viernes, 12 de diciembre de 2025

HUELGAS GENERALES EN EUROPA. EL AIRE ESTÁ CAMBIANDO

 


Aunque en todos los medios de comunicación se anuncia que llegan las fiestas navideñas, lo que parece que está alumbrando esta temporada son huelgas generales. Lo ha iniciado Grecia a primeros de octubre, en dos jornadas de huelga el 1 y el 15 de octubre contra una reforma laboral que permite jornadas de hasta 13 horas diarias y semanas de 6 días, y que paralizó transportes y servicios esenciales. Siguió Bélgica, con un crescendo de huelgas de tres días de final de noviembre:  el lunes 24 en el transporte público (trenes, autobuses, tranvías, metros), el martes 25 en todos los servicios públicos (incluida la educación y los hospitales) y el miércoles 26 de noviembre, con la suma del sector privado, un día de huelga general interprofesional muy seguido en Flandes, Valonia y Bruselas. Ya en el mes de diciembre, se anuncia una huelga general en Portugal para el 11 de diciembre y otra en Italia para el viernes 12 de diciembre. Vuelve el conflicto en cascada al sur de Europa

En lo que respecta a la huelga de finales de noviembre en Bélgica, es evidente el éxito del frente común sindical (Federación General del Trabajo de Bélgica FGTB, Confederación de Sindicatos Cristianos CSC y Confederación General de Sindicatos Liberales de Bélgica CGSLB) tanto más significativo cuanto que se produce tras 11 meses de movilizaciones sin que la determinación del movimiento disminuya. Esta huelga ha sido más seguida y más larga que la del 31 de marzo y es continuación de la gran manifestación nacional que había reunido en Bruselas el 24 de septiembre a unos 140.000 trabajadores.

En Portugal, la huelga general convocada por CGTP-IN y UGT-Portugal, las dos centrales sindicales más representativas tiene como motivo la resistencia a la reforma laboral impulsada por el gobierno conservador, cn el apoyo de la extrema derecha. El anteproyecto de ley, - llamado Trabajo XXI- constituye un gravísimo retroceso para los derechos sociales y laborales y ataca los pilares fundamentales de la democracia y del Estado social.

Las medidas incluidas en este paquete legislativo —más de un centenar de modificaciones que suponen un ataque directo a la clase trabajadora portuguesa- incluyen  el debilitamiento de la negociación colectiva y un incremento del poder para las empresas, facilitar los despidos, nuevas fórmulas sancionadoras para las y los trabajadores y un aumento generalizado de la inseguridad laboral, la ampliación de la subcontratación de cara a beneficiar a empresas intermediarias en detrimento de las y los trabajadores, el aumento de los contratos temporales y la promoción de bancos de tiempo individuales, medidas que aumentan la precariedad, especialmente entre los jóvenes, la reducción de derechos de maternidad y paternidad y finalmente, como no podía ser menos, el ataque al derecho de huelga, la acción sindical y la representación colectiva.

Este paquete laboral supone una de las mayores agresiones contra la clase trabajadora lusa desde que se conquistó la democracia con la Revolución de los Claveles que derrocó el régimen del fascista Salazar. La huelga ha tenido un amplísimo nivel de adhesión popular, según han afirmado en la noche del jueves 11 los sindicatos convocantes.

En Italia, la CGIL y la UIL han convocado una huelga general para el viernes 12 de diciembre, que ha sido precedida de una convocatoria previa a finales de noviembre por parte de sindicatos autónomos y comités de base. La huelga del día 12 responde a una situación conjunta que afecta a todo el mundo del trabajo. Es necesario – afirma la CGIL, la mayor y más representativa confederación sindical italiana - un cambio de rumbo en el plano económico, social e industrial. Es necesario devolver la dignidad a los salarios, a las pensiones y al contenido de la negociación colectiva. Es necesario detener las derivas que amplían las diferencias y empobrecen a quienes viven con ingresos fijos.

La primera gran razón de la movilización tiene que ver con los salarios y las pensiones. En los últimos tres años, los trabajadores, las trabajadoras, los jubilados y las jubiladas han pagado 25 000 millones de euros adicionales en impuestos sin recibir nada a cambio. Los servicios públicos sufren una crisis estructural. La sanidad pública se encuentra en su nivel más bajo desde hace décadas, con una financiación que descenderá por debajo del seis por ciento del PIB. Casi seis millones de personas renuncian a recibir tratamiento médico. También la educación, la vivienda, el transporte, la asistencia a las personas mayores y la seguridad en el trabajo sufren recortes continuos, mientras que el dinero para el rearme se encuentra con sorprendente rapidez. En materia de Seguridad Social, la edad de jubilación se elevaría aún más, lo que afectaría al noventa y nueve por ciento de las personas, y se eliminaría toda flexibilidad en la edad pensionable. Lo que se perfila es una vida laboral más larga y más pesada, mientras que para los jóvenes se reducen los espacios de autonomía.

El objetivo de la huelga italiana es el de cambiar esta trayectoria. Se pide la renovación de los convenios colectivos vencidos. Se solicita una decimocuarta mensualidad reforzada, más equidad fiscal y una pensión contributiva garantizada para quienes tienen carreras discontinuas. Reclama políticas industriales reales para gestionar la transición y crear empleo de calidad. Pide garantías en materia de seguridad, un plan extraordinario de contratación en la administración pública, más servicios para el estudio, la vivienda, la discapacidad y la paternidad, y medidas concretas contra la precariedad y el trabajo irregular. Los recursos están ahí. Deben recuperarse de los beneficios, los beneficios extraordinarios, las grandes fortunas y la evasión fiscal, con una contribución solidaria del 1 % más rico que generaría 26 000 millones al año. Por último, es necesario detener la carrera armamentística, que restaría casi mil millones a las prioridades sociales.

Esperemos a la valoración que de esta huelga general efetúen los sindicatos convocantes.

en resumen, hay señales preocupantes de que en varios países europeos se están adoptando iniciativas de reforma que reducen y restringen derechos individuales y colectivos de los trabajadores – como sucede emblemáticamente con los proyectos legislativos en Grecia o en Portugal – o políticas fiscales y sociales que no solo debilitan los servicios públicos, sino que reducen el gasto social y utilizan el instrumento impositivo en una dirección contraria a cualquier objetivo redistributivo junto con un presupuesto claramente restrictivo y antisocial.

De momento la situación en España, pese al tremendismo con el que se adornan las relaciones políticas y parlamentarias, las acusaciones de corrupción y los impúdicos intentos de socavar la actuación democrática del gobierno mediante la entrada directa en el juego político de la mayoría de la sala de lo Penal del Tribunal Supremo, no ha entrado en este cambio de sentido de la normación laboral. El gobierno y en especial el Minsiterio de trabajo y de Economía Social mantienen una adecuada actividad en el marco del proyecto reformista que llevan adelante desde inicios del año 2020.

Hay sin embargo indicaciones críticas en Comunidades Autónomas como la de Madrid, donde la degradación de los servicios públicos y la predilección del gobierno por derivar a los espacios mercantilizados la satisfacción de intereses y necesidades comunes de los ciudadanos está asumiendo ya caracteres insoportables. La movilización de las universidades públicas madrileñas y la huelga llevada a cabo masivamente los días 26 y 27 de noviembre en estos centros universitaros por profesores, PTGAS y estudiantes han sido una llamada de atención, pero todavía no hay una reacción generalizada ante este ataque decidido a los servicios públicos en oros sectores clave como el de la sanidad.

Por si fuera poco, el líder de la derecha política que aspira a gobernar en el próximo ciclo electoral, ha visitado al empresariado catalán, invitado por el presidente de Foment del Treball, Sanchez Llibre, lo que aprovechó para concretar su plan de “rebajar las cargas administrativas y burocráticas para las empresas que tienen entre 50 y 250 trabajadores”, para evitar burocracia y trámites para las empresas que superen el umbral de los 50 trabajadores. Entre estas medidas, se incluiría “la derogación de la norma que obliga a constituir comités de empresa de representación laboral en las empresas que tienen 50 o más trabajadores y solo se aplicaría a partir de los 250”, una propuesta que, a juicio de los asistentes, fue acogida “con expreso entusiasmo”.  

Es obvio que las promesas pre-electorales son siempre dudosas, pero permiten entrever cual es el propósito de cambio que las fuerzas políticas de oposición tienen en mente. El sindicato de  CCOO ha respondido en las redes sociales que esta propuesta desmantela la estructura de representación de los trabajadores en empresas medianas, dejando a miles de trabajadores sin voz, y que no podrá llevarse a cabo ante la respuesta colectiva del conjunto de las personas que trabajan. Pero para ello es lo cierto que la movilización y la huelga sean tan potentes y continuadas como para que generar realmente una presión irresistible, más aun teniendo en cuenta que en las previsiones de la derecha contaría con una mayoría parlamentaria holgada para proceder a la misma. La reciente derrota sindical – y política- del sindicalismo español en el tema de la reducción de jornada, en donde la movilización sindical no fue capaz de generalizar el conflicto frente a la potencia de la patronal y sus voceros políticos, es una llamada de atención frente a estos indicios de profunda antisindicalidad y destrucción de la capacidad organizativa del sindicato del trabajo asalariado de este país.

Se acercan negras tormentas y agitan los aires. El conflicto laboral y social comienza plasmarse en las convocatorias de huelga de forma cada vez más frecuente. Estaremos atentos.

 

 

 


No hay comentarios: