El Lobby
Europeo de Mujeres, en inglés European Women´s Lobby (EWL), ha
publicado a comienzos de abril de 2020, un informe político en relación con la
igualdad y el COVID 19. EWL es la organización europea que agrupa a las plataformas
nacionales de los 27 países de la Union más las del Reino Unido, Islandia,
Turquía, Macedonia del Norte, Serbia y Albania (que no pertenecen a la UE). Es
la organización de asociaciones de mujeres fundamental en Europa. A su consejo
de dirección pertenece Teresa Nevado, que ha tenido la amabilidad de ponerlo
en común con los integrantes de un club - la Tertulia Macario Barjas - dirigido
por Juan Moreno y Laureano Cuerdo que se reúne mensualmente a debatir cuestiones
de actualidad en el Centro Abogados de Atocha de Madrid. Ese texto ha llamado
la atención de la profesora de Derecho del Trabajo de la UCLM en Cuenca, Patricia
Espejo, que ha efectuado en exclusiva para este blog el siguiente
comentario-resumen que publicamos a continuación.
LA PANDEMIA COMO
HITO RECOMPONEDOR Y COMO OPORTUNIDAD PARA VALORIZAR EL TRABAJO DONADO DE LAS
MUJERES
Patricia Espejo
(UCLM)
La crisis contemporánea parece
amenazar la continuidad de todo un sistema. Un virus puede ser quien ponga en
jaque el hasta ahora modelo hegemónico de ordenación de la vida y la crisis que
este trae consigo podría erigirse como una oportunidad de cambio a muchos
niveles que permita, en definitiva, resignificar las relaciones humanas y
caminar hacia un nuevo modelo de convivencia que no castigue a la mitad de su
población. Esta situación nos invita a convertir la dificultad en una valiosa
pertinencia para repensar los procesos productivos y poner el foco en las
personas, (re)estableciendo las reglas del juego para hacer del planeta un
lugar salubre, seguro y sostenible donde la igualdad de trato y de
oportunidades se materialice, al fin, en un igual disfrute de los recursos, de
la salud y de la independencia y libertad económicas, tan necesario todo ello para
transitar una vida con dignidad. Este es el contexto del que parte del informe
político del EWL que lleva por título Las mujeres no deben pagar el precio
por el Covid-19, y organiza las acciones que entiende prioritarias en
cuatro bloques temáticos que conviene ordenar separadamente para comprender
mejor su irremediable conexión.
En primer lugar, se considera
imprescindible para proteger los principios democráticos europeos resituar
la igualdad real entre mujeres y hombres en el corazón de la respuesta al
coronavirus COVID-19 desde la Unión Europea. Y es que no parece una opción
válida lanzar la pelota al tejado de los Estados miembros en estos momentos
difíciles -como viene ocurriendo- sino de mostrar, como Comunidad plural y
sólida, fortaleza y solidaridad con sus mujeres, perjudicadas siempre y especialmente
damnificadas en estos momentos. Para ello, la Unión Europea deberá preservar firmemente
el igual acceso a los recursos de las personas más vulnerables en aras a minimizar
las secuelas que desproporcionadamente van a padecer como consecuencia de esta
gravísima crisis sanitaria. Por ejemplo, es prioritario garantizar la “correcta
aplicación” de las diferentes acciones que para los cinco próximos años se
recogen en la Estrategia de la Comisión Europea para la Igualdad de Género
2020-2025, recientemente publicada, por la que la UE se compromete a
incluir el principio de igual trato entre mujeres y hombres en todas sus
políticas, cumpliendo, así, el ODS n. 5 de las Naciones Unidas. Una correcta
aplicación de todas sus acciones que evite, en definitiva, que la actual crisis
disminuya los efectos transformadores que supondría la efectiva puesta en
marcha de la precitada Estrategia.
Se destaca la trascendencia que
las políticas transformadoras de corte social tienen en el fortalecimiento de
procesos equitativos de toma de decisión de la vida en Europa, para lo que es
imprescindible que se garantice que las mujeres tienen un espacio para ser
escuchadas y adecuadamente representadas. Dar audiencia y voz a las mujeres, en
lugar de pensar y decidir por ellas, es la única manera posible de soslayar la
aprobación de políticas gender blind, como ocurrió en la anterior
crisis.
En segundo lugar, la mirada se
dirige hacia la urgencia de combatir la violencia machista; una
lacra que devasta la salud de la mitad de la humanidad y cuya erradicación es decisiva.
Se muestran cifras estremecedoras del aumento de esta violencia desde el inicio
de la pandemia del COVID-19 a partir de los datos proporcionados por distintos
países europeos y se denuncia cualquier inacción pública en relación con esta violencia
en estos momentos en los que, más que nunca, está en juego las vidas de
millones de mujeres y niñas maltratadas física y/o psicológicamente,
explotadas, abusadas, violadas, esclavizadas... La petición del EWL es clara: financiación
urgente a los proveedores de servicios de apoyo y protección de las mujeres que
sufren la violencia machista en cualquiera de sus formas, incluida las mujeres
explotadas por la industria prostitucional. Y es que es muy preocupante la
situación de las mujeres víctimas de la esclavitud sexual, donde, además,
la habitual condición de migrantes las (re)victimiza y dificulta su acceso a
todos los recursos existentes en el país de destino. Por esta razón, el Informe
insta a los gobiernos a asegurar el correcto funcionamiento de todos los
servicios que protegen a las mujeres y niñas víctimas de la violencia y la
explotación masculinas, sin olvidar en ningún momento a las mujeres migrantes que
se hallan, por lo común, prestando sus servicios en trabajos altamente
precarizados. Indudablemente, estas mujeres corren un alto riesgo en estos
momentos de perder su empleo y acabar explotadas/tratadas sexualmente. Por
eso insisten en la necesidad de que la Unión europea se adhiera al Convenio de
Estambul y adopte una Directiva sobre la prevención y la lucha contra todas las
formas de violencia contra las mujeres y las niñas .
En tercer lugar, se aborda la
necesidad de “realizar la economía feminista”, que no es otra cosa que manejar
la crisis actual como una ‘oportunidad’ para sentar definitivamente las bases
de una economía integradora de todas las fuerzas de trabajo que sostienen la
vida. Es decir, aprovechar la dificultad como impulso hacia la
construcción de relaciones que pongan la vida en el centro de la economía. El
EWL hace hincapié en el liderazgo femenino en la prestación de servicios de
“primera línea”, esenciales para la “existencia humana”. En la medida en que “las
mujeres son la columna vertebral de la sociedad”, sus trabajos imprescindibles
para el sostenimiento de la vida deben ser de una vez por todas valorados en
consecuencia.
El informe propone medidas
concretas en el marco de la asunción por la Unión de las consecuencias de la
grave crisis generada por el Covid-19. No solo “flexibilizar” los criterios del
Pacto de Estabilidad y reorientar los Fondos de Cohesión, sino que se incorpore
la perspectiva de género a las prioridades de gasto y se declaren como
servicios esenciales todos los servicios de apoyo a la mujer. El desarrollo de
una “economía asistencial” debe estar en la base de las iniciativas financieras
de apoyo a los estados miembros ante las consecuencias del Covid-19, sin que el
lobby se pronuncie sobre la preferencia entre los “corona bonos” o la
reorientación de los Fondos de Cohesión. Además de ello, se debería asegurar
que el próximo Marco Financiero Plurianual (2021-2027) previera la aplicación
de la integración de la perspectiva de género, una garantía financiera para las
organizaciones de mujeres y la realización de un Care Deal para Europa.
Es por tanto fundamental invertir en una economía de la atención, lo que
incluiría esfuerzos particulares para mejorar los sistemas de atención a los
ancianos, principalmente mujeres, con un sistema de financiación que reduzca el
enorme peso de los gastos y esfuerzos en sus familias, en su mayoría mujeres.
Coherentemente, se solicita al Banco Europeo de Inversiones que garantice que
su presupuesto anual se destine al desarrollo de la economía asistencial en el
marco de su compromiso con la igualdad y el empoderamiento económico de la
mujer. Sería por tanto imprescindible que Europa liderase el cambio de modelo
productivo incorporando la contribución real de las mujeres a la economía.
El informe alude a los países que
considera que están gestionando la crisis de Covid-19 aplicando políticas que
piensan en las mujeres (España, Letonia, Alemania, Hungría, Irlanda, República
Checa, Bélgica o Italia), destacando la instauración por parte del gobierno
español de un subsidio extraordinario para las personas empleadas del hogar,
sector donde el 96% son mujeres, o la ampliación italiana de la licencia
paternal y de las primas para las personas que cuidan de las niñas y niños en
el hogar. Y en este punto hace una importante reflexión en torno a la trascendencia
de ubicar la equidad y la solidaridad no solo como ejes de la política de un
país sino entre países que forman parte de una entidad geopolítica que no debe
olvidar sus raíces en estos momentos difíciles donde, como antaño, resulta
vital el diseño de redes de ayuda mutua que garanticen la prosperidad, la
estabilidad y la paz de los territorios que la integran.
Deviene necesario no atrasar por
más tiempo la reformulación y reorganización del actual modelo macroeconómico y
su manera de medir el crecimiento y la productividad, o, en palabras del EWL,
“colocar el cuidado en el centro de nuestra economía” (en la
línea de otro informe del EWL llamado “Pacto Púrpura”). Solo así Europa
respetaría adecuadamente los mandatos recogidos en el art. 2 del Tratado de
Lisboa, en el art. 8 del TFUE y en el art. 23 de la Carta de Derechos
Fundamentales que exigen el respeto del principio de la igualdad de trato y
oportunidades entre mujeres y hombres en todos los ámbitos, también el
económico.
En cuarto y último lugar, aparece
la preservación de la salud como prioridad central en la respuesta europea ante
los retos venideros de orden social, político y económico. Construir un
sistema de salud equitativo es para el EWL el cuarto pilar esencial
donde debe reposar la nueva economía; la salud en condiciones de igualdad
como centro de la vida. El EWL se muestra profundamente preocupado por todas las
mujeres que en pleno siglo XXI todavía se ven obligadas a ocuparse de la
práctica totalidad de los trabajos de sostenimiento de la vida y los hogares, cargando
sobre su espalda el peso de los cuidados de otras, de otros, y de la casa, y abandonando,
a menudo, su propio cuidado; las que corren un riesgo inminente de sufrir
violencia por parte de su pareja en el hogar; las que sobreviven a la violencia
sexual de los territorios en guerra; las que viven en refugios y son, así
mismo, violentadas; las explotadas sexualmente, las tratadas y las prostituidas
supuestamente bajo su consentimiento; las romaníes; las de otras etnias; las
que tienen capacidades diferentes; las migradas; las indocumentadas; las
mujeres en las cárceles víctimas de mafias de diversa índole o las mujeres que
desempeñan cada día empleos minusvalorados, infra retribuidos y absolutamente
precarizados. Son mujeres, y niñas, que por privárseles de su libertad y de su
independencia económica necesitan protección; ahora más que nunca. Porque su
desatención sería, en definitiva, otra forma de violencia y un grave menoscabo
de su salud.
En conclusión, el reconocimiento
del desigual escenario vital existente desde una perspectiva de género explica
el impacto dispar de la crisis en mujeres y en hombres, lo que explica que el
informe comentado se subtitule “Poner la igualdad entre mujeres y hombres en el
corazón de la respuesta a COVID-19 a través de Europa”. Una reflexión muy sugerente
y sin embargo poco comentada, que persigue crear acciones especificas y
eficaces que sean capaces de minimizar el fuerte impacto nocivo de la crisis
sanitaria en una parte de la población cuya salud física, psicológica y
emocional se encuentra especialmente deteriorada.