lunes, 3 de mayo de 2021

MAYO ELECTORAL: REFLEXIÓN Y EXPLICACIÓN DE VOTO PARA EL #4M

 


Un buen amigo que vive en Cádiz, Juan Terradillos, nos ha escrito a Joaquín Aparicio y a mí un correo esperanzador y alegre en el que parte de un primero de mayo sindical y combativo, con la recuperación aún precavida de las calles, la promesa de cambios legislativos importantes y el comienzo del fin de la pandemia. Un mes que empieza así, no se puede torcer. Ni siquiera el día 4, nos dice nuestro amigo. Una inyección de ánimo que permite por lo tanto una pequeña reflexión sobre la elección de mañana en la que pueda efectuar la explicación de mi voto en las mismas.

No hay mucho que decir del momento en el que se han convocado estas elecciones a la Comunidad de Madrid, ni de la consideración de día laborable aunque no lectivo, dificultando así la participación de las personas que trabajan desplazadas por la geografía de Madrid o que lo hacen en otras provincias limítrofes y complicando el acceso a los colegios electorales. Tampoco del vasallaje militante que una buena parte de la prensa y de la televisión ha practicado respecto de la candidatura de Diaz Ayuso, amplificando su estrategia trumpista de agresividad antidemocrática. El complemento a su derecha de la rudeza fascista de Vox no ha compensado la violencia y la mentira que integra el discurso de la candidata del PP, por el contrario, las ha reforzado.

En Madrid hay mucho negocio, decía un industrial que conocí en Albacete, y se tiene que mantener una esfera de impunidad para la especulación y la ganancia para determinadas grandes empresas e instituciones financieras que se han visto protegidas y asistidas por las decisiones del poder público con el gobierno de Madrid en manos de la derecha. Que comenzó su dominio merced a la compra de dos diputados socialistas cuando la izquierda ganó las elecciones, lo que dice muy claramente el escenario de corrupción profunda en el que se mueven los intereses en juego. Llegan además los recursos de la Unión europea y la oportunidad de negocio se fortalece. Por consiguiente, la gestión segura de estas inversiones y del horizonte de enriquecimiento adicional que acarician estas fuerzas económicas no puede ser alteradas ni siquiera en lo más mínimo por un cambio en la gestión de la Comunidad. Quizá no resulte de buen tono que para ello se tenga que contar con el tosco mensaje xenófobo, antifeminista y antisindical de la ultraderecha, aunque para ello sea conveniente irlo normalizando en la opinión pública como un pensamiento aceptable y aceptado. A ello se une la necesidad para el PP, en su estrategia constante de deslegitimar al gobierno democrático, de contar con una victoria electoral sonada, más allá de su triunfo en Galicia, tras su derrota constante en las elecciones vascas o catalanas. Diaz Ayuso representa el perfil más exagerado de la confrontación antidemocrática frente al gobierno legítimo con mayoría parlamentaria suficiente, de manera que su victoria – que el PP daba por descontado y por ello convocó las elecciones en Madrid – supondría un paso adelante en su estrategia de deslegitimación continua de la existencia del gobierno progresista.

La campaña ha sido sucia, desigual, escorada claramente hacia la defensa de las posiciones más reaccionarias, y ha favorecido la difusión de las mentiras más indignas sobre las posiciones demócraticas una y otra vez. El PP la inició falsificando el domicilio de tres de sus candidatos, y tuvo que ser un juez quien anulara lo que la Junta Electoral había validado sin problemas. No tuvo consecuencias, como tampoco que entre los candidatos que falsificaron su presentación por el PP estuviera una persona vetada de por vida por el consejo de Europa por varios escándalos de corrupción. Más tarde, la devaluación de las amenazas de muerte al ex Vicepresidente del Gobierno, al Ministro del Interior y a la Directora General de la Guardia Civil,  como algo inexistente cuando no inventado por los propios amenazados, se tornó luego en un relato aplicable a Pablo Iglesias en el que las balas recibidas eran fruto de la violencia del amenazado. En general, el cerco informativo pleno a los mensajes de la izquierda y la alteración de éstos, el estereotipo constante de los candidatos que representan a las dos fuerzas que componen el gobierno de la nación, Iglesias y Gabilondo, que son el objetivo a batir, han sido los lugares comunes de este tiempo electoral. La utilización descarada de las posiciones institucionales en favor del PP, como emblemáticamente ha sucedido el día 2 de mayo con la fiesta de la Comunidad y la corrida de toros de por la tarde, demuestran que la custodia de la legalidad electoral por la Junta Electoral es inexistente cuando se trata de unas elecciones convocadas por el Partido Popular.

En ese escenario tan viscoso, la izquierda política ha actuado especialmente bien. Alba Rico ha definido la relación entre las tres fuerzas en presencia como “competencia virtuosa” o, desde otro punto de vista, “división cómplice”. Lo cierto es que la cooperación mostrada entre el PSOE, Mas Madrid y Unidas Podemos, supeditando su propia peculiaridad al objetivo común de que el PP no pudiera gobernar la CAM con Vox, ha sido un ejemplo que sin duda podrá proyectarse hacia el futuro en próximas citas electorales. Las diferencias en los programas se han aplazado a la negociación de un programa de gobierno el día después, en la idea de un frente amplio que priorizara, con toda la razón, el elemento de la preservación democrática frente a la amenaza involucionista y autoritaria, realmente presente.

Los candidatos han actuado bien, intentando cada uno expandir su área de influencia en sectores específicos de la audiencia electoral. Mónica García se ha beneficiado de su trabajo constante de denuncia del desastre de la asistencia sanitaria y sociosanitaria del gobierno Ayuso, (que ha sido permanente y conscientemente tapado por los medios de comunicación empotrados en la defensa de la revalidación del gobierno en solitario con el apoyo de Vox) y de representar un partido que no forma parte del gobierno estatal, por lo que las críticas de la prensa no han sido tan severas y se ha presentado como el voto refugio de una parte de los votantes que se escapan al PSOE o a unas clases medias progresistas. Gabilondo ha sido objeto de burlas continuas sobre la base de su aspecto y forma de expresar un discurso político fuera de los cánones que exige la comunicación actual, y su compromiso indudable con la propuesta de izquierda le ha enajenado la agresividad no solo de la candidata del PP, que en el único debate al que accedió a acudir le pronosticó su eterna  enemistad personal y de su partido, sino de una buena parte del aparato de propaganda de este que ha capturado cabeceras de periódico y tertulias televisivas. Han circulado algunas listas de nombres que apoyaban su candidatura desde fuera del PSOE, como la que incluía a personas tan inequívocamente progresistas como el doctor Alberto Infante, la abogada Carmen Roney o el sindicalista – y amigo – Juan Moreno, pero han sido datos que apenas han llegado al público, en un cortocircuito bien precisado para que no tuvieran ningún efecto. Como los mensajes de una buena parte de los líderes de la izquierda europea en favor de Iglesias, o el de Dilma Rouseff en idéntica dirección. La consigna es silenciarlos para evitar que se conozca la proyección y la aceptación pública de estas figuras de la izquierda.

La existencia de un desequilibrio tan grande hace más imprescindible que nunca votar mañana, 4 de mayo. Sorteando todas las dificultades que nos han puesto y la lógica desconfianza hacia la acumulación de personas en un tiempo de pandemia cuando aun no ha habido un porcentaje lo suficientemente amplio de vacunación. Votar para decir no a un estilo de gobierno que se basa en la mentira y en el insulto y descalificación grosera del adversario y que amenaza con la expansión del autoritarismo y la represión cultural e ideológica en otros dos años. Votar a la izquierda plural.

Dentro de este discurso general, el perfil político que marca mis preferencias es el de Unidas Podemos. Desde el punto de vista de las personas que integran esa candidatura, porque la lista electoral revela una extraordinaria capacidad de integración de movimientos sociales y de personalidades que las encarnan. Agustín Moreno, es para muchos de nosotros una garantía segura de buen hacer y de compromiso democrático, y su presencia junto a la abogada Alejandra Jacinto en la lucha por una vivienda digna y Serigne Mbaye como ejemplo de la integración efectiva de la inmigración racializada, entre otros, permiten asegurar un equipo formidable en la dirección política de la Comunidad. La figura de Pablo Iglesias, por otra parte, ha acaparado una corriente de odio y de intolerancia que debe ser analizada cuidadosamente como ejemplo del crecimiento de un espacio plenamente antidemocrático no solo en el discurso de la ultraderecha, sino en el relato que ha construido un partido constitucional como el PP y que han exacerbado los medios de comunicación y las redes sociales. Por el contrario, la capacidad política, la inteligencia estratégica y la generosidad demostrada al presentarse a estas elecciones, merece ser reconocida y estimada por un fuerte apoyo electoral.

En cuanto al programa, las medidas previstas creo que tienen una gran coherencia, centradas en el incremento de los servicios públicos, en la educación y en la sanidad y servicios sociosanitarios, pero también en materia de vivienda y alquileres. El objetivo central, formar un gobierno entre las fuerzas de izquierda que posibiliten una transición justa a su consolidación en las elecciones de dentro de dos años. En la defensa de este problema, la consideración de la centralidad del trabajo como una condición de acceso a la libertad y a la igualdad. Un discurso que coincide sustancialmente con la visión política más adecuada a la Constitución social española.

Mañana por tanto votaré esa candidatura. Confiando en que la participación ciudadana aumente en los barrios y ciudades caracterizados por la presencia de población trabajadora. Con la esperanza de un cambio real, que derrote la prepotencia autoritaria y clasista de la candidata del PP y sus violentos escuderos de la ultraderecha. Y recordando las palabras de mi amigo Terradillos: Mayo ha comenzado con buen pie.

Un mes que empieza así, no se puede torcer. Ni siquiera el día 4.

 


1 comentario:

Joaquin Aparicio Tovar dijo...

También mi voto será para Unidas Podemos. Las otras dos candidaturas merecen toda mi estima y fue estimulante ver a las tres cabezas de lista juntas en la manifestación sindical del 1º de Mayo.