viernes, 17 de febrero de 2012

UNA CARTA A LA MINISTRA DE EMPLEO



En un tiempo en el que circulan por las cancillerías y los escritorios de los primeros ministros cartas secretas en las que las autoridades monetarias exigen medidas enérgicas que llevan siempre aparejadas sacrificios y austeridad, es decir, degradación de derechos y de situaciones normativas de los ciudadanos que trabajan, se trae aquí una muestra de literatura epistolar completamente diferente. Se trata de una carta abierta a la ministra de empleo, doña Fátima Báñez, que le ha dirigido el catedrático de Derecho del trabajo de la Universidad Autónoma de Barcleona, Eduardo Rojo, y que puede consultarse en la página web de Cristianisme i Justicia, cuyo link es  http://www.cristianismeijusticia.net/bloc/?p=6458&lang=es&lang=ca  

 Carta a la Sra. Ministra de Trabajo y Seguridad Social


Eduardo Rojo.

Sra. Báñez:


No nos conocemos personalmente pero ambos compartimos conocimientos jurídicos, y además Ud posee sabiduría legal económica, que en los tiempos que corren parece que es mucho más importante que la jurídica. Su experiencia política es muy superior a la mía, y yo le gano en edad (aunque no sé si cabe calificarlo de “ganancia”) y en años de experiencia en la actividad docente e investigadora en el ámbito universitario y en concreto en aquello que nos une ahora a los dos, las relaciones laborales.



Comprenderá por ello que me dirija a Ud. para manifestarle mi preocupación por la reciente reforma laboral aprobada por el gobierno del que forma parte, más exactamente el Real Decreto-Ley 3/2012 de 10 de febrero, de medidas urgentes de reforma del mercado laboral.



Escuché con toda atención su intervención en la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros, tanto por interés académico como, algo más pragmático, porque inmediatamente debía responder a las preguntas que me formularon sobre la reforma en un programa informativo de TV3. Después, le confieso que no pude conciliar la vida familiar y laboral durante el fin de semana, porque reconocerá que leerse 64 páginas del Boletín Oficial del Estado para conocer una norma que entraba el vigor el domingo no es una tarea fácil, pero le puedo asegurar que cumplí con la obligación de un profesor universitario y mi blog deja debida constancia. Supongo que no tiene Ud ahora mucho tiempo con su actividad para poder consultar la blogosfera laboralista, pero compartimos cuenta en Twiter y por ello la animo a seguir, por ejemplo, a mi querido compañero dela Universidad de Castilla-La Mancha. Dr. Antonio Baylos.



¿De verdad cree que la reforma conseguirá el objetivo teóricamente perseguido, y que todos los españoles compartimos (o al menos quiero creer que es así, aunque soy un poco utópico y por ese motivo participo en una Fundación que justamente se llama “Utopía), como es la creación de empleo y la reducción del desempleo? Ojala sea así y los datos estadísticos le den la razón en poco tiempo, aunque el Presidente del gobierno se lo ha puesto difícil de entrada al afirmar que seguirá incrementándose el desempleo en 2012.



Tengo mis dudas, Sra Ministra, sobre el hecho de que un período de prueba de un año, en una de sus medidas estrella cual es el contrato de trabajo para emprendedores (que ocupen a menos de 50 trabajadores) sirva para incrementar la contratación, y mucho me temo que pueda convertirse en un elemento de rotación en el mercado de trabajo de los jóvenes. También le confieso que soy muy escéptico sobre las bondades que ha defendido de la supresión de la autorización administrativa en los expedientes de regulación de empleo, o de la reducción de la indemnización en caso de despido improcedente, o de ampliación de las causas de extinción del contrato al personal laboral de las Administraciones Públicas, por citarle sólo algunos de los argumentos que me llevan a ser crítico con la reforma.



Pero, Sra. Ministra, ¿sabe de verdad que es lo que más me preocupa? Que la norma ha desequilibrado las relaciones de trabajo en claro detrimento de los trabajadores y de sus organizaciones. Quizá yo sea un poco anticuado, pero sigo pensando que las relaciones laborales que funcionan mejor son aquellas que se basan en el acuerdo y el diálogo social, y que las empresas mejores y más socialmente responsables son las que poseen una plantilla bien formada, permanente y motivada. Cierto, no se le voy a negar, que hay algunas medidas sobre la formación en la reforma que pueden ser de utilidad, pero quedan tan diluidas entre el arsenal de malas noticias para las personas que venden su fuerza de trabajo que su importancia es mínima.



Y le confieso también, Sra. Ministra, que estoy preocupado por mi empleo, o más exactamente por mi “plaza en propiedad” como funcionario. Sí, ya sé que soy un “privilegiado” sólo por poder desarrollar mi trabajo con estabilidad, aunque las condiciones económicas sufran periódicamente recortes. Pero, con la reforma y su aplicación, ¿qué quedará del Derecho del Trabajo, ámbito central de mi actividad profesional? Bueno, no debo preocuparme porque todavía tengo edad para reconvertirme profesionalmente, aunque cada vez menos.



No quiero robarle más tiempo, Sra Bañez, porque me consta que ahora le toca defender la reforma y sus bondades. Sin duda tiene alrededor mucha gente que le baila el agua y que le dirán maravillas de ella. Pero por favor, escuche la voz de muchas personas, empleadas y desempleadas, que tienen serias dudas sobre dicha bondad. Escuche a las organizaciones sindicales, que aunque sean muy “anticuadas y reaccionarias” según su compañera de partido Esperanza Aguirre tienen una indudable presencia entre la población trabajadora. Y escuche también a los profesionales del iuslaboralismo español, porque comprobará que muchos de ellos son seriamente críticos con la reforma laboral y el desequilibrio que produce en las relaciones laborales y que puede, de seguir por este camino, retrotraernos a los orígenes del Derecho Trabajo.



Se lo dice, cordialmente, una persona con más de 35 años de conocimiento de la normativa laboral y de su impacto sobre la creación de empleo, y que cree que las normas laborales son sólo una parte muy pequeña de aquello que se necesita para conseguir dicha creación.



Además, se puede consultar el Cuaderno que han hecho Joan Coscubiela y el propio Eduardo Rojo dedicado a las reformas laborales realziadas en España y en particular a la de 2010. En este cuaderno se analizan, en una primera parte, tres decadas de reformas laborales y se pone de manifiesto las lecciones que deberíamos aprender de ellas. En una segunda parte se aborda de forma más concreta la última reforma laboral del 2010.
El link es el siguiente: http://www.cristianismeijusticia.net/les-reformes-laborals-a-espana

1 comentario:

David dijo...

¡Qué gran carta profesor!