A veces
en las estanterías de la biblioteca un libro llama la atención y hay que
extraerlo y leerlo como impulsados por una fuerza interior. Si además como
consecuencia de una mudanza, nunca tan reciente como la creíamos, el orden de
colocación de los libros es aleatorio a la espera de una clasificación
coherente, la selección del volumen que nos llevamos para leer en vacaciones
parece arbitraria pero está regida por razones inconscientes que posiblemente
se nos escapan. Esto es lo que ha sucedido con el Panfleto desde el planeta de los simios, escrito por Manuel Vázquez Montalbán (MVM) y publicado en 1995 en la editorial
Crítica en su colección Las letras de
Drakontos, un animal de vista y oídos agudísimos que dormía con los ojos
abiertos, siempre vigilante.
Una selección de lectura que abre
paso irremediablemente a la nostalgia. Ante todo de uno mismo y del paso del
tiempo, porque una vez hojeado el libro, es posible comprobar que ya fue leído y
subrayado en varios renglones. Una forma de resaltar el texto en algunos párrafos
que sin embargo hoy habrían sido distintos. Porque lo que llamaba la atención
en mayo de 1995 no coincide con lo que en agosto del 2019 puede resultar más relevante
para su lector. También se plantea recordar dónde lo leyó por primera vez, en
qué viaje o en qué mesa de estudio se abrieron por primera vez sus páginas para
fijar con lápiz las ideas que más resaltaban en aquel momento. Nostalgia por
tanto de los veinticuatro años transcurridos sin que uno se dé cuenta, como no
se dio cuenta que el libro ya había sido leído y subrayado entonces. Pero ante
todo nostalgia de MVM, de su prosa irónica y precisa, de su capacidad de
entusiasmar capturando el interés de quienes le leíamos, ávidos de reconocer en
sus palabras la opinión crítica justa para entender lo que sucedía y poder
pensar la realidad descodificando su representación, impidiendo que fuéramos
integrados como receptores de información dentro de la jerarquía de valores de
los propietarios de los medios de comunicación, fueran éstos privados o
públicos. En el Panfleto… lo explica
de manera terminante: “Algunos medios son negocios en sí mismos, pero otros no,
otros son instrumentos de relaciones públicas de los grupos de presión que
están dispuestos a financiarlos a fondo perdido a cambio del efecto benéfico de
la alienación del consumidor. Hemos pasado (…) a la máquina mediática del
mercado, en la que la ley de la oferta y la demanda establece que los más
poderosos acaban por controlarla. Si hacemos un análisis de conjunto de los
medios dominantes, se percibe unicidad de motivaciones y finalidades en la
transmisión de la jerarquía de valores, aunque aparentemente unos medios se
enfrenten a otros por las audiencias estrictamente mediáticas o por las
audiencias electorales”. Saber en definitiva qué sentido tienen “las sombras de
verdades que les transmiten y si se corresponden con las propias necesidades de
los ciudadanos, pasivos o activos”.
MVM habría cumplido ochenta años
en este 2019, pero murió muy joven, a los 64 años, de un ataque al corazón en
el aeropuerto de Bangkok en octubre del 2003. La muerte nos privó de un intelectual
imprescindible que podría aún habernos aportado reflexiones valiosísimas sobre
los tiempos de la globalización en el comienzo del milenio, precisamente el
título de su última doble novela de su personaje Pepe Carvalho. Novelista
genial y articulista prolífico, era también un magnifico escritor de ensayos,
sus Manifiestos y sus Panfletos, como éste que se comenta en esta entrada del
blog. Imaginar cómo habría acompañado la actualidad política y europea durante
la primera década del siglo, incluido el fenómeno referencial por excelencia de
la nueva política en el 15-M, es un desiderátum que conduce más a la
melancolía que a la nostalgia por su ausencia.
El Panfleto desde el planeta de los simios se publica en 1995, con el
cuarto y último gobierno de Felipe
González que eligió pactar con Convergencia i Unió en vez de con Izquierda
Unida, y que llevó adelante, en una suerte de revancha sobre la capacidad
sindical de resistencia y de proyecto, la reforma laboral de 1994 que impuso un
paradigma de flexibilización de las relaciones laborales claramente enfrentado
a la posición unitaria de CCOO y UGT, que convocaron una huelga general en
enero de 1994 que se presentó por todos los medios de comunicación y el propio
gobierno como un fracaso en comparación con la gran huelga nacional del 14 de
diciembre de seis años antes. La postura antisindical del gobierno González, unido a escándalos de
corrupción, con el caso FILESA de financiación ilegal del PSOE y la escapada
del Director de la Guardia Civil, Roldán,
que tan bien ha narrado el film de Alberto
Fernández “El hombre de las mil caras”,
el caso de Mario Conde, y el turbio
asunto del terrorismo de Estado que volvió a poner al descubierto la reapertura
del sumario de los GAL por el juez Baltasar
Garzón en febrero de 1995, haría que a comienzos de 1996 Pujol retirara su apoyo al PSOE y se
convocaran elecciones generales que dieron la victoria por vez primera al
Partido Popular bajo el liderazgo de Aznar,
sobre el que por cierto el propio MVM escribiría un libro demoledor, La Aznaridad. Todo un conjunto de hechos
que hoy, casi un cuarto de siglo después, nadie recuerda, cautivos de un presente
continuo que borra hasta la memoria próxima de los hechos más relevantes.
Este es el contexto en el que se
presenta el Panfleto... La imagen de
la que parte MVM es la de el mundo actual reducido al planeta de los simios que
han sobrevivido a la civilización humana que en nombre de la Razón y las utopías
que la consolidaban ha creado más monstruos que ángeles, de manera que se
persigue a quienes todavía insisten en estos sueños, instalados en un mundo de
personas resignadas, culpabilizadas y sobre todo centradas en una realidad que
no permite la quimera del cambio social ni imaginar una transformación
democrática. En medio del derrumbe de la URSS y de los países del socialismo
real, inaugurado el definitivo unilateralismo norteamericano al compás de las
guerras de los Balcanes o la primera guerra del Golfo contra la invasión de
Kuwait, el otro elemento internacional de referencia es la operación Manos
Limpias en Italia y la emergencia de Berlusconi
como nuevo referente del político pragmático y telegénico de la posmodernidad.
MVM pasa revista a los sacerdotes de la razón – los partidos políticos contemporáneos – a los
intelectuales, esos “intermediarios sociales dotados de saberes específicos y
del don del lenguaje para poderlos transmitir”, con especial atención a los
disidentes y críticos, en oposición a las verdades establecidas y su situación
actual, el Estado y su reformulación como Gran Hermano capturado por la “teología
neoliberal” que edifica una figura universal, la del Gran Consumidor en el
marco de las reglas de juego de un mercado global seccionado entre el Norte y
el Sur y dentro de cada uno de los países del Norte. Los dos últimos apartados
del libro los dedica a Europa o al misterio de la Inmaculada Concepción en la
medida en que se trata de una idea construida tras la derrota de los fascismos
para garantizar la eternidad de la democracia como sistema de– interrelación
entre estados, sociedades y personas, pero que como utopía no tiene otro
contenido real que unos acuerdos consensuados sobre una política de mercados, y
todo lo demás está por construir - un tema
fundamental, pese a que todavía no se había producido la ampliación al Este ni
el despegue de la moneda única - y a la
reconstrucción de la razón democrática, una tarea extraordinariamente
complicada ante la desestructuración y decadencia de la izquierda en toda
Europa tras la desaparición del socialismo realmente existente.
“La caída del Muro de Berlín
empieza a ser una fotografía amarilla y la hora de la verdad ha obligado a los
socialistas a mirarse en el espejo real, para ver todas sus caras y el bloqueo
de su saber y su capacidad de análisis de la realidad”. La parálisis reformista
de la socialdemocracia y su infiltración por los paradigmas fundamentales del
capitalismo financiero y global, la asunción plena de los desequilibrios, las
crueldades y las injusticias del sistema económico en el centro y en sus amplísimas
periferias, hace que la situación sea muy desalentadora. “Además de la desorientación de perder el Este como punto
cardinal y la tozudez de la realidad frente al Final de la Historia decretado
por los neoliberales, es la socialdemocracia como organización la que padece un
serio deterioro de su cohesión y una operación de acoso y derribo en parte
mediática y en parte activada por los centros de poder económico”. Y eso en 1995, imaginemos lo que podría
pensarse hoy tras el huracán neoliberal que trajo la crisis financiera y de la
deuda soberana a la Unión Europea tras el crack del 2008, con la participación
entusiasta de conservadores, liberales y socialdemócratas en la gobernanza
económica de Europa. Una difuminación en su papel de organización de las
agencias institucionales y colectivas del cambio social que es cada vez más
recortada por un neoliberalismo demasiado tiempo triunfante – ya lleva 40 años
de hegemonía cultural y política – que impulsa decididamente modelos
autoritarios de gobierno y una ideología de sumisión que incorpora paulatina y
crecientemente elementos prestados del fascismo vencido en 1945. Lo resume con
su peculiar estilo MVM de forma lapidaria: “Algunos neoliberales cuando
consiguen morderse la cola les sabe a neofascista”.
Neofascismo que se presenta como
una posibilidad de mercado, “un definitivo producto alienante, hecho a la
medida de los sectores sociales emergentes”, respaldado por procedimientos
democráticos y a lo sumo subrayado desde los medios de comunicación como
respuesta a las alarmas sociales generadas por la inseguridad y la violencia
que se presentan como amenaza posible a una existencia sedada y conformista, y
que tiene como objetivo integrar a la gran mayoría de la población en los
paradigmas de conducta individual y colectiva que señala el capitalismo
hegemónico nacional, internacional y globalmente. Un aviso de la conexión entre
el neoliberalismo extremo con el neofascismo que lamentablemente parece conformarse
cada vez más en los últimos acontecimientos globales desde Trump a Bolsonaro.
Rearme de la izquierda en torno a
la reformulación de los imaginarios
fundamentales de una cultura que se denominaba progresista por oposición a la
cultura reaccionaria, y que no podía ser objeto por tanto de la execrable burla
y ataque que hoy la extrema derecha utiliza en sus discursos cada vez más
desquiciados y brutales. MVM sigue hablando de los puntos clásicos de
referencia, entre ellos y fundamentalmente Norte y Sur, entre los cuales se
forma el imaginario de “una nueva humanidad asalariada, precariamente emergente
o claramente sumergida, con intereses comunes por encima y por debajo del
ecuador que separa el norte del Sur en los barrios, en las ciudades, en los
estados-nación, en la aldea global”. Pero también Izquierda y Derecha, que
reduce las características de aquella a la lucha contra las tres formas de
desigualdad más evidentes, la de clase, la raza y el sexo, en una propensión
hacia la igualdad. Todavía no se había producido la sustitución de este esquema
por el de “arriba y abajo” en relación con la reivindicación de la categoría de
pueblo que sustituyera la de clase y resumiera en aquella todas las
desigualdades posibles y la forma de combatirla.
Todo el libro se construye como
un alegato contra el cansancio
democrático y el no lugar de la izquierda en los procesos de cambio que se
pudieran llevar a cabo. Desde la crítica a la razón pragmática como única forma
de gobernanza que cuestiona la oposición a la misma como “una prueba de
inmadurez democrática” y al intelectual crítico a la altura de un enemigo de la
democracia, casi un terrorista o apologeta del mal, el avance ineludible de la
verdad única de un sistema que no admite ni siquiera retoques cosméticos y que
se empeña en extender la explotación y el sufrimiento a millares de personas en
todo el planeta, requiere un rechazo enérgico y reivindicar un imaginario
democrático de participación, igualdad y libertad reales y efectivas. “no hay
verdades únicas, ni luchas finales, pero aún es posible orientarnos mediante
las verdades posibles contra las no verdades evidentes y luchar contra ellas”.
El resultado es muy positivo. Volver
a leer y recuperar señales y mensajes que no parecen lejanos, sino que suenan
actuales y perentorios en el momento actual. Recuperar del texto leído aspectos
que hoy aparecen más provocadores o más sugerentes, como sucede en el Panfleto…con la reflexión que contiene
sobre los intelectuales. Y siempre, echar de menos a un escritor tan
imprescindible como MVM, su visión irónica y lúcida de una realidad social que
debe ser demolida y reconstruida a partir de ese imaginario democrático y
social que se refugia en la utopía como proyecto realizable. Una voz hoy
distante en el tiempo, a la que sin embargo hay que escuchar atentamente
también en los momentos actuales.
2 comentarios:
Livina Fernández Nieto ¡Ma-ra-vi-lla! Me he sentido retroceder en el tiempo y recuerdo perfectamente aquellas situaciones y referencias, y también el desencanto de ver tantas ilusiones y esperanzas traicionadas. ¡Qué necesarias son las mentes lúcidas y libres como la de Vázquez Montalbán quien, por cierto, también se regodeaba con la buena mesa!
MVM, como llamas al "maestro" empieza a ser un clásico, como de alguna forma reflejas en el párrafo final y como ocurre con los clásicos no cambian, cambiamos nosotros- Nos cambian los años. Por eso es bueno recuperar la música y las letras de antaño, no diría yo con nostalgia, sino para entender y entendernos mejor
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