Del XI congreso de CCOO que se celebró hace un mes en
Madrid, se recuerda fundamentalmente el cambio producido en la secretaría
general, la nueva conformación de la Comisión ejecutiva, y la orientación
ofensiva que en esta nueva etapa, una vez superado el terrible quinquenio de
las políticas de austeridad y las reformas laborales, se proponía entablar este
sindicato. Una reflexión sobre estos asuntos ha sido efectuada en este propio
blog en esta entrada Un sindicato a la ofensiva . Pero además, y aunque debería darse
por sabido a veces no se repara en que un Congreso sindical es fundamentalmente
un gran laboratorio de ideas y de análisis que tiene un fuerte anclaje en el
período reciente de la trayectoria sindical, y que se proyectan hacia el futuro
como requerimientos estratégicos. Lamentablemente muchos de estos análisis no
son luego conocidos ni siquiera por el amplio círculo de los afiliados al
sindicato y mucho menos desde luego por los especialistas en el tema,
concretamente los creadores de opinión y los informadores, para los cuales son
textos sin interés.
Es muy frecuente por tanto que los documentos de un congreso sindical sean
ante todo conocidos por los delegados y luego en general terminen subsumidos en
el tráfago de documentos y de opiniones que tienen que afrontar la realidad
cotidiana en las relaciones laborales. Si eso sucede con el Informe General –
en el que se hace un resumen y una valoración de la acción del sindicato en los
últimos cuatro años – y con el programa de acción, mucho más sucede con las
numerosas resoluciones que sobre temas particulares se adoptan en los congresos
sindicales, que tienen que ver en muchas ocasiones con conflictos
internacionales, elementos políticos o luchas concretas y sostenidas de los
trabajadores y trabajadoras del país.
En el XI Congreso de CCOO, sin embargo, resalta una Resolución específica
que se hizo votar por el pleno y que tiene una extraordinaria importancia en
cuanto que aborda el tema de la igualdad entre mujeres y hombres no sólo como
objetivo de la acción sindical, en la negociación colectiva, la participación
institucional y la acción colectiva en los centros de trabajo. El texto
aprobado se sitúa específicamente en el interior del sindicato y considera su
análisis desde dentro de las estructuras sindicales. El contenido de dicha
Resolución no me parece sin embargo que haya tenido la difusión que debiera, y
conviene rescatarla para en la medida de lo posible difundirla en ambientes no
estrictamente sindicales. Son muchas las personas en efecto que se han
preocupado por la presencia de mujeres en el interior de los sindicatos, la
consideración de la igualdad dentro de sus estructuras, la incidencia de una
desigual participación por género en la elaboración de las políticas
sindicales, y así sucesivamente.
En cualquier caso la lectura de la
Resolución es plenamente indicativa de su trascendencia como análisis y como
programa de acción. En el cuerpo de la misma, cuando se enuncia un catálogo de
compromisos – de prioridades, de buenas prácticas y de medidas de promoción
positiva – hay todo un programa de acción que resulta extremadamente relevante
para la consideración del sindicato como un espacio de igualdad efectiva frente
a lo que todavía resiste cultural y rutinariamente, y que pretende confinar en
un ámbito de “especialidad” la temática de género. El texto es el que sigue :
RESOLUCIÓN POR LA IGUALDAD REAL
ENTRE MUJERES Y HOMBRES EN LAS CCOO
Las
mujeres seguimos ampliando nuestra presencia en las bases y avanzando en
puestos intermedios, pero aún seguimos representando apenas el 14,5% de los
cargos de máximo poder en los sindicatos europeos. Según la CES de los 55
cargos sindicales con máximo poder político en Europa, las mujeres ocupamos
solo 8, y la situación ha empeorado en los últimos cinco años. CCOO tampoco es
ajena a esta realidad. Las mujeres representamos el 42% de la afiliación de
CCOO y el 39% del total de delegados y delegadas de nuestra organización. Sin
embargo, estos porcentajes no se corresponden con el peso real que ostentamos
en los ámbitos de toma de decisión (incluso en sectores altamente feminizados)
y la igualdad efectiva sigue siendo aún una asignatura pendiente. La mujer en
CCOO sigue sin ocupar la parte que le corresponde en los cargos de mayor
responsabilidad política, seguimos estando relegadas en muchos casos a un lugar
subalterno y seguimos sin tener un papel de equivalencia en las relaciones de
poder.
Es
necesario, por tanto, asumir compromisos concretos para paliar este déficit de
representación femenina en puestos de decisión, así como en la negociación
colectiva, para que el gobierno de nuestro sindicato se haga realmente en
igualdad de oportunidades.
Para
reducir esta brecha de manera efectiva y rápida, resulta necesario caminar en
una doble vía: vigilando el cumplimiento de los mandatos estatutarios de los
que nos hemos dotado (con los mecanismos internos que resulten precisos) y
enfrentando el debate del modelo de dirección, gestión y reparto de los
tiempos, heredados de una estructura históricamente masculinizada.
Cometeríamos
un error si obviamos de nuestra apuesta por repensarnos el replanteamiento de
los modelos de dirección y liderazgo, la manera de hacerlos más compatibles con
las necesidades de conciliación de las personas —es una realidad la triple
jornada de muchas de nuestras sindicalistas: casa, trabajo y labor sindical—,
la necesaria mejora de la gestión para asumir nuevas realidades sociales, la
planificación y eficacia del uso del tiempo para superar la exigencia, en
muchas ocasiones, del presentismo y la total disponibilidad para los mandos
sindicales y la modificación de patrones culturales heredados que eviten la
rigidez de algunas estructuras.
En
resumen, el firme objetivo de avanzar hacia una organización que respete
plenamente las necesidades de las personas y se adapte a las mismas con
flexibilidad para aprovechar todo el potencial que pueden aportar, tal y como
le exigimos a las empresas.
Este
planteamiento irá en beneficio de todas las personas como herramienta básica
para lograr la igualdad efectiva, para realizar un proceso de construcción del
poder plenamente democratizador desde abajo y desde la vida cotidiana, y para
romper roles establecidos durante décadas de un sindicato masculinizado en sus
centros de poder, con culturas y atavismos en el uso del tiempo, sindical y
personal, que en nada o en muy poco han tenido en consideración, al menos con carácter
general, la realidad social de las mujeres.
Para que
CCOO sea una organización más feminista y empoderante, las mujeres y hombres de
CCOO proponemos que se avance en algunas medidas concretas en todos los ámbitos
de nuestra organización, para conseguir la igualdad en los resultados:
Seguir
avanzando en CCOO en el proceso de empoderamiento de las mujeres que, de forma
creciente, conforman lo que somos. Una apuesta estratégica en este mandato de
consolidación, para lo cual habrá que dar un impulso renovado a tejer redes,
propiciando cuantos espacios de encuentro y participación sean necesarios, con
especial atención a la cohesión y construcción de los equipos sectoriales y
provinciales. Establecer mecanismos de vigilancia del cumplimiento de las obligaciones
estatutarias en materia de género, para lo que será preciso dotar a las
Secretarías de las Mujeres de recursos (horas sindicales) y capacidad ejecutiva
suficiente, en coordinación con las Secretarías de Organización, de manera que
sea requisito necesario la verificación del cumplimiento de los criterios de
género en las candidaturas y delegaciones de los procesos internos, así como en
las listas de candidatos y candidatas a las elecciones sindicales, con especial
atención a procesos de renovación de vencimientos, dentro de su ámbito de
competencia. Incorporar criterios de equilibrio de género en la composición de
las Secretarías “troncales” (General, Organización, Acción Sindical) en el
conjunto de las estructuras en las que se organiza la C.S. de CCOO y sus
organizaciones confederadas. Promover en todo el ámbito de la organización el
conocimiento de las obligaciones estatutarias en materia de género,
fundamentalmente entre estructuras sectoriales y secciones sindicales, lo que
permitirá planificar la elaboración de listas y candidaturas, especialmente en
procesos de renovación, con tiempo suficiente para alcanzar de forma efectiva
el objetivo. Priorizar la formación sindical en materia de Igualdad, dotándose
de recursos suficientes para la impartición de la misma a toda la organización,
delegados y delegadas de base y estructuras, en el menor plazo posible.
Igualmente resulta necesario incorporar acciones de empoderamiento de mujeres
en nuestros planes de trabajo. Elaborar estudios estadísticos periódicos sobre
el número de mujeres que ocupan cargos sindicales en cada ámbito, con desglose
por género de la naturaleza de los puestos de responsabilidad asignados, como
forma de hacer visible el nivel de participación real de las mujeres en los
puestos clave de toma de decisiones.
En
resumen, entendemos necesario reflexionar más sobre los retos y desafíos que de
cara al futuro debe afrontar CCOO en materia de igualdad interna para llegar a
ser, de facto, un sindicato de mujeres y hombres, no solo en su base y en
espacios crecientes de responsabilidad, sino también en su cúspide, y diseñado
a la medida de sus mujeres y hombres. Es decir, para convertir en una realidad
la igualdad de género y avanzar en una concepción más integral y globalizadora
de todas las personas que lo componen.
La lucha
por la igualdad forma parte de la lucha por la transformación del poder, y la
transformación del poder es condición, a la vez que objetivo, de la lucha por
la igualdad. Una transformación del poder que, además, resulta clave para que
el sindicato tenga la capacidad real de repensarse, reinventarse y proyectarse
ante una sociedad en la que 8,5 millones de mujeres ocupadas —y más de 2
millones de desempleadas— seguimos siendo protagonistas de una brecha
multiforme: en tasa de actividad y paro, en tiempo de trabajo, en promoción,
salarial…. Una transformación que permitirá que el sindicato sea más referente
y representativo para esas 8,5 millones de trabajadoras en la medida en que
sepa ser y visibilizarse como una organización, a todos los efectos y niveles,
de mujeres y hombres.