Jubilosamente se ha recibido en Parapanda la concesión del premio de excelencia investigadora "Gabriel Alonso de Herrera" a Antonio Baylos, en razón de su dedicación al derecho del trabajo y a la defensa de los derechos de los trabajadores. El premio lo concede la Junta de Comunidades de Castilla La Mancha y se ha entregado por el presidente de la región machega, José Maria Barreda, en un acto público con gran boato y prosapia ante nutrida asistencia de diversas autoridades, amigos y familiares del premiado. A continuación se inserta el texto de la alocución que dirigió Baylos a la selecta concurrrencia.
Querido Presidente, Secretario de Estado, Consejera de Educación, querida Consejera de Trabajo y Empleo, viceconsejero de ciencia e investigación, Rector de la Universidad Complutense, Vicerrectores de la UCLM, otras autoridades presentes, amigas y amigos:
He sido elegido para intervenir en este acto en función de mi condición de senior, lo que viene a querer decir, de manera elegante, que soy posiblemente el de mayor edad de todos los premiados. Esa posición se ha acompañado de una larga permanencia en la UCLM, desde que en ella obtuve la cátedra a comienzos de 1991. Lo que implica que he acompañado durante un largo espacio de tiempo la andadura de la universidad y del poder público de nuestra Comunidad Autónoma, cuestión que me permite ahora realizar algunas breves anotaciones contextuales a este acto.
En efecto, más allá de la obviedad de lo que supone un acontecimiento de estas características, el reconocimiento por parte de la JCCM de la capacidad investigadora de determinados miembros de la comunidad universitaria, estos premios denotan la importancia excepcional que el gobierno de Castilla La Mancha ha asignado a la universidad pública y de calidad como eje no solo de sus políticas educativas, sino del impulso a la investigación científica y social. Ambas dimensiones, la formativa y educativa y la investigadora, potencian el desarrollo económico de la región y fortalecen las relaciones sociales en la misma; pero ante todo implican una extensión igualitaria del acceso a la cultura y al desarrollo del progreso científico que amplia y vigoriza la condición de ciudadano. Como profesor de la UCLM he podido apreciar que el poder público autonómico se ha mostrado siempre cercano y propicio, dispuesto a trabajar con la universidad y a hacer que los universitarios trabajáramos a gusto, apoyados por la acción de fomento de nuestros empeños y tareas docentes e investigadoras. Y me parece que en la actitud de nuestro Presidente Barreda se puede percibir sin esfuerzo un especial feeling con la Universidad que va más allá de una convicción racional de la importancia de la instrucción superior en el desarrollo de las sociedades modernas.
Pero si eso es así, también tengo que decir que la Universidad ha sabido forjar desde que yo tengo recuerdos una relación de colaboración y de complicidad con el gobierno de la Junta de comunidades, secundando los proyectos de transformación social que supone la construcción de una extensa e intensa red de conocimientos a través de la estructura universitaria, e insertándose en muchos de los aspectos nucleares de la acción de gobierno y de administración en tantas materias decisivas para la calidad de vida de los ciudadanos de la región. Los rectores de la UCLM han sabido actuar así en el convencimiento de que se trataba de una convergencia beneficiosa y provechosa tanto para las gentes de la universidad como para la ciudadanía de la Comunidad Autónoma.
Ese círculo virtuoso ha facilitado la investigación de nuestros universitarios en nuestra región, con proyección nacional e internacional. Los premios que ahora celebramos lo atestiguan sobradamente. Todos los premiados expresan, de una u otra forma, que la calidad y cantidad de los procesos de producción de ciencia y de teoría son muy potentes en la UCLM y en Castilla La Mancha. En mi caso además, se da la circunstancia de que por primera vez se ha otorgado un premio a la excelencia investigadora en ciencias sociales, y en concreto por un trabajo continuado en la definición del sistema jurídico – laboral en defensa de los derechos de los trabajadores. No es necesario que resalte la emoción y el orgullo que siento por ello. Pero un premio a la “excelencia” de un investigador supone siempre una recompensa y un reconocimiento a un grupo de investigación que le acompaña, en este caso al muy activo y numeroso colectivo de juristas del trabajo de nuestra Universidad. Es un grupo que se ha ido formando poco a poco, madurando cuidadosamente en una transición generacional apropiada que hoy es evidente en las distintas generaciones de profesores e investigadores en derecho del trabajo y en los sistemas de protección social que convivimos en la UCLM. Juntos hemos sabido crear un espacio de libertad y de crítica que hemos volcado en nuestra forma de producir teoría y en entablar un diálogo con los sujetos sociales que buscan la transformación emancipadora de la sociedad. No podría mencionarlos a todos, pero todos están en este premio, que les pertenece a ellos tanto como a mi. Dejadme sin embargo que mencione sólo a mi hermano Joaquín Aparicio y a mi amigo Luis Collado, quienes, con la inestimable ayuda de Maria José Romero, han preparado y propiciado mi candidatura sin la cual este premio no habría sido concedido.
Por último, es evidente que detrás del investigador universitario siempre hay un espacio de felicidad que suele permanecer en el área de lo íntimo y privado. Conviene ahora desvelarlo sólo por un instante. Mi mujer, Margarita Barañano, y mi hijo, Daniel, son las personas que sin lugar a dudas me permiten cada día sentirme a gusto en mi trabajo y en la vida. A ellos les dedico este premio.
Muchas gracias.
He sido elegido para intervenir en este acto en función de mi condición de senior, lo que viene a querer decir, de manera elegante, que soy posiblemente el de mayor edad de todos los premiados. Esa posición se ha acompañado de una larga permanencia en la UCLM, desde que en ella obtuve la cátedra a comienzos de 1991. Lo que implica que he acompañado durante un largo espacio de tiempo la andadura de la universidad y del poder público de nuestra Comunidad Autónoma, cuestión que me permite ahora realizar algunas breves anotaciones contextuales a este acto.
En efecto, más allá de la obviedad de lo que supone un acontecimiento de estas características, el reconocimiento por parte de la JCCM de la capacidad investigadora de determinados miembros de la comunidad universitaria, estos premios denotan la importancia excepcional que el gobierno de Castilla La Mancha ha asignado a la universidad pública y de calidad como eje no solo de sus políticas educativas, sino del impulso a la investigación científica y social. Ambas dimensiones, la formativa y educativa y la investigadora, potencian el desarrollo económico de la región y fortalecen las relaciones sociales en la misma; pero ante todo implican una extensión igualitaria del acceso a la cultura y al desarrollo del progreso científico que amplia y vigoriza la condición de ciudadano. Como profesor de la UCLM he podido apreciar que el poder público autonómico se ha mostrado siempre cercano y propicio, dispuesto a trabajar con la universidad y a hacer que los universitarios trabajáramos a gusto, apoyados por la acción de fomento de nuestros empeños y tareas docentes e investigadoras. Y me parece que en la actitud de nuestro Presidente Barreda se puede percibir sin esfuerzo un especial feeling con la Universidad que va más allá de una convicción racional de la importancia de la instrucción superior en el desarrollo de las sociedades modernas.
Pero si eso es así, también tengo que decir que la Universidad ha sabido forjar desde que yo tengo recuerdos una relación de colaboración y de complicidad con el gobierno de la Junta de comunidades, secundando los proyectos de transformación social que supone la construcción de una extensa e intensa red de conocimientos a través de la estructura universitaria, e insertándose en muchos de los aspectos nucleares de la acción de gobierno y de administración en tantas materias decisivas para la calidad de vida de los ciudadanos de la región. Los rectores de la UCLM han sabido actuar así en el convencimiento de que se trataba de una convergencia beneficiosa y provechosa tanto para las gentes de la universidad como para la ciudadanía de la Comunidad Autónoma.
Ese círculo virtuoso ha facilitado la investigación de nuestros universitarios en nuestra región, con proyección nacional e internacional. Los premios que ahora celebramos lo atestiguan sobradamente. Todos los premiados expresan, de una u otra forma, que la calidad y cantidad de los procesos de producción de ciencia y de teoría son muy potentes en la UCLM y en Castilla La Mancha. En mi caso además, se da la circunstancia de que por primera vez se ha otorgado un premio a la excelencia investigadora en ciencias sociales, y en concreto por un trabajo continuado en la definición del sistema jurídico – laboral en defensa de los derechos de los trabajadores. No es necesario que resalte la emoción y el orgullo que siento por ello. Pero un premio a la “excelencia” de un investigador supone siempre una recompensa y un reconocimiento a un grupo de investigación que le acompaña, en este caso al muy activo y numeroso colectivo de juristas del trabajo de nuestra Universidad. Es un grupo que se ha ido formando poco a poco, madurando cuidadosamente en una transición generacional apropiada que hoy es evidente en las distintas generaciones de profesores e investigadores en derecho del trabajo y en los sistemas de protección social que convivimos en la UCLM. Juntos hemos sabido crear un espacio de libertad y de crítica que hemos volcado en nuestra forma de producir teoría y en entablar un diálogo con los sujetos sociales que buscan la transformación emancipadora de la sociedad. No podría mencionarlos a todos, pero todos están en este premio, que les pertenece a ellos tanto como a mi. Dejadme sin embargo que mencione sólo a mi hermano Joaquín Aparicio y a mi amigo Luis Collado, quienes, con la inestimable ayuda de Maria José Romero, han preparado y propiciado mi candidatura sin la cual este premio no habría sido concedido.
Por último, es evidente que detrás del investigador universitario siempre hay un espacio de felicidad que suele permanecer en el área de lo íntimo y privado. Conviene ahora desvelarlo sólo por un instante. Mi mujer, Margarita Barañano, y mi hijo, Daniel, son las personas que sin lugar a dudas me permiten cada día sentirme a gusto en mi trabajo y en la vida. A ellos les dedico este premio.
Muchas gracias.
5 comentarios:
Felicidades mil. Revoloteo de campanas canoras en Parapanda. Consumo entusiasta de morapio lugareño. Los gritos más apaludidos fueron: Viva Baylos. Viva Daniel. Viva su tierna esposa. Aunque el más emocionado fue: Viva la madre que te parió.
Enhorabuena, profesor!! Que siga usted así y que los dioses acompañen su personal viaje a Ítaca!
Muchas felicidades Antonio, y que disfrutes este merecido premio con tu familia y con todos tus amigos.
Me gustaría agradecer la publicación de la información sobre este premio que, de manera relevante, han dado la Fundación Sindical de Estudios y la Fundación 1 de mayo, y los amables comentarios que ha generado en esta página.
Me alegro mucho por el premio de investigación, me extraña que en la página web de la UCLM (que yo sepa) no han publicado la noticia.
Enhorabuena
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