En la tarde de ayer, domingo 17 de septiembre, falleció a
los 63 años de edad Javier Martínez
Lázaro, Tito para todos sus
(numerosos) amigos. Fue líder estudiantil, abogado laboralista de la rama del
metal de CC.OO., magistrado en juzgados de vigilancia, social y penal, miembro
del Consejo General del Poder Judicial y del primer patronato de la Fundación
Abogados de Atocha. Era magistrado de la Audiencia Nacional, y su compañero y
amigo Ramón Sáez le ha hecho una
semblanza completa publicada en el blog de noticias jurídicas Confilegal en la que
demuestra el dolor por la pérdida que reproducimos a continuación.
Javier Martínez Lázaro, mi compañero “Tito”, era una persona de
convicciones. Durante su larga enfermedad ha sido, además, un ejemplo porque
transmitía esperanza a todos los que le rodeábamos. Fue un mensajero de la
esperanza en un mundo mejor.
“Tito” y yo nos conocíamos desde hacía 40 años. Durante los 9 años últimos,
desde 2008, cuando terminó su mandato como vocal del Consejo General del Poder
Judicial, fue mi gran compañero y “mi vecino”; nuestros despachos estaban
puerta con puerta en los edificios de la Audiencia Nacional que compartimos, en
el marco de la Sala de lo Penal, a la que ambos pertenecíamos.
Uno de los rasgos personales que emergen de la existencia vital de “Tito”
es que era un líder. Por su capacidad de iniciativa, de movilización. Lo
demostró entre 1972 y 1973, en la Universidad Autónoma, donde estudiaba
derecho, luchando por la democracia.
Era una persona, además, que le gustaba la claridad en todo. Fue periodista
profesional. Trabajó en el diario Informaciones. También se licenció en
Derecho. Se hizo abogado laboralista, trabajando para Comisiones Obreras, codo
con codo con nuestra amiga común, Manuela
Carmena.
En 1995 aprobó la oposición y se convirtió en juez. Pasó por San Bartolomé
de Tirajana, en Gran Canaria, Aranjuez, Barcelona, donde llevó vigilancia
penienciaria. Luego pasó por un Juzgado de lo Social. Después pasó a formar
parte de la Sección 17 de lo Penal de la Audiencia Nacional, que presidía Jesús Fernández Entralgo. Entre 2001 y
2008 fue vocal del Consejo General del Poder Judicial.
“Tito” Martínez Lázaro fue un personaje muy importante en el movimiento
asociativo judicial; en Jueces para la Democracia. Era un hombre que tendía
puentes, que sabía dialogar. Se convirtió en el punto convergente entre la
generación de Manuela Carmena y la de
Perfecto Andrés Ibáñez y las nuevas generaciones, que venían pidiendo paso.
Siempre trató de sumar, de aunar posiciones. Porque era consciente de que
el proyecto por el que todos luchabamos era un proyecto colectivo, un proyecto
de cambio, de mejora, de transformación de la Justicia.
“Tito” no era una persona sectaria. Todo lo contrario. Siempre estaba
abierto a la negociación. Una característica que aprendió como abogado del
sindicato.
Sus resoluciones destacaban por una prosa clara y limpia, herencia de su
paso por el periodismo. Él creía firmemente que la Justicia era un servicio público.
En su paso por el Consejo se afanó por reformar las cosas. Y dejó una
huella clara. Como la dejó también en la Audiencia Nacional. No se calló cuando
vio injusticias. Defendió a Baltasar
Garzón públicamente cuando el Tribunal Supremo lo inhabilitó. (Ver el artículo en El Pais Garzón suspendido y en el banquillo)
En él no tenía cabida el silencio
cómplice.
Siempre dejó escuchar su voz, no importa que fuera minoría.
Viví toda su enfermedad. Compartí sus últimas semanas y fui testigo de su
deterioro, que me rompió el corazón. Dicen que nadie muere de verdad mientras
los que le quieren le tengan en su pensamiento y en su recuerdo. “Tito”
Martínez Lázaro, mi amigo “Tito”, vivirá conmigo mientras yo tenga vida.
Ramón Saéz Valcárcel.
1 comentario:
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