El 8 de enero del año
pasado, 2023, se produjo el terrible asalto a la plaza de los 3 poderes en
Brasilia, un intento de golpe de estado orquestado por los partidarios del
candidato derrotado, Jair Bolsonaro, que pretendían subvertir el mandato
de las urnas que habían elegido como presidente a Lula da Silva, sobre
el que se había desplegado una operación de acoso legal que le había conducido
a la prisión antes de que el Tribunal Supremo fallara sobre la ilegalidad del
proceso conducido por el juez Moro en lo que se conoce como un caso
arquetípico de lawfare. Un año después, se va a celebrar en Brasilia un
acto de recuperación de la memoria de aquel intento de golpe y de exaltación de
la democracia de nuevo conquistada. El momento político en el cono sur es muy
importante ante el retroceso en todos los órdenes que se vive en Argentina tras
la elección de Milei, lo que revaloriza el papel que desempeña el Brasil
democrático del Presidente Lula.
Carol Proner,
Doctora en
Derecho, Profesora de la Universidad Federal de Rio de Janeiro, Fundadora de la
Asociación Brasileña de Juristas para la Democracia, que forma parte del Grupo
de Puebla y que fundamentalmente es una gran
amiga de este blog, reflexiona sobre este momento histórico en un texto
publicado en portugués en https://www.brasil247.com/blog/8-de-janeiro-um-pacto-contra-o-esquecimento?amp
y que se ofrece aquí en su traducción al castellano en rigurosa primicia.
8 DE ENERO: UN PACTO CONTRA EL OLVIDO.
Carol Proner
Cualquier persona que defienda
las reglas democráticas y el régimen constitucional entiende y valora el Acto
por la Democracia convocado por el Presidente de la República el 8 de enero.
Cualquier demócrata comprende la importancia de registrar la intentona golpista
como un día de infamia, un día en el que se hicieron realidad las amenazas
proferidas a lo largo de la campaña electoral por el propio candidato derrotado,
Jair Bolsonaro.
No cabe duda de que recordar o
incluso conmemorar el 8 de enero, dada la sensación de victoria institucional
frente al golpe, es absolutamente necesario para dejar constancia del apogeo de
la violencia fomentada por la extrema derecha en los últimos años.
Al mismo tiempo, es necesario
celebrar una de las consecuencias inesperadas de los acontecimientos golpistas:
una sorprendente unión de poderes e instituciones que, salvo raras excepciones,
actuaron en las primeras horas de la crisis para contener lo peor y, por tanto,
se unieron para defender la democracia y, en cierto modo, crear las condiciones
para la gobernabilidad en los primeros días del recién elegido gobierno.
Un año después, el
"llamamiento a la democracia" ha vuelto a ser respetado, demostrando
la inequívoca capacidad de liderazgo del Presidente Lula y de su gobierno. A
pesar de interrumpir recesos y días festivos, cerca de 500 invitados estarán presentes
en el Salón Negro del Congreso Nacional para recordar el fatídico día en
discursos pronunciados por los más destacados representantes del poder civil
del Estado, jefes de los Poderes del Estado, de las dos Cámaras del Congreso
Nacional, Gobernadores y representantes de la Sociedad Civil.
Inicialmente titulado
"Democracia Restaurada" y rebautizado "Democracia
Inquebrantable" en honor al eslogan utilizado por el Tribunal Supremo
durante la campaña electoral de 2023, el acto irá precedido de una exposición
en la sede del Tribunal Supremo bajo el título: "Después del 8 de enero:
Reconstrucción, memoria y democracia", con el objetivo de preservar la
memoria institucional del Tribunal y reconstruir y restaurar su patrimonio.
Se trata, pues, de un día
evidentemente glorioso, porque efectivamente hubo un riesgo y ganó la
democracia, pero sabemos que la memoria patrimonial dista mucho de ser
suficiente. Y ni siquiera la justicia procesal de las investigaciones, las
detenciones y la exigencia de responsabilidades a quienes planearon,
financiaron y ejecutaron los actos del 8 de enero bastará para hacer frente a
la complejidad de lo ocurrido. Como en otras fechas importantes de violencia
contra la democracia, siempre estará en disputa la memoria, es decir, la
capacidad de extender la memoria a los fundamentos de la violencia, sus causas
y sus autores. Es imposible no establecer paralelismos con la justicia
transicional y sus tiempos diluidos.
El 8 de enero ya está inspirando
estudios en todo el país que podrían formar un mosaico de memorias y verdades
sobre la infamia que se ha abatido sobre el país y que no se limita a un solo
día. Se debaten las razones que llevaron al 8 de enero, las motivaciones más o
menos explícitas, a menudo minimizadas por la prensa hegemónica y no pocas
veces olvidadas para que la democracia pueda seguir un cierto camino de
conciliación. Pero en democracia nadie puede tener la última palabra.
Por ejemplo. Otras fechas
coinciden y preceden al 8 de enero para explicar los ataques al sistema
electoral: Recordemos el violento 19 de diciembre de 2023, las depredaciones e
incendios en la fecha de la confirmación presidencial en Brasilia; o el 30 de
octubre de 2023, la segunda vuelta de las elecciones y el intento de
interferencia electoral protagonizado por el entonces director de la Policía
Federal de Carreteras; el borrador del golpe con fundamentación jurídica y las
celebraciones violentas del 7 de septiembre de cada año, fecha de la independencia
de Brasil, las amenazas nominales a los Magistrados de la Corte Suprema y sus
familias, la reunión de Jair Bolsonaro con embajadores de otros países para
desacreditar las llamadas urnas electrónicas; y cómo no recordar los ataques
con fuegos artificiales simulando explosiones a la sede de la Corte Suprema por
partidarios acampados en la explanada, advirtiendo a los Magistrados que se
prepararan para lo peor, en junio de 2020. Todos estos hechos concatenados
forman parte de la investigación llevada a cabo por el magistrado Alexandre de
Moraes en la voluminosa investigación que aborda elementos oscuros, como las
amenazas de ahorcamiento recientemente reveladas o el seguimiento, con
interferencias externas, de aproximadamente 30.000 ciudadanos brasileños.
Aún más, ¿basta con limitar el
recuerdo del 8 de enero a las amenazas al sistema electoral? ¿O el sistema
electoral y la justicia no contribuyeron a la desestabilización de la que
fueron víctimas? ¿Cómo no recordar el 30 de agosto de 2018, cuando, por 6 votos
contra 1, los magistrados del TSE inhabilitaron al entonces candidato Lula,
dejando al Partido de los Trabajadores 10 días para sustituir al candidato que
se enfrentaría a Jair Bolsonaro?¿Cómo olvidar el lawfare del Lava Jato?
¿Cómo olvidar la omisión y el papel disfuncional de la Fiscalía General al
bloquear acusaciones e investigaciones que podrían haber evitado el extremismo
político en el país?
¿Es suficiente para una memoria
histórica eficiente que los documentales periodísticos cubran los
acontecimientos de un solo día? En una sociedad que, a pasos agigantados, sabe
ejercer la justicia transicional hasta el punto de crear, por ley, una Comisión
de Amnistía e implementar una Comisión Nacional de la Verdad, una cosa no
excluye la otra: valorar la importancia de los memoriales que ejemplifican la
violencia no impide ejercer la memoria, la verdad y la justicia contra quienes
producen las condiciones de esa misma violencia. Sólo así se puede evitar la
repetición de estos hechos.
La gestación del bolsonarismo y
su amenazante continuidad, el papel de la justicia en el encarcelamiento de un
líder político que hoy es el único capaz de llamar a la unidad, el golpe de
2016 con la supresión anticipada e ilegal de un mandato presidencial y la
sustitución del proyecto soberano de país no se olvidarán jamás. Todo ello sin
olvidar la cúpula militar en cada etapa, que vamos descubriendo poco a poco,
desde las omisiones malintencionadas del 8 de enero hasta el tuit del general
Villas Boas amenazando al Tribunal Supremo, pasando por las caravanas de la
pandemia.
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