martes, 12 de julio de 2016

LA ASAMBLEA DE BARCELONA , 40 AÑOS DESPUES


El 11 de julio de 1976 en la Parroquia de San Medir, se celebraba, en la clandestinidad, la Asamblea General de CCOO que todavía hoy constituye la referencia histórica más decisiva en orden a establecer la fecha en la que CCOO se transforma de un movimiento sociopolítico en un sindicato. Las fotos de las que se dispone  permiten visualizar aquel momento y la carga épica de aquella reunión, con los carteles rotulados a mano y el calor de julio en los rostros y en los vestidos de los reunidos, una asamblea que hoy llama la atención por su abrumadora mayoría masculina. Sin embargo, el resultado de aquella Asamblea no fue la de su conversión en sindicato como normalmente se establece, sino su contrario, puesto que lo que se decidió fue insistir en la gran central unitaria que lograra la unidad sindical desde la base, aunque se decidió la puesta en marcha del bono de 25 pesetas como una forma de señalar la pertenencia a CCOO. La decisión de convertirse en sindicato se adopta en el secretariado de 28 de septiembre de 1976, que es refrendada por la Coordinadora General el 17 de octubre. Es sólo entonces cuando CCOO decide convertirse en un sindicato y entrar a competir en un panorama de pluralismo sindical, apostando eso sí por la unidad de acción desde el comienzo.


El acto y sus pormenores ha sido narrado por un protagonista de aquel momento,  Julián Ariza,  en el blog hermano Metiendo bulla, como “intrahistoria” de la Asamblea de Barcelona. La intrahistoria de la Asamblea de Barcelona

 “En este su 40 Aniversario resulta obligado referirse a ella como el momento en que se abre el tránsito de las Comisiones Obreras, surgidas como movimiento sociopolítico a finales de los años 50 del pasado siglo, para pasar a organizarse como sindicato. Pero esta conmemoración debe servir también para destacar una faceta de nuestra identidad que el curso de los años y la evolución del movimiento sindical en España ha ido colocando en un segundo plano. Me refiero al peso que en nuestro pensamiento tenía la idea de la unidad sindical, que queríamos alcanzar mediante un Congreso Sindical Constituyente a realizar tras la conquista de las libertades democráticas”

“Pese a que el resultado del debate había inclinado la balanza a favor de prever dicha conversión en sindicato, los textos trasladados a la Asamblea, corregidos a última hora para adecuarlos a lo aprobado por el Secretariado, siguieron reflejando el temor a una incomprensión de los delegados, lo que explica que no se explicitara de forma clara ni la decisión de transformarnos en sindicato ni la de pasar a afiliar inmediatamente. El que en su día declaráramos nuestro propósito de no ser ni un sindicato ni un partido y que el gran objetivo no era otro que el de crear una Central de nuevo tipo, unitaria y pluralista, se había convertido en un freno de primer orden para cualquier otra alternativa”.

“En resumen, lo que se hizo en la Asamblea fue trasladar a una decisión posterior este hecho trascendental para nuestro futuro. Eso ocurrió en la reunión de la Coordinadora General que celebramos en octubre de aquel año, donde se aprobó la propuesta del Secretariado realizada pocas semanas antes y en la que se hacía un llamamiento a los trabajadores para afiliarse y organizar el sindicato. Así nació la Confederación Sindical de CCOO”


Históricamente la Asamblea supone un momento de debate sobre  la posibilidad de construir la unidad sindical, un objetivo central en la teoría y la práctica de las CCOO, y su conversión en un sindicato, en un contexto en el que ya la UGT estaba despegando – celebrando su congreso de forma legal – y se desarrollaba el esquema de la transición según el cual se podía considerar dentro del juego democrático al PSOE como único exponente de la izquierda posible por lo que debía mantenerse fuera de él al PCE y retrasar y obstaculizar en lo posible la presencia de CCOO.

Las tensiones fueron muchas, porque la propuesta de la unidad de los trabajadores desde la base, impuesta en las asambleas de las fábricas, era una imagen muy fuerte y de gran arraigo entre los militantes y activistas de CCOO. López Bulla ha narrado en Rassegna Sindacale  CCOO un mito lungo da 40 anni que en Catalunya, que era donde se localizaba la dirección de CCOO nacional después del 1001, la decisión por convertirse en sindicato era algo decidido, mientras que no sucedía así en el resto del Estado. Sartorius ha comentado como Luciano Lama, en Italia, recomendó a Ariza y a él que se dieran prisa en tal transformación porque de lo contrario podían llegar tarde a la constitución de un nuevo marco de sujetos plurales que representaban a la clase trabajadora.

La decisión estaba también impulsada por el PCE, y su adopción definitiva en el despacho de Atocha en octubre de 1976 – meses antes de la matanza en ese mismo local – provocó a su vez la ruptura del ala maoísta – la corriente “minoritaria” - que se escindió en la Asamblea de Coslada el 7 de noviembre de 1976,   y que, sobre la base de reivindicar un espíritu unitario, crearon a su vez dos nuevos sindicatos, la CSUT y el SU, tutelados respectivamente por los partidos - guía PTE y ORT, aprovechando la implantación y el liderazgo en ciertos sectores – Correos, el campo – o provincias  - Navarra, Huelva – en una operación que no duraría más de cinco años en donde sectarismo y corporativismo impulsaron esa opción de escisión.



La Asamblea de Barcelona ha sido recordada en su 40 aniversario por la actual dirección en un acto en el que han intervenido, sindicalistas de a pie y exponentes de la dirección de antaño – Antonio Gutiérrez – junto con nuevos analistas del cambio político europeo como Owen Jones, que declaró el orgullo de ser sindicalista en el siglo XXI. El acto tuvo el reconocimiento institucional que se merecía, con la presencia de la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, dando la bienvenida a los asistentes. Una síntesis de lo que significa, cuarenta años después, CCOO como organización y como figura histórica de este país. En este acto, de manera bien simbólica, se convocó por Ignacio Fernández Toxo, el Congreso de CCOO para junio de 2017.

Y en efecto, recordar hoy la Asamblea de 1976 no supone añorar el tiempo pasado, la épica del antifranquismo y la fuerza de la unidad de una clase más compacta que la que hoy conocemos. En palabras de Joan Carles Gallego,  en la entrada de su blog dedicada a esta celebración, (La Asamblea de Barcelona)  la Asamblea 40 años después “es reivindicar la acción solidaria, la propuesta igualitaria y la organización unitaria. Repensar el sindicalismo es mantenerla conciencia que nos necesitamos todas y todos juntos y organizados ante la injusticia, la opresión y la explotación. Para, a partir de ahí, organizarnos más y mejor, proponer nuevos derechos de trabajo y de vida, establecer estrategias de presión masiva, unitaria, y establecer marcos de negociación y concertación para concretar las medidas que nos hagan avanzar”.

Un acto en todo caso entrañable para el recuerdo de tantas y tantos de los asistentes a Sant Medir, un recuerdo fundamental en el proceso de recuperar la memoria del propio sindicato dentro y fuera de la organización, y la reivindicación de los rasos fundamentales del sindicalismo “de nuevo tipo” que CCOO personifica en nuestro país desde los años sesenta del siglo pasado.




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