Es una fecha para reclamar la presencia de la clase trabajadora en el
corazón de las sociedades. Su historia se liga con las luchas y las conquistas
obreras. Hoy es un momento que protagonizan los sindicatos, que salen a la
calle con sus banderas y sus canciones para recordar que la riqueza del mundo
la crea el trabajo, aunque no en todas estas manifestaciones se recuerde
también que se la apropia el capital. La Confederación Sindical Internacional
ha declarado, ante este 1º de mayo, que “los logros de generaciones de
trabajadores y trabajadoras, que se celebran en este día, están sometidos a
ataques continuos y sistemáticos, dado que las poderosas multinacionales y un
puñado de personas inmensamente ricas son quienes establecen las reglas de la
economía mundial”.
Esta Confederación ha presentado un panorama global desolador: “Decenas de
millones de mujeres y hombres están sometidos a condiciones de esclavitud
moderna, y muchos más constituyen la mano de obra oculta de las cadenas de
suministro, se les deniega el derecho a establecer sindicatos o a recibir un
salario mínimo vital, y a menudo están sometidos a condiciones de trabajo
peligrosas y denigrantes. El 40% de la mano de obra mundial está atrapada en la
economía mundial, sin disfrutar de derechos y llevando una existencia precaria.
El venenoso dogma de la austeridad, diseñado para transferir aún mayores riquezas
al 1%, afecta particularmente a las mujeres y frena cualquier perspectiva de
progreso respecto a los grandes desafíos de nuestros tiempos”. Y ni siquiera una
situación general de paz a nivel global está asegurada. En efecto – prosigue la
CSI – “con más de mil millones de personas afectadas por la violencia o la
inseguridad, y cientos de miles situados en primera línea de conflictos
armados, la amenaza de nuevas guerras nunca es muy remota. No puede haber paz
sin derechos humanos, y es la garantía de los derechos humanos, incluidos los
derechos fundamentales de los trabajadores, lo que sienta las bases para la
prosperidad y la paz.”
La situación a nivel global es ciertamente preocupante. El dominio pleno de
la financiarización de la economía rompe las reglas democráticas país por país,
región por región. Para el sindicalismo internacional, eso implica que “el
sistema económico se ha roto, y las reglas deben revisarse, por y para la
mayoría y no solo unos pocos”.
En América la situación política plantea una enorme confusión. No sólo por
la presencia al frente de los USA de un neoliberalismo agresivo que refuerza el
unilateralismo a nivel global de forma preocupante, sino por el ascenso de
formas autoritarias en las relaciones políticas, sociales y, naturalmente,
laborales, que cobran además carta de naturaleza en otros regímenes del
continente. Las imposiciones financieras del pago de la deuda asfixian a las naciones,
desde Puerto Rico y el Caribe hasta el sur. El caso más llamativo es el de
Brasil, con un gobierno surgido de un golpe institucional que está procediendo
a liquidar el patrimonio de derechos creados durante la democracia y ampliados
bajo la presidencia de Lula y posteriormente de Dilma, y en donde se ha
efectuado el 28 de abril una huelga general de enorme amplitud. Pero las
tendencias presentes en Argentina, con el gobierno Macri, denotan una cierta
convergencia de objetivos negativos para las clases trabajadoras. Sólo el
desarrollo positivo que se está dando en Colombia como consecuencia del proceso
de paz y la victoria de Lenin en Ecuador dan un contrapunto positivo a este
escenario extraordinariamente preocupante. Pero en general se aprecia un “retorno
a la agenda neoliberal” que implica
ataques muy incisivos a los derechos laborales, la protección social,
los salarios y las garantías para la negociación colectiva, lo que ha acelerado
los niveles de pobreza y exclusión en la región.
Y ante esta situación la Confederación Sindical de las Américas (CSA-CSI), “reivindica
que la pauta de lucha de los sindicatos a nivel nacional debe incorporar,
necesariamente, el enfrentamiento al neoliberalismo y sus instrumentos, los
tratados de libre comercio e inversión y el papel de las empresas
multinacionales, como beneficiarias de la agenda neoliberal. Igualmente la
defensa de la democracia frente a la agresiva y conservadora agenda de los
factores de poder, reivindicando la integración y la soberanía de nuestros
pueblos como camino necesario a la construcción de una agenda alternativa con
garantía de los derechos, democracia y sustentabilidad social y ambiental”, y
prepara una “Jornada Continental por la Democracia y Contra el Neoliberalismo”
junto a sus organizaciones afiliadas y los movimientos sociales aliados, “para
enfrentar en unidad y movilización de los pueblos a quienes son los principales
beneficiarios de la agenda conservadora y neoliberal”.
En Europa, la Confederación Europea de Sindicatos (CES) convoca a las
manifestaciones del 1º de mayo en el marco de dos de sus campañas centrales, la
del aumento salarial generalizado en Europa, con la propuesta de un salario
mínimo europeo, y la de desarrollar el pilar social europeo en un sentido
amplio y desarrollado. El sindicalismo europeo entiende que hay que dar
comienzo a un cambio de ciclo en las reivindicaciones desarrolladas en cada
país sobre la base de que las políticas de austeridad deben darse por
terminadas, y por tanto comenzar un camino de recuperación de condiciones de
trabajo, comenzando por los salarios como primera exigencia.
En el sindicalismo europeo sin embargo, las diferentes situaciones de
partida se materializan en prioridades diferentes. No es lo mismo el
sindicalismo de los países endeudados, afectados de manera brutal por las
políticas de austeridad, que la problemática acuciante del Brexit para los
sindicatos británicos, o la relación directa entre los escenarios políticos que
se sustancian en este año en importantes países europeos, en especial en Alemania.
Además, la división sindical sigue siendo en algunas naciones, como
señaladamente en Francia, un elemento negativo para las reivindicaciones
sindicales.
En España, el sindicalismo confederal ha podido organizar 73 manifestaciones
en todo el país, lo que implica una amplia capacidad de inserción en el tejido
social y una presencia colectiva extremadamente bien arraigada. Los objetivos
del primero de mayo no dejan de lado los espacios de negociación con el poder
público, en especial en materia de protección social, pero están principalmente
dirigidos a la CEOE-CEPYME en la línea ya señalada por la CES de un cambio de
tendencia respecto de la devaluación salarial y la degradación de las
condiciones de trabajo y de empleo de estos últimos años. Tarea no ha de faltar, y la proximidad del
Congreso de CCOO en junio de este año seguramente dará más pistas sobre la
presión que ha de llevar consigo en los lugares de trabajo y en las calles una
estrategia de movilización en este sentido.
Mañana veremos en los diarios las imágenes de estas movilizaciones a lo
largo de todo el mundo, que darán sentido al carácter internacionalista de la
fecha. Como resume la CSI, “durante 130 años, este día ha sido una ocasión para
celebrar la solidaridad y rendir homenaje a todos aquellos que sacrificaron tanto
en la causa por la justicia social. En 2017, el Primero de Mayo nos brinda una
vez más la ocasión para demostrar la fuerza y la determinación de la clase
trabajadora frente a la opresión, dar muestras de solidaridad dentro y fuera de
las fronteras nacionales, y avanzar en la tarea de construir un mundo mejor”.
Es un buen resumen plenamente asumible.
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