jueves, 25 de julio de 2019

NO HAY ACUERDO PERO TENDRÁ QUE HABERLO…EN SEPTIEMBRE



Permítame la audiencia del blog que me exprese preferentemente en primera persona, porque la ocasión lo merece. No pude ver por televisión el debate final de la investidura que ha tenido lugar hoy, 25 de julio. No he podido ni he querido, puesto que estaba cantado que no habría acuerdo entre el PSOE y Unidas Podemos, un acuerdo de gobierno de progreso que es lo que la mayoría de los votantes de abril de este año han decidido y al que las dos fuerzas en presencia se han negado obstinadamente hasta el momento. No hay amiga ni amigo que conozca que no esté enfadado y decepcionado, y eso es muy sintomático.

Posiblemente por edad y por ser madrileño, tengo una debilidad por Joaquín Sabina. Así que comprenderán que no voy a enrolarme en la cofradía del Santo Reproche como síntesis de lo que llevamos padecido en estos largos días de julio. Tengo claro que el PSOE ha demostrado con creces no querer a su socio preferente en el gobierno, que ha humillado a esa formación de una cantidad inmensa de formas imaginables, que ha utilizado trucos de tahúr de barrio para construir y ganar el relato de la corrección de su comportamiento frente a la opinión pública y que está convencido que unas nuevas elecciones permitirían desembarazarse de un rival extremadamente molesto y antipático gracias al dominio del relato y la concurrencia de Errejón como izquierda posible y preferible que desangre el contingente podemita en las ciudades donde es fuerte. Por las redes sociales he percibido que esa desgana y reticencia socialista ha generado una potente corriente de reivindicación de integridad y de dignidad que hace a mucha de la militancia de Unidas Podemos sentirse orgullosos de no poder llegar a ningún acuerdo con la fuerza política que les ha tratado con tanta falta de respeto. Se ven como víctimas de un sistema político y económico que trabaja para expulsarles siempre de cualquier centro de poder, y entienden que en esa exclusión radica su fuerza y su capacidad de decir al resto de la ciudadanía las verdades que otros ocultan, manipulan o distorsionan. Lo que conduce a crear un amplio clima de rechazo ante el acuerdo político al que se opone la dignidad moral del grupo.

Cuando uno quiere construir un acuerdo en fuertes condiciones asimétricas, es conveniente primero saber si con el acuerdo se gana más que sin él. Y en ese sentido es oportuno calibrar quien es el adversario principal y si el acuerdo puede anular su acción o por lo menos obstaculizarla o retrasarla. En este caso no creo que haya duda en que el adversario principal lo constituye la Trinidad de las derechas, tres personas distintas pero un solo logos que las define, la bestia neoliberal y el neoautoritarismo político. Acordar con un contrincante que también se siente amenazado con el adversario es por tanto preferible a no llegar a un pacto con él que permita una cierta defensa compartida frente a lo que se viene. El segundo requisito del acuerdo es fijar un programa común. Es decir, establecer, a ser posible de manera clara y lo más precisa posible, cuáles son los objetivos que se quieren alcanzar con el pacto y, lo que es también fundamental, el tiempo en el que éstos se van a poner en marcha, distinguiendo entre los objetivos inmediatos y los de medio plazo. El tercero es fijar las condiciones de eficacia de ese acuerdo, es decir, las instituciones que van a administrarlo y las consecuencias del incumplimiento del mismo. Por último, se alcanza el acuerdo en el punto en el que se piensa que se ha obtenido por ambas partes un cierto equilibrio de ventajas para ambas partes, ventajas que se tienen que medir en razón de la posición asimétrica de las partes, de donde partían y adonde han llegado.

Estas instrucciones parecen fáciles de seguir, pero en la realidad son ciertamente complicadas. Lo que hasta el momento un observador puede deducir es que en la negociación entre PSOE y UP ha habido un movimiento que iba de la primera propuesta de adhesión pura y simple a un gobierno monocolor socialista, en la tradición española de no compartir el poder ejecutivo, a una aceptación primero semántica de la “colaboración” y finalmente la aceptación de un gobierno compartido entre las dos fuerzas políticas, aunque obteniendo la renuncia del secretario general de Podemos como contraprestación a la coalición de gobierno. La oferta por el momento final, aunque confusa puesto que no se precisa de manera clara, incluye una Vicepresidencia “social” y tres ministerios, que en una y otra oferta difieren fuertemente y se discute sobre el alcance real de las competencias en juego. Es decir, que en esta negociación, ha habido ya un progreso evidente de las posiciones iniciales de UP, que sin embargo no han sido satisfechas en su concreción por el PSOE al entender que eran excesivas y que construían un gobierno dentro del gobierno de la nación, algo así como una labor fraccional, para que nos entendamos los que procedemos de otra cultura política. El obtener esos ministerios y la Vicepresidencia permitiría a UP tener una visibilidad mediática excepcional ante la opinión pública y desarrollar desde la Administración del Estado un proyecto posible de organización de áreas importantes para la ciudadanía social. Pero UP entiende que el espacio al que se le relega es marginal dentro de la acción general del gobierno y que han hecho suficientes sacrificios y comprometido su lealtad para con el proyecto de coalición para obtener una posición subalterna.

Dejando de lado un hecho tan relevante como la falta de tiempo y la inexistencia de un debate entre equipos de ambas formaciones políticas frente a frente, ante todos nosotros lo que ha aparecido es una fuerte tensión por las áreas de poder en el ejecutivo, pero que para la cultura popular se traduce en una “pelea por sillones” que no tiene fin, en la que además las dos fuerzas de izquierda se ponen de chupa dómine en los debates, “cobrando por no hacer nada” y “dando el espectáculo”. En una opinión pública terriblemente despolitizada y manipulada, este “espectáculo” repercutirá sin duda en el comportamiento electoral posible de noviembre. Y todos lo saben, aunque hagan semblanza de no conocerlo. La trinidad derechista afila sus dientes, consciente que sus resultados siempre serán mejores y más determinantes en noviembre que los que obtuvieron en abril. El acuerdo entre PSOE y UP debería ser por tanto un muro frente a esas posiciones que están llegando a acuerdos sin problemas en Andalucía, en Murcia y en Madrid, con programas de actuación extremadamente reaccionarios y antipopulares.

Es imprescindible por tanto que ambas formaciones políticas no den por rotas las negociaciones. En el terreno laboral, que es el que conozco, la ruptura del proceso de negociación mediante la convocatoria de una huelga busca fundamentalmente continuar el proceso desde otras posiciones de fuerza que las que se tenía antes de romper. PSOE y UP deben por tanto recuperar tras el verano – convengamos en que tienen que reposar y descansar tras estos rounds frenéticos – el curso de los encuentros y renegociar con vistas a llegar a un acuerdo. Si es posible una sugerencia, posiblemente será muy útil comenzar por un programa de cuestiones sobre las que puede haber acuerdo, insistiendo en el momento temporal que se quieren llevar a cabo. Es decir, una agenda de temas concordados, sin perjuicio de posteriormente discutir sobre las áreas de la Administración que se pueden compartir. En ese proyecto programático, recuperar las medidas de urgencia para revertir los aspectos más negativos de la reforma laboral es indispensable. Era el acuerdo que se logró para los presupuestos y es un tema que moviliza de forma clara a sindicatos y el conjunto de los trabajadores de este país. Y es un tema del que se ha hablado sorprendentemente poco en el debate de investidura.

En la película “El Viaje” (The Journey), que dirigió Nick Hamm en el 2016, se narra la relación que ligó al reverendo Ian Paisley, líder de los protestantes unionistas, con Martin McGuinness, el número 2 del Sinn Fein independentista, en el curso de las negociaciones de paz en Irlanda del Norte. Ante el cierre del aeropuerto de Glasgow por una fuerte tormenta, Ian Paisley tiene que ir a Edimburgo para coger un avión que le lleve a Belfast a celebrar un acontecimiento familiar importante. Es entonces cuando McGuiness interviene y convence a Gerry Adams y Tony Blair para acompañarle con el fin de ver si en ese trayecto consigue alcanzar un acuerdo que ponga fin al conflicto. El film describe esas horas juntos y la construcción de una relación de confianza entre ambos personajes, a través de una dura confrontación desde posiciones terriblemente enfrentadas, con muertos, heridas y torturas por medio. El resultado a partir de ese viaje un tratado de paz y la formación de un gobierno en el Ulster que presidía Paisley con McGuiness como vicepresidente, una extraña pareja que se llevaron muy bien, al punto de ser conocidos como The chuckle brothers, un dúo de actores para un programa infantil de los años 70 en Inglaterra.

Esta referencia cinéfila, al margen de un homenaje subyacente a nuestro gran orientador Juan López Gandía, sirve simplemente para proponer a los dos líderes de ambas formaciones que no solo rebajen el tono de sus visiones críticas respecto del otro, sino que por un momento intenten dejar de lado clisés y estereotipos del otro, intentando una cierta empatía entre ambos, porque esta es siempre la base de los procesos que pueden llevar a un acuerdo entre “socios preferentes”. Confianza y una mirada comprensiva del otro, como en el film reseñado permitió romper una relación de hostilidad absoluta entre dos grandes adversarios políticos que se consideraban enemigos irreconciliables. ¿Es más fácil llegar a acuerdos con el antagonista radical que con quien se encuentra en posiciones políticas más cercanas a las nuestras? Seguro que no.

Finalmente, un poco de responsabilidad por ambas partes sería importante. Que miraran fuera de esta relación tormentosa que se da en el intercambio político. Que escuchen a los sujetos más interesados en obtener un momento histórico de cambio social y político, los sindicatos, que insisten en la necesidad perentoria de llegar a un acuerdo de gobierno entre PSOE y Unidas Podemos. No puede seguirse articulando el debate sobre quién obtiene tal o cual Ministerio, sino sobre lo que se quiere hacer desde estos órganos de la Administración. Tenemos que conocer cuál es el programa común de la izquierda, cuáles son los tiempos que se piensan para llevar a cabo las medidas más urgentes e imprescindibles, entre las cuales desde luego se hallan las relativas a la reversibilidad de la reforma laboral. La izquierda no puede ascender los trece escalones que llevan al patíbulo y autodestruirse sobre la base de tantos desencuentros y desconfianzas. Hay que crear de aquí a septiembre otro talante y otra forma de negociar. Hoy no se ha logrado un acuerdo de investidura, pero en septiembre tiene que haberlo. Sin excusas por ningún lado.




8 comentarios:

Anónimo dijo...

Antonio, me parece una magnífica reflexión sobre el desastre de estos últimos acontecimientos políticos. Estoy plenamente de acuerdo contigo en que es imprescindible hacer público el proyecto de acuerdo político, para que no parezca una cuestión de egos o de sillones. Cruzaremos los dedos para que reflexionen en este próximo mes.
Besos y buen verano.
Charo G.

Anónimo dijo...

Ay, el programa común de la izquierda! No existe y es difícil que exista: demasiadas divergencias. En reforma laboral, en ley mordaza, en Catalunya, en impuestos al capital especulativo, etc. Cierto que hay convergencias, sobre cuestiones importantes, pero parece que se ha dado más importancia al dedo que señala que a la luna señalada.
Sería bueno que alguien, entre tus muchos lectores, alguien, digo, de los importantes, tomara nota de una indicación: lo primero, en el orden lógico y en el cronológico "son los objetivos que se quieren alcanzar con el pacto y, lo que es también fundamental, el tiempo en el que éstos se van a poner en marcha, distinguiendo entre los objetivos inmediatos y los de medio plazo". No objetivos escritos con letras de oro en el horizonte, sino objetivos a lograr con "este" pacto. Y tempo. Porque es básico saber que la consecución de objetivos exige plazos. Será posibilismo, pero el fundamentalismo (que legitima a los contendientes por sus principios -dogmas- y no por sus programas -ejecutables-) es incompatible con el pacto, que es reconocimiento de la legitimidad de los principios del otro, lo que implica que los propios deben ser mirados con la humildad que debemos aplicar a todo lo humano. Y si la cuestión no debe plantearse en el plano de la legitimidad, planteemosla en el de la posibilidad (táctica política): el resultado será el mismo.
Me parece una putada que la mayoría minoritaria parlamentaria que ha actuado con las limitaciones de lo perentorio no pueda trabajar más sistemática y profundamente a largo plazo. Pero es cierto que, ahora, no lo han hecho bien. Vaya, que lo han hecho con el culo. Celebro tu optimismo sobre la realidad de un acuerdo en septiembre. Aunque si algo es posible en septiembre, tendrán que explicar muy bien porqué no lo ha sido en julio.
Abrazos
JT

Flavio Benites dijo...

Excelente análisis, querido Antonio. El texto me ha ayudado mucho a que, desde fuera, pueda entender un poco mejor lo que ha ocurrido. El camino que nos queda por delante será muy difícil. Un acuerdo de gobierno entre PSOE y UP no solamente impide la probable catástrofe electoral de noviembre, sino que tendría una importante resonancia en Europa a las puertas del Brexit. Sin olvidar sus consecuencias positivas en países como Argentina y Brasil. Espero que tu previsión se haga realidad hasta septiembre.
Flavio Benites

Juan López Gandía dijo...

Si al final,y a pesar de las concesiones hechas por Iglesias en su tour de force ante el ultimátum de Sánchez se ha producido la ruptura ha sido porque Ferraz (y lo que está detrás) buscaban la rendición incondicional de Unidas Podemos, su voladura controlada.No es una cuestión de desprecio o no de la contraoferta de Pedro Sánchez y de los ministerios ofrecidos.. La razón de Estado y el sistema socioeconómico español y europeo impiden un verdadero gobierno de izquierda salvo que se diseñe "low cost made in Spain". No estamos en Portugal, España pesa más a nivel simbólico y de intereses que nuestros vecinos.
La necesidad de institucionalización o normalización de Podemos en el sistema democrático y en el gobierno mediante un gobierno de coalición choca con el objetivo del PSOE y del régimen del 78 de su rendición incondicional y que no venga a cuestionar las políticas europeas neoliberales.Hasta las acepta Vox en este nuevo tipo de fascismo de corte neoliberal en lo económico. Ya se vio venir en la forma en que se llevó a cabo la moción de censura de hace un año y cómo se ha gobernado desde entonces .Y así es muy dificil coincidir y llegar a un acuerdo. Salvo que Podemos acepte esto, como lo hace Errejón: que renuncie a las reformas que hay que llevar a cabo en los cuatro ámbitos de programa a negociar que Podemos ha planteado (trabajo, fiscalidad, transición energética, alquileres y vivienda e igualdad) y se limite a impedir la regresión democrática, o sea, más que ir a una nueva transición hacia el futuro,volver al pasado, a los clásicos y difusos términos izquierda/derecha de manera que su papel no vaya más allá, esto es, que sea solo un gobierno "progresista" en el marco de las libertades públicas, pero no en el económico y social, si se trata de adoptar medidas de cierto alcance.Me gustaría creer que junto con la presión sindical se pueda llevar a cabo una negociación en este terreno, pero no soy muy optimista.Como decía la canción "melancolía...en septiembre", es lo que nos espera probablemente.
Pd.- Antonio, excelente cita cinematográfica..
JLG

Anónimo dijo...

Crear empetía, claro, es más o menos lo mismo que negociar sobre una base de confianza mutua y lealtad. Eso sirve en cualquier negociación y pacto,también privado, pero debería serlo mucho más en negociaciones políticas cuyos resultados afectan, no solo y no de manera principal a quienes negocian, sino al conjunto de la ciudadanía. La falta de confianza del PSOE frente a Podemos ha sido aireada por determinados medios de comunicación. Parece que lo habitos de las mayorías absolutas no han desaparecido. Uno tiene la sospecha que las presiones de los grandes poderes facticos se han dejado notar. La crueldad para acabar con la experiencia griega de Syriza está muy reciente como para que se nos repita NO HAY ALTERNATIVA fuera de los estrechos margenes que desde el FMI, el BCE y la Comisión Europea hemos establecido. Pero también es verdad que la gran mayoría de los votantes del PSOE, y más los de UP,no comparte esas tesis. Es entonces una cuestión de democracia. Entonces los objetivos y los plazos son determinantes. En fiscalidad, contrareforma laboral, alquileres, ley mordaza, ¿se puede llegar a pactos en sintonía con la mayoría social que votó en Abril? Debería ser posiblealgúnpacto,aunque fuera de mínimos. Si los negociadores mirasen a lo que dicen los sindicatos y al astío que la falta de pactos provoca en los votantes de izquierda (mayoría en abril)tal vez mejoraría el ambiente de confianza. JAT

Joaquin Painceira dijo...

Ojalá el exhorto surta su efecto, querido Antonio, pero no será fácil.
A mi juicio el Psoe ha abandonado del todo un programa reformista que pueda incomodar a las élites económicas. Su sesgo de izquierdas quizá se concentra en la identidad y la diversidad, pero desparece en lo económico donde cumple el papel de embaucador de centenares de miles de votantes bien intencionados y temerosos de la derecha.
No creo equivocarme al considerar que el proceso de investidura ha sido todo él una pantomima dirigida a causar un daño enorme a Podemos y especialmente a Pablo Iglesias y crear las condiciones para justificar desoír el grito de la militancia de ¡con Rivera no! En realidad la investidura fallida la provoca Ciudadanos al salirse del comportamiento esperado que era ejercer de facilitador de gobiernos de orden, siempre excluyentes de Podemos.
Las condiciones en las que se ha negociado el programa de gobierno son lamentables (porque es radicalmente falso que UP hubiera planteado esto en términos de sillones, hasta donde yo sé siempre habló de competencias claves para una política transformadora que era hartamente improbable que el psoe llevara a cabo). Las propuestas socialistas llegaron siempre a media noche, como el expreso, y obligaban a pronunciarse en tiempo récord. Pasó en primer debate y volvió a suceder en el segundo, en el que, apenas unas horas antes, devolvieron un documento incomprensible repleto de tachaduras.
Pero, fuera de las formas, descendamos a los intentos de acordar programa. Por extraño que resulte fue imposible concretar el evanescente compromiso (“analizar la conveniencia de aprobar modificar”) de revertir los aspectos más lesivos de la reforma laboral. Los compromisos se situaron en ocasiones por debajo del acuerdo de presupuestos o de lo acordado son los sindicatos. El 84.2 ET despareció de un plumazo, la ultraactividad enmascarada en una confusa apelación a la caducidad del convenio. Si hablamos de la reforma del despido la conclusión es desoladora.
Y permitidme la digresión: no es precisamente radical la propuesta de revisar los aspectos más lesivos de la reforma laboral, que prácticamente se ha hecho coincidir con los contenidos relacionados con la negociación colectiva sin incorporar al debate otros aspectos determinantes y dañinos de esa reforma, piénsese, sin ir más lejos, en los salarios de tramitación, las indemnizaciones vinculadas al despido injustificado o la levedad de las causas técnicas, organizativas y de producción.
Una vez más la reforma laboral sólo se deroga en la campaña electoral y el psoe, ya investido del favor ciudadano -insuficiente en todo caso- se sitúa como un valedor inquebrantable del pacto neoliberal. No olvidemos su actuación en el bochornoso reparto de cargos en la UE o su propuesta para el FMI.
Cuesta en estas condiciones seguir hablando de un bloque de izquierdas y, me es imposible no señalarlo, no es justo repartir responsabilidades como si todo se debiera a una primitiva lucha de egos o cargos. El psoe es una frontera con concertinas para la transformación social y ejerce de vigilante amable del status quo.
Hay muchos errores en UP, tantos que no hay espacio para enumerarlos, pero en este proceso ha encajado una y otra vez la humillación con entereza, apartando los egos y buscando propiciar un cambio social y no ser una mera comparsa en un gobierno sin intención de alterar los equilibrios.
Ya sé que está narrativa está condenada a la derrota, pero no puedo evitar practicarla como desahogo íntimo, destinada a no salir de vuestros correos o a acabar, con buen criterio, en la papelera.
Quizá entenderéis mejor este tono de “saudade” si os digo que escribo desde Portugal, donde las cosas son ligeramente diferentes.
Un abrazo bien grande

hermann dijo...

Los grandes poderes facticos que gobiernan Espana condicionan al fracasp cualquier coalicion de gobierno que sea conformada por un partido politico que denigre de la monarquia (asi sea solo en el discurso), por lo que un posible pacto de gobierno en Septiembre esta destinado a ese veto invisible pero real.

Juan López Gandía dijo...

Con los datos de hoy del CIS la cosa puede cambiar. Primer escenario:el plan Sánchez/Redondo habría dado resultado, nuevas elecciones, el PSOE gobierna con mayoria absoluta- si no llega pactará con Revilla y algún otro- y la verdadera izquierda a su lugar natural sempiterno, a la oposición y a la movilización.No hace falta el tripartito de derechas, si tenemos al Macron español.. ¿Si el PSOE se cree esos datos para qué intentaria pactar ahora con Unidas Podemos ? Si acaso para dividir y desgastar aun más a la izquierda y culminar el plan ya trazado después del 25 de abril..¡Y nosotros aquí dale que te pego, disgustados porque no hay pacto, y asustados por si gobierna VOX¡ Segundo escenario: el CIS ha manipulado los datos o ha hecho un trabajo de nouvelle cuisine- cuesta creer que la derecha sumando las tres llegue solo al 28% si lo comparamos con los datos de abril-, y ya no son solo los poderes mediáticos o institucionales o privados los que están jugando y presionando sino también un organismo del Estado que se supone "neutral", pero que no responde ante nadie..En tal caso todos con el miedo en el cuerpo a apoyar al PSOE por si acaso, pactando un programa que sabemos que no va a cumplir, o sea un voto gratis, disfrazado de negociación, o negociación simulada, para que luego no nos culpabilicen, si la derecha gana las elecciones y parece el fin del mundo cuando hace un año estaba gobernando el PP gracias a la abstención del PSOE y hace tres el PSOE habia pactado con la otra derecha, Ciudadanos aceptando el 70% de su programa...Y tiramos p´alante a ver si algún día la correlación de fuerzas es favorable. Hasta la próxima caricatura......