Hace
prácticamente cuatro años, en octubre de 2019, comenzó el estallido social en
Chile que dio origen a un cambio constituyente en el país que, superando la
feroz represión de las manifestaciones, condujo a unas elecciones
presidenciales que ganaron las fuerzas de izquierda en torno al presidente Boric
que derrotó a un candidato de extrema derecha con conexiones directas con
la dictadura, Kast. En este blog se dio cuenta de este tránsito a través
de la importante movilización popular que lo sostuvo, y, junto a una
contribución importante de la profesora de Derecho Laboral de la Universidad de
Valparaiso, Daniela Marzi, que criticaba la represión alentada desde el
poder político ( y que se puede releer
en este enlace https://baylos.blogspot.com/2019/10/chile-el-fin-de-la-democracia-que.html) , se publicaron dos manifiestos , uno de la central
sindical unitaria de trabajadores, la CUT y otro de las universidades públicas
de Chile, ambos bajo el título “Chile insurrecta y ocupada militarmente”. Esta
última entrada, que se puede consultar aquí https://baylos.blogspot.com/2019/10/chile-insurrecta-y-ocupada-militarmente.html, es la que más visitas ha recabado de los usuarios y
usuarias del blog, y ha llegado a las 30.700 consultas.
En esa época, Chile se ganó la atención
mediática mundial y por supuesto durante toda la etapa posterior al estallido –
antes del Covid -, un seguimiento casi continuo en la prensa española al compás
del plebiscito para abrir un período constituyente que suprimiera la
Constitución de Pinochet de 1980, lo que se materializó el domingo 25 de
octubre de 2020 (de nuevo en este blog con un comentario de Daniela Marzi, https://baylos.blogspot.com/2020/10/chile-desperto-el-plebiscito-como.html)
y se acentuó con ocasión de la contienda
electoral referida que encumbró al joven presidente Gabriel Boric en la
segunda vuelta efectuada en diciembre de 2021 con el mayor
número de votos recibidos por un candidato presidencial en la historia del
país, 4,6 millones de personas, y que en este blog se alentó a través de la
publicación del manifiesto de la combativa Asociación Gremial de Abogados
Laboralistas (AGAL) que pedía el voto para este candidato ( https://baylos.blogspot.com/2021/12/elecciones-presidenciales-en-chile-para.html)
.
El tema entonces se desplazaría a
la redacción de la Constitución, en cuya preparación hubo una serie de
iniciativas y documentos que proponían una verdadera constitución social o
laboral como forma de profundizar y preservar la democracia, entre las cuales
sobresalía la que provenía del llamado “Consejo Asesor para la elaboración de
Propuestas Constitucionales del Mundo Sindical”, iniciativa de la CUT en
conjunto con la Fundación Instituto de Estudios Laborales (FIEL), cuya
presidencia asumió el ex director general de la OIT, Juan Somavía, y
cuyas conclusiones se presentaron en julio de 2021. El proyecto final, que se
presentó el 4 de julio de 2022, se presentó a la aprobación por el conjunto del
pueblo chileno en plebiscito del 4 de septiembre. De nuevo en este blog el
contenido laboral del proyecto de Constitución se dio a conocer de manera
favorable en la entrada de 17 de julio de ese año (https://baylos.blogspot.com/2022/07/los-derechos-laborales-en-la.html).
Hasta aquí el momento ascendente
de la democracia chilena, pero el éxito arrollador de la opción de “rechazo”
del texto constitucional (casi un 62% de los votos) que había promovido el
bloque de derecha y extrema derecha (UDI, Republicanos) fue un golpe político
muy duro al proyecto de refundación democrática que había surgido del estallido
de octubre de 2019. A partir de ese momento, además de incrementarse el asedio
mediático sobre el gobierno y el presidente, comenzó una estrategia de desgaste
continuo frente a la acción de éste. La necesidad de negociar una nueva
constitución fuera del proceso constituyente, a través del pacto
pluripartidista, ha desembocado en una situación muy complicada y de salida
difícil ante las exigencias y desplantes de los partidos de la derecha y de la
extrema derecha. El nuevo “proceso constitucional” inicia con una declaración
consensuada sobre los principios a que se debe ajustar el nuevo texto, un
dictamen de una comisión de expertos formada a instancias partidarias y su
revisión por un Consejo constitucional, el órgano encargado de discutir y
aprobar una propuesta de texto de una nueva Constitución, de base electiva, que
el 7 de mayo de este año reflejó un cambio muy importante en las orientaciones
del electorado, puesto que la formación de ultraderecha consiguió el 35% de los
votos en las elecciones a los consejeros constitucionales, mientras que Unidad
por Chile, la candidatura oficialista del presidente Gabriel Boric, quedaba
en segundo lugar con el 29% de los votos.
El problema que se plantea ahora
es si este texto, sensiblemente diferente al que se propuso en septiembre de
2022, va a ser aprobado o rechazado en un nuevo referéndum de diciembre de este
año. El rechazo supondría la continuidad de la vigencia de la vieja
constitución pinochetista, pero la aprobación defrauda de manera considerable
las expectativas de cambio producidas en el ciclo del cambio político a partir
del estallido de octubre de 2019. Una situación que admite valoraciones muy
diversas en cuanto a la decisión que se debe adoptar y ante la cual la posición
que adopten las fuerzas que apoyan la presidencia y el gobierno actual repercutirán
en la conformación de la opinión pública sobre la eficacia del impulso
reformista que caracteriza a esta presidencia.
Este año además se cumplen
cincuenta desde el sanguinario golpe civil y militar que acabó con el
experimento democrático protagonizado por Allende y la Unidad Popular y
que inauguró una larga estación de terror materializada en detenciones,
secuestros, torturas, asesinatos y desapariciones de las víctimas. El momento
simbólico es muy importante para reivindicar la memoria democrática, y en Chile
en esta semana se desarrollan cientos de actos – manifestaciones,
presentaciones de libros, charlas – que rememoran esa fractura terrible del
devenir del sistema político chileno. Se han reunido todas las personas que han
ostentado la presidencia de la república y han firmado un documento en el que
repudian el golpe y se comprometen “con la democracia, siempre”, y es
importante que entre estos presidentes figura también el inmediatamente
anterior y responsable político de la violencia policial frente a las manifestaciones
de octubre de 2019, Sebastian Piñera. (https://elpais.com/chile/2023-09-07/boric-y-cuatro-expresidentes-chilenos-firman-una-carta-por-los-50-anos-del-golpe-de-estado-por-la-democracia-siempre.html).
Sin embargo, si se atiende a la
prensa y a las declaraciones de los tertulianos en muchos y diversos programas,
se puede comprobar que hay una fuerte tendencia al revisionismo histórico sobre
la cuestión, y un ascenso fácilmente reconocible de la virulencia verbal – lo
que en España se llamaría crispación – contra los “mitos de la izquierda”
entendiendo por tales los hechos que dieron lugar a la preparación y ejecución
del golpe civil y militar con el apoyo fundamental de Estados Unidos. Mientras
que hasta hace unos años la derecha justificaba el golpe en el contexto pero
lamentaba las desapariciones, torturas y asesinatos, defendiendo los derechos
humanos como un elemento fundamental para la convivencia ciudadana, la extrema
derecha chilena actual no habla de golpe, justifica de manera prácticamente
explícita la represión civil y militar, y achaca al gobierno y a la izquierda
que honrar la memoria de las víctimas supone avivar la discordia entre
chilenos.
Frente a este ambiente tóxico, en
materia de reformas laborales, y una vez superado el debate sobre la reducción
de la jornada laboral a 40 horas, el centro de la discusión se fija en el cambio
normativo que permita la negociación colectiva de ámbito sectorial –
negociación ramal en la terminología chilena – o multinivel, como aparece en el
programa electoral que el presidente Boric se ha comprometido a cumplir.
Hay un gran interés en este punto, y en el último año, han sido muchas las
personas que han reflexionado y presentado sus análisis tanto a la Dirección
del Trabajo del Ministerio de Trabajo como a otros espacios académicos, como el
Congreso internacional Cielo, en Santiago antes del verano. En esta ocasión,
también se ha articulado un conversatorio específico entre los funcionarios de
la Dirección de Trabajo sobre las posibles vías de avance en torno a unos
talleres ramales o espacios de coordinación y consulta entre los interlocutores
sociales y el poder público que permitiera posteriormente desarrollar unidades
de negociación formales. La oposición patronal a este punto parece que refleja
más una postura puramente ideológica que correspondiente a una observación
realista de la conformación del sistema de relaciones laborales. Los
empresarios chilenos apuestan por la disolución de la libertad sindical a
partir de la promoción de la atomización sindical de empresa – hay más de trece
mil sindicatos, de los cuales seis mil no están federados ni asociados en ninguna
Central Sindical – de forma que su negativa a la negociación de sector es realmente
un acto intencionalmente antisindical. La fragmentación va unida a la
despolitización del sindicalismo chileno y ello repercute en la debilitación
del rol directivo que debería desempeñar la Central Unitaria de Trabajadores
(CUT), de la que justo en este año se cumple su 35 aniversario y, mirando hacia
atrás, el 70 aniversario de su predecesora, la histórica CUT como central única
que fue disuelta al llegar la dictadura de Pinochet.
La izquierda parece haber perdido
la iniciativa del cambio social y político en el país. La solución de la
cuestión constitucional dista de ser segura, de forma que se habla cada vez más
del posible rechazo de la nueva Constitución, lo que volvería a poner en vigor
la vieja Constitución pinochetista de 1980 aunque su modificación podría
llevarse a cabo mediante una mayoría no cualificada como hasta el momento, una posibilidad
que parece que hace que muchas personas se inclinen por el rechazo de un texto
nuevo que se aleja de forma evidente del propuesto por la izquierda en la Convención
Constitucional.
Hay que seguir los procesos que
están en marcha en Chile. Por el momento, el 50ª aniversario del golpe civil y
militar que quebró la democracia y generó sufrimiento y muerte en tantas
personas y colectivos, permitirá concentrarse sobre la importancia de preservar
un sistema de garantía efectiva de derechos humanos y la necesidad de rescatar
la memoria de un tiempo y un lugar en el que se rompió de manera profunda el
ligamen existente entre las aspiraciones mayoritarias de un pueblo y las
políticas del gobierno ante la oposición
feroz y armada de la violencia terrible de las fuerzas del privilegio económico
y sus servidores.
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