El 11 de julio de 1976 en la
Parroquia de San Medir, se celebraba, en la clandestinidad, la Asamblea General
de CCOO que todavía hoy constituye la referencia histórica más decisiva en
orden a establecer la fecha en la que CCOO se transforma de un movimiento sociopolítico
en un sindicato. Las fotos de las que se dispone permiten visualizar aquel momento y la carga
épica de aquella reunión, con los carteles rotulados a mano y el calor de julio
en los rostros y en los vestidos de los reunidos, una asamblea que hoy llama la
atención por su abrumadora mayoría masculina. Sin embargo, el resultado de
aquella Asamblea no fue la de su conversión en sindicato como normalmente se
establece, sino su contrario, puesto que lo que se decidió fue insistir en la
gran central unitaria que lograra la unidad sindical desde la base, aunque se
decidió la puesta en marcha del bono de 25 pesetas como una forma de señalar la
pertenencia a CCOO. La decisión de convertirse en sindicato se adopta en el
secretariado de 28 de septiembre de 1976, que es refrendada por la Coordinadora
General el 17 de octubre. Es sólo entonces cuando CCOO decide convertirse en un
sindicato y entrar a competir en un panorama de pluralismo sindical, apostando
eso sí por la unidad de acción desde el comienzo.
El acto y sus pormenores ha sido
narrado por un protagonista de aquel momento, Julián Ariza, en el blog hermano Metiendo bulla, como “intrahistoria” de la Asamblea de Barcelona. La intrahistoria de la Asamblea de Barcelona
“En este su 40 Aniversario resulta obligado
referirse a ella como el momento en que se abre el tránsito de las Comisiones
Obreras, surgidas como movimiento sociopolítico a finales de los años 50 del
pasado siglo, para pasar a organizarse como sindicato. Pero esta conmemoración debe
servir también para destacar una faceta de nuestra identidad que el curso de
los años y la evolución del movimiento sindical en España ha ido colocando en
un segundo plano. Me refiero al peso que en nuestro pensamiento tenía la idea
de la unidad sindical, que queríamos alcanzar mediante un Congreso Sindical
Constituyente a realizar tras la conquista de las libertades democráticas”
“Pese a que el resultado del
debate había inclinado la balanza a favor de prever dicha conversión en
sindicato, los textos trasladados a la Asamblea, corregidos a última hora para
adecuarlos a lo aprobado por el Secretariado, siguieron reflejando el temor a
una incomprensión de los delegados, lo que explica que no se explicitara de
forma clara ni la decisión de transformarnos en sindicato ni la de pasar a
afiliar inmediatamente. El que en su día declaráramos nuestro propósito de no
ser ni un sindicato ni un partido y que el gran objetivo no era otro que el de
crear una Central de nuevo tipo, unitaria y pluralista, se había convertido en
un freno de primer orden para cualquier otra alternativa”.
“En resumen, lo que se hizo en la
Asamblea fue trasladar a una decisión posterior este hecho trascendental para
nuestro futuro. Eso ocurrió en la reunión de la Coordinadora General que celebramos
en octubre de aquel año, donde se aprobó la propuesta del Secretariado
realizada pocas semanas antes y en la que se hacía un llamamiento a los
trabajadores para afiliarse y organizar el sindicato. Así nació la
Confederación Sindical de CCOO”
Históricamente la Asamblea supone
un momento de debate sobre la
posibilidad de construir la unidad sindical, un objetivo central en la teoría y
la práctica de las CCOO, y su conversión en un sindicato, en un contexto en el
que ya la UGT estaba despegando – celebrando su congreso de forma legal – y se
desarrollaba el esquema de la transición según el cual se podía considerar
dentro del juego democrático al PSOE como único exponente de la izquierda
posible por lo que debía mantenerse fuera de él al PCE y retrasar y obstaculizar en lo posible la
presencia de CCOO.
Las tensiones fueron muchas,
porque la propuesta de la unidad de los trabajadores desde la base, impuesta en
las asambleas de las fábricas, era una imagen muy fuerte y de gran arraigo
entre los militantes y activistas de CCOO. López Bulla ha narrado en Rassegna Sindacale CCOO un mito lungo da 40 anni que en
Catalunya, que era donde se localizaba la dirección de CCOO nacional después
del 1001, la decisión por convertirse en sindicato era algo decidido, mientras
que no sucedía así en el resto del Estado. Sartorius ha comentado como Luciano
Lama, en Italia, recomendó a Ariza y a él que se dieran prisa en tal
transformación porque de lo contrario podían llegar tarde a la constitución de
un nuevo marco de sujetos plurales que representaban a la clase trabajadora.
La decisión estaba también
impulsada por el PCE, y su adopción definitiva en el despacho de Atocha en
octubre de 1976 – meses antes de la matanza en ese mismo local – provocó a su
vez la ruptura del ala maoísta – la corriente “minoritaria” - que se escindió
en la Asamblea de Coslada el 7 de noviembre de 1976, y que, sobre
la base de reivindicar un espíritu unitario, crearon a su vez dos nuevos
sindicatos, la CSUT y el SU, tutelados respectivamente por los partidos - guía PTE y ORT, aprovechando la implantación y el liderazgo en ciertos sectores –
Correos, el campo – o provincias -
Navarra, Huelva – en una operación que no duraría más de cinco años en donde
sectarismo y corporativismo impulsaron esa opción de escisión.
La Asamblea de Barcelona ha sido
recordada en su 40 aniversario por la actual dirección en un acto en el que han
intervenido, sindicalistas de a pie y exponentes de la dirección de antaño –
Antonio Gutiérrez – junto con nuevos analistas del cambio político europeo como
Owen Jones, que declaró el orgullo de ser sindicalista en el siglo XXI. El acto
tuvo el reconocimiento institucional que se merecía, con la presencia de la
alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, dando la bienvenida a los asistentes. Una
síntesis de lo que significa, cuarenta años después, CCOO como organización y
como figura histórica de este país. En este acto, de manera bien simbólica, se
convocó por Ignacio Fernández Toxo, el Congreso de CCOO para junio de 2017.
Y en efecto, recordar hoy la Asamblea de 1976 no supone
añorar el tiempo pasado, la épica del antifranquismo y la fuerza de la unidad
de una clase más compacta que la que hoy conocemos. En palabras de Joan Carles Gallego,
en la entrada de su blog dedicada a esta
celebración, (La Asamblea de Barcelona)
la Asamblea 40 años después “es
reivindicar la acción solidaria, la propuesta igualitaria y la organización unitaria.
Repensar el sindicalismo es mantenerla conciencia que nos necesitamos todas y
todos juntos y organizados ante la injusticia, la opresión y la explotación. Para,
a partir de ahí, organizarnos más y mejor, proponer nuevos derechos de trabajo
y de vida, establecer estrategias de presión masiva, unitaria, y establecer
marcos de negociación y concertación para concretar las medidas que nos hagan
avanzar”.
Un acto en todo caso entrañable para el recuerdo de tantas y
tantos de los asistentes a Sant Medir, un recuerdo fundamental en el proceso de
recuperar la memoria del propio sindicato dentro y fuera de la organización, y
la reivindicación de los rasos fundamentales del sindicalismo “de nuevo tipo”
que CCOO personifica en nuestro país desde los años sesenta del siglo pasado.
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