pandemia; y dos, las condiciones de propagación por las exigencias para atender la continuidad de la vida y las posibilidades de un efectivo aislamiento.

Por lo tanto que algunos sean más libres determina que sean más causantes de la dispersión de la enfermedad, y que algunos sean más iguales ocasiona una diferente forma de atenderla.

Las nociones, entonces, de igualdad y libertad, como también es obvio, están cargadas de una fortísima politicidad. Volviendo a Bobbio, la esencia de la distinción entre izquierda y derecha es la diferente actitud que muestran frente a la idea de la igualdad. En dicho plano veamos una doble secuencia, las respuestas, económico y sociales, frente a la crisis, y el modo de pararnos de manera más general frente a las políticas públicas.

En diferentes países se están adoptando distintas medidas para paliar la concomitante crisis económica y social. En Estados Unidos, aunque su presidente relativiza constantemente la gravedad de la pandemia, se acaba de aprobar por el Senado una colosal intervención presupuestaria de casi 2 billones de dólares. En la eurozona se debaten medidas anticrisis y se reclama un nuevo Plan Marshall.

En Argentina, habiéndose dispuesto rápidamente medidas de aislamiento obligatorio con las consiguientes repercusiones económicas, el gobierno mantiene una intensísima actividad en respuestas diversas lo que incluye un motor de normatividad incesante (desde el comienzo de la crisis se han dictado más de 141 decretos, resoluciones, acordadas, etc.).

En la emergencia, aunque imprescindibles, buena parte de las respuestas se parecen a mecanismos más propios de la caridad, entendidos estos en una aportación única, frente a la necesidad imperiosa, y por eso mismo reveladora de las deficiencias de los sistemas públicos de seguridad social, de variable y reducida universalidad.

Dependiendo de los países, por caso el portentoso paquete norteamericano, que supera al aportado durante la crisis de 2008, empalidece frente a los efectos que se anuncian - desempleo en orden al 20% - y un subsidio de desempleo que se propone de no más de cuatro meses. A la vez desnuda los déficits estructurales del mercado de trabajo y su relación con la protección social, al incluir, por ésta vez y en razón de la crisis, a los trabajadores de Uber, por ejemplo, quienes ahora descubrirán que lo son y que están tan expuestos como el que más a las contingencias sociales más diversas.

Por lo demás las distintas ayudas a las empresas no parecen estar condicionadas a obligaciones mínimas respecto de sus trabajadores, como el asegurar el mantenimiento del empleo. El holding aerocomercial LATAM, por caso, cuando recién se iniciaba el proceso de evaluación del acontecimiento, se apresuró a comunicar a todos sus empleados  - más de 43.000 - una reducción salarial del 50% no reembolsable por tres meses, por ahora.

Estos tiempos confusos no deberían por tanto dejar de ver que es preciso reexaminar no sólo las decisiones coyunturales sino también las estructurales. Volviendo a las referencias a la igualdad, desde el prisma de la justicia social, como ha explicado Francois Dubet, ésta puede ser encaminada desde dos concepciones: la llamada igualdad de oportunidades, o la igualdad de posiciones. La primera, mayoritariamente asumida hoy en día, consiste en ofrecer a todos la posibilidad de ocupar mejores posiciones en función de un principio meritocrático siendo, a lo sumo, las decisiones públicas en este caso medidas para levantar barreras de acceso o de no discriminación. La igualdad de posiciones, en cambio, parte de una idea de redistribución social real, en la que la igualdad de ingresos, de las condiciones de vida, del acceso a los servicios, es efectiva en términos igualitarios por cuanto las posiciones están, en la estructura social, menos dispares y más cercanas.

Ello implica, por cierto, la gran discusión sobre la distribución de la riqueza, del ingreso y de los recursos sociales en su conjunto. Todos los datos de las últimas décadas son contestes en que dicha distribución es cada vez más desigual.

Por lo tanto, sea por la emergencia, sea por la discusión de un nuevo modelo de organización social, las condiciones imperantes son propicias, aún en la aflicción actual para, como diría Antonio Baylos, repolitizar las discusiones sobre la igualdad.

Y a pesar del renacer de las fronteras, dicha rediscusión sobre un nuevo contrato social de ciudadanía no puede ser menos que global. Un constitucionalismo mundial que considere a la humanidad como punto de referencia  (Ferrajoli).




Guillermo Gianibelli. 25 de marzo.



1 comentario:

Unknown dijo...

Tiene razón Guillermo. Y esto se refleja en las respuestas de los gobiernos de derecha como Trump y Bolsonaro que dan prioridad a la economía de mercado y los mas corridos a la izquierda como Alberto Fernández que dan prioridad a los derechos fundamentales de las personas