La crisis sanitaria
del COVID-19 se extiende a nivel global. En todas partes la reivindicación de
un aparato sanitario que permita la atención y el cuidado de la salud de
quienes se enfermen infectados por el virus, es plenamente compartida. Poco a
poco en todo el espacio global, la necesidad de lo público – sostenido por lo común,
el sentido de pertenencia colectivo que justicia la convivencia en sociedad – es
afirmada y compartida por cada vez mayores sectores de población. El mercado se
muestra no sólo ineficiente como instrumento de satisfacción de las necesidades
de la ciudadanía a través del intercambio de dinero y servicios, sino
directamente lesivo de los intereses generales, como está sucediendo con el
alza de los precios y el acaparamiento de material sanitario, test de
reconocimiento, mascarillas y guantes. El individualismo en concurrencia, esa representación del mundo dominante a partir de la hegemonía del pensamiento
neoliberal, demuestra su falsedad y se desmorona ante una realidad que lo
niega.
Pero si la epidemia
es global, también lo son los afectos. En este tiempo, coincidiendo con el
confinamiento que ha generado el estado de alarma, una buena parte del tiempo
se destina a saber de los otros, de las amigas, amigos y la gente que importa.
En alguna ocasión llegan llamadas de personas a las que hace mucho tiempo que
no veíamos, pero que se han visto en la necesidad de saber de nosotros, de interesarse
por nuestra salud. El encuentro físico no es posible, pero si oírnos, escribirnos,
conocer qué estamos haciendo y cómo abordamos este período tan extraño de
nuestras vidas.
Las amistades están
expandidas por el mundo, se localizan en muchos puntos del mapamundi. El flujo
de informaciones y de contactos no se agota en el marco español ni europeo. Un
buen número de amigas y amigos se sitúan en América Latina, en los dos hemisferios.
En esta entrada del blog hemos querido empezar a recoger una serie de testimonios
que hablan de esta situación de excepción que vivimos, aquí y allí, por
doquier, y que suscita reflexiones y análisis a la vez que expresa afectos y
cariños.
El primer invitado
a esta serie es Guillermo Gianibelli, un
viejo conocido de los lectores asiduos de este blog, que acaba de obtener en
concurso la condición de Titular (catedrático) de Derecho del trabajo en la
Universidad de Buenos Aires y es un activo abogado laboralista defensor de
colectivos de trabajadores de la República Argentina. A partir de un intercambio
de mensajes iniciados por nuestro común – y longevo – amigo Moisés
Meik, ha enviado este primer texto que inaugura este espacio. Un espacio abierto
a los relatos de solidaridad y a los análisis del mundo que se transforma y a la
forma de representar esa realidad que queremos consolidar en adelante.
CRÓNICAS EN
CUARENTENA (I)
Cuarto día y la zozobra inicial, el tiempo
del aprovisionamiento material y mental, empieza a dar paso a una ralentización
de la vida, a que nos pese el silencio exterior y se abra un espacio de
reflexión que compite con la turbulencia de las redes, saturadas de basura
viral y, a la vez, único vehículo de socialización.
Paradójicamente el impasse cotidiano, una suerte de suspensión del curso de los días,
coexiste con un atolondramiento originado tanto por el chocar varias veces con
la misma pared de nuestras casas, como por el cúmulo de información difícil de
procesar.
Poner cierto orden, establecer un régimen de
prioridades, también en nuestras cabezas y reflexiones, puede ayudar a
transitar la pandemia y, especialmente, a prepararnos para lo que venga luego.
No sólo habrá que salir de la crisis, sino hacerlo para construir otras formas
de vida, otro porvenir.
Con esa idea, y ya que estamos por el
principio, conscientes que el Coronavirus es sólo una de las consecuencias
posibles, hoy tangibles, del sistema global, hagamos la primer pregunta: ¿es
que era imprevisible?.
Antes que la pandemia saltara todas las
fronteras, esas que creíamos diluidas y ahora parecen nuevos muros, Gro
Harlem Brundtland, ex primera ministra de Noruega y exdirectora general de
la Organización Mundial de la Salud y Elhadj As Sy, secretario general de la
Federación Internacional de Sociedades de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja,
ambos copresidentes de la Junta de Monitoreo de Preparación Global, de Naciones
Unidas, alertaban: “Imaginemos el siguiente escenario. En cuestión de días, una
epidemia de gripe letal se propaga por todo el mundo, interrumpiendo el
comercio y el turismo, desatando un caos social, destrozando la economía global
y poniendo en peligro decenas de millones de vidas. Un brote de enfermedad de
gran escala es una perspectiva alarmante –pero completamente realista-. Para
mitigar los riesgos, el mundo debe tomar medidas hoy para estar preparado”. El
informe al que se refieren es de 2019 y aludía al instrumento para evitarla: el
“Reglamento Sanitario Internacional”, el principal tratado internacional para
la seguridad sanitaria, al que se han comprometido todos los países y que hasta
esa fecha ningún gobierno había financiado o implementado plenamente.
Ello interpela por cierto a los gobiernos y
muy especialmente evidencia la crisis de gobernanza
en que se ha sumido el orden global mucho antes que la real pandemia se cierna
sobre él.
Algunas líneas, que habrá que profundizar,
son también evidentes en tal decurso. Si bien ciertas condiciones de la
mundialización son también causa de la propagación mundial – la conectividad no
es sólo digital, el flujo de mercancías y personas se ha incrementado exponencialmente
con la globalización -, la respuesta más natural y concreta habría de ser el
sistema sanitario de cada uno de los países y la coordinación regional para
detener o mitigar el brote. En uno y otro caso están fracasando. Los sistemas
sanitarios, aún los que creíamos más sólidos, del Estado de Bienestar herido europeo,
no estaban preparados. Y las experiencias más desarrolladas de coordinación
regional – el bloque también europeo – se han mostrado inermes incluso sin
contar el Brexit precedente, patente
en la desorientación del primer ministro británico.
Y es que aquel Estado de Bienestar ha venido
estando sometido a intenso fuego destructivo originado en el discurso y las
políticas neoliberales. Ni que pensar entonces en los sistemas en que la
sanidad misma es parte de un régimen mercantil como el que nos pretendían
imponer en cada esfera de la vida.
Aún con las limitadas reformas de la
administración Obama – el denominado Obamacare
- , la atención sanitaria en Estados Unidos, pieza fundamental de aquella gobernanza global en crisis, sigue
siendo mayoritariamente privada. Aunque 20 millones de personas en aquel país
accedieron a cobertura de salud, el gobierno de Trump se ensañó con dicha
reforma con la misma lógica de “privatizar” propia del ya tan lejano pero
siempre presente “Consenso de Washington”. ¿Por qué los republicanos odian
tanto el Obamacare?, se preguntaba Paul Krugman. Sólo por dos razones,
respondía: una, porque demuestra que el Gobierno puede mejorar la vida de la
gente y, dos, porque en gran parte se paga con los impuestos de los ricos.
Por ahí, entonces, algunas líneas de por
dónde debemos ir pensando el día después. Mientras tanto, el mercado no duerme.
Mientras escribo esta crónica el correo electrónico sigue vendiendo a pesar de
la suspensión de la vida habitual. La propia Mondadori, emporio editorial
italiano, me ofrece el último DVD de terror, o de biopic, o animación. Eso sí,
nos recuerda el consejo de los expertos para afrontar la difícil situación
nacional. Mercado, consumo y Estado seguirán presentes como una constante.
En un libro que comentamos con Joaquin Pérez
Rey no hace mucho, que sigue la diáspora de los integrantes de la Escuela
de Frankfurt perseguidos por el nazismo, se cuenta que Walter Benjamin
escribió sus célebres “Tesis sobre la filosofía de la historia” en su primer
escala del exilio en París, en el número 10 de la rue Dombasle, el que sería su último ensayo. Allí incluyó la
siguiente frase: “La tradición de los oprimidos nos enseña que el “estado de
emergencia” en que vivimos no es la excepción sino la regla, y es preciso
atenerse a una concepción de la historia conforme a esta visión; solo así
podremos comprender, sin asomo de duda, que nuestra tarea consiste en hacer que
se produzca un verdadero estado de emergencia que mejorará nuestra posición… “,
en la lucha contra el fascismo decía Benjamin, en la lucha contra el
estado de cosas que preceden a la pandemia, agregamos nosotros.
G. Gianibelli. 23 de marzo.
1 comentario:
queridos, solo aporto una poesía de Líber Falco, poeta montevideano de mediados del S XX, que dice mejor lo que yo quise decirles en mi correo de más temprano; si elaboro algo de mayor espesor, se los mando.
Fuera locura pero hoy lo haría;
atar un moño azul en cada árbol.
Ir con mi corazón de calle a calle.
Subir a los pretiles,
gritarles que les quiero.
Fuera locura,
pero hoy lo haría.
Publicar un comentario