lunes, 23 de marzo de 2020

RELATOS DE LA CUARENTENA GLOBAL



La crisis sanitaria del COVID-19 se extiende a nivel global. En todas partes la reivindicación de un aparato sanitario que permita la atención y el cuidado de la salud de quienes se enfermen infectados por el virus, es plenamente compartida. Poco a poco en todo el espacio global, la necesidad de lo público – sostenido por lo común, el sentido de pertenencia colectivo que justicia la convivencia en sociedad – es afirmada y compartida por cada vez mayores sectores de población. El mercado se muestra no sólo ineficiente como instrumento de satisfacción de las necesidades de la ciudadanía a través del intercambio de dinero y servicios, sino directamente lesivo de los intereses generales, como está sucediendo con el alza de los precios y el acaparamiento de material sanitario, test de reconocimiento, mascarillas y guantes. El individualismo en concurrencia, esa representación del mundo dominante a partir de la hegemonía del pensamiento neoliberal, demuestra su falsedad y se desmorona ante una realidad que lo niega.

Pero si la epidemia es global, también lo son los afectos. En este tiempo, coincidiendo con el confinamiento que ha generado el estado de alarma, una buena parte del tiempo se destina a saber de los otros, de las amigas, amigos y la gente que importa. En alguna ocasión llegan llamadas de personas a las que hace mucho tiempo que no veíamos, pero que se han visto en la necesidad de saber de nosotros, de interesarse por nuestra salud. El encuentro físico no es posible, pero si oírnos, escribirnos, conocer qué estamos haciendo y cómo abordamos este período tan extraño de nuestras vidas.

Las amistades están expandidas por el mundo, se localizan en muchos puntos del mapamundi. El flujo de informaciones y de contactos no se agota en el marco español ni europeo. Un buen número de amigas y amigos se sitúan en América Latina, en los dos hemisferios. En esta entrada del blog hemos querido empezar a recoger una serie de testimonios que hablan de esta situación de excepción que vivimos, aquí y allí, por doquier, y que suscita reflexiones y análisis a la vez que expresa afectos y cariños.

El primer invitado a esta serie es Guillermo Gianibelli, un viejo conocido de los lectores asiduos de este blog, que acaba de obtener en concurso la condición de Titular (catedrático) de Derecho del trabajo en la Universidad de Buenos Aires y es un activo abogado laboralista defensor de colectivos de trabajadores de la República Argentina. A partir de un intercambio de mensajes iniciados por nuestro común – y longevo – amigo Moisés Meik, ha enviado este primer texto que inaugura este espacio. Un espacio abierto a los relatos de solidaridad y a los análisis del mundo que se transforma y a la forma de representar esa realidad que queremos consolidar en adelante.


CRÓNICAS EN CUARENTENA (I)

Cuarto día y la zozobra inicial, el tiempo del aprovisionamiento material y mental, empieza a dar paso a una ralentización de la vida, a que nos pese el silencio exterior y se abra un espacio de reflexión que compite con la turbulencia de las redes, saturadas de basura viral y, a la vez, único vehículo de socialización.

Paradójicamente el impasse cotidiano, una suerte de suspensión del curso de los días, coexiste con un atolondramiento originado tanto por el chocar varias veces con la misma pared de nuestras casas, como por el cúmulo de información difícil de procesar.

Poner cierto orden, establecer un régimen de prioridades, también en nuestras cabezas y reflexiones, puede ayudar a transitar la pandemia y, especialmente, a prepararnos para lo que venga luego. No sólo habrá que salir de la crisis, sino hacerlo para construir otras formas de vida, otro porvenir.

Con esa idea, y ya que estamos por el principio, conscientes que el Coronavirus es sólo una de las consecuencias posibles, hoy tangibles, del sistema global, hagamos la primer pregunta: ¿es que era imprevisible?.

Antes que la pandemia saltara todas las fronteras, esas que creíamos diluidas y ahora parecen nuevos muros, Gro Harlem Brundtland, ex primera ministra de Noruega y exdirectora general de la Organización Mundial de la Salud y  Elhadj As Sy, secretario general de la Federación Internacional de Sociedades de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja, ambos copresidentes de la Junta de Monitoreo de Preparación Global, de Naciones Unidas, alertaban: “Imaginemos el siguiente escenario. En cuestión de días, una epidemia de gripe letal se propaga por todo el mundo, interrumpiendo el comercio y el turismo, desatando un caos social, destrozando la economía global y poniendo en peligro decenas de millones de vidas. Un brote de enfermedad de gran escala es una perspectiva alarmante –pero completamente realista-. Para mitigar los riesgos, el mundo debe tomar medidas hoy para estar preparado”. El informe al que se refieren es de 2019 y aludía al instrumento para evitarla: el “Reglamento Sanitario Internacional”, el principal tratado internacional para la seguridad sanitaria, al que se han comprometido todos los países y que hasta esa fecha ningún gobierno había financiado o implementado plenamente.

Ello interpela por cierto a los gobiernos y muy especialmente evidencia la crisis de gobernanza en que se ha sumido el orden global mucho antes que la real pandemia se cierna sobre él.

Algunas líneas, que habrá que profundizar, son también evidentes en tal decurso. Si bien ciertas condiciones de la mundialización son también causa de la propagación mundial – la conectividad no es sólo digital, el flujo de mercancías y personas se ha incrementado exponencialmente con la globalización -, la respuesta más natural y concreta habría de ser el sistema sanitario de cada uno de los países y la coordinación regional para detener o mitigar el brote. En uno y otro caso están fracasando. Los sistemas sanitarios, aún los que creíamos más sólidos, del Estado de Bienestar herido europeo, no estaban preparados. Y las experiencias más desarrolladas de coordinación regional – el bloque también europeo – se han mostrado inermes incluso sin contar el Brexit precedente, patente en la desorientación del primer ministro británico.

Y es que aquel Estado de Bienestar ha venido estando sometido a intenso fuego destructivo originado en el discurso y las políticas neoliberales. Ni que pensar entonces en los sistemas en que la sanidad misma es parte de un régimen mercantil como el que nos pretendían imponer en cada esfera de la vida.

Aún con las limitadas reformas de la administración Obama – el denominado Obamacare - , la atención sanitaria en Estados Unidos, pieza fundamental de aquella gobernanza global en crisis, sigue siendo mayoritariamente privada. Aunque 20 millones de personas en aquel país accedieron a cobertura de salud, el gobierno de Trump se ensañó con dicha reforma con la misma lógica de “privatizar” propia del ya tan lejano pero siempre presente “Consenso de Washington”. ¿Por qué los republicanos odian tanto el Obamacare?, se preguntaba Paul Krugman. Sólo por dos razones, respondía: una, porque demuestra que el Gobierno puede mejorar la vida de la gente y, dos, porque en gran parte se paga con los impuestos de los ricos.

Por ahí, entonces, algunas líneas de por dónde debemos ir pensando el día después. Mientras tanto, el mercado no duerme. Mientras escribo esta crónica el correo electrónico sigue vendiendo a pesar de la suspensión de la vida habitual. La propia Mondadori, emporio editorial italiano, me ofrece el último DVD de terror, o de biopic, o animación. Eso sí, nos recuerda el consejo de los expertos para afrontar la difícil situación nacional. Mercado, consumo y Estado seguirán presentes como una constante.

En un libro que comentamos con Joaquin Pérez Rey no hace mucho, que sigue la diáspora de los integrantes de la Escuela de Frankfurt perseguidos por el nazismo, se cuenta que Walter Benjamin escribió sus célebres “Tesis sobre la filosofía de la historia” en su primer escala del exilio en París, en el número 10 de la rue Dombasle, el que sería su último ensayo. Allí incluyó la siguiente frase: “La tradición de los oprimidos nos enseña que el “estado de emergencia” en que vivimos no es la excepción sino la regla, y es preciso atenerse a una concepción de la historia conforme a esta visión; solo así podremos comprender, sin asomo de duda, que nuestra tarea consiste en hacer que se produzca un verdadero estado de emergencia que mejorará nuestra posición… “, en la lucha contra el fascismo decía Benjamin, en la lucha contra el estado de cosas que preceden a la pandemia, agregamos nosotros.

G. Gianibelli. 23 de marzo.




1 comentario:

Hugo Barretto Ghione dijo...

queridos, solo aporto una poesía de Líber Falco, poeta montevideano de mediados del S XX, que dice mejor lo que yo quise decirles en mi correo de más temprano; si elaboro algo de mayor espesor, se los mando.


Fuera locura pero hoy lo haría;
atar un moño azul en cada árbol.
Ir con mi corazón de calle a calle.
Subir a los pretiles,
gritarles que les quiero.
Fuera locura,
pero hoy lo haría.