Es claro que hoy en día existe una verdadera y propia
cultura de las y los juristas del trabajo europeos, que se entronca con el
constitucionalismo democrático y social de cada ordenamiento interno respectivo,
y que por otra parte es crítica con el formato que está adoptando la regulación
del trabajo en el marco europeo y nacional, cuestionando las indicaciones
neoliberales que remercantilizan el trabajo asalariado y lo confinan en el puro
intercambio individual remunerado. Frente a ello, la comunidad de juristas no
sólo proceden al cuestionamiento de estas tendencias, sino que también proponen
modelos de regulación alternativos e imaginan nuevos escenarios en los que el
derecho desempeña un rol relevante. Uno de estos espacios de debate y análisis,
promovido por Vincenzo Pietrogiovanni , docente italiano en la Universidad de
Lund (Suecia) y en la de Bolonia, ha tenido lugar al final del verano, en una
localidad de la Puglia, al que ha asistido el profesor de la UCLM y asiduo
participante en este blog, Antonio
García - Muñoz Alhambra, que ha
realizado una primera crónica del evento examinando el debate sobre las
relaciones entre Derecho del Trabajo y Medio ambiente. Este es el resumen de
esta cuestión, a la que seguirá otras crónicas sobre las discusiones habidas en
ese grupo de jóvenes iuslaboralistas europeos que quieren trabajar juntos el
futuro del derecho del trabajo.
TRABAJANDO EN EL FUTURO DEL DERECHO
DEL TRABAJO
(Working on the Future of Labour Law)
San Vito dei Normanni, Italia, 29 de agosto-2 de
septiembre de 2018
“Trabajando en el futuro del derecho del trabajo” ha sido un evento
atípico. Organizar un seminario internacional en San Vito dei Normanni, un
pueblo agrícola de Puglia, donde no llega el tren ni hay servicio de autobuses
digno de tal nombre, no ha sido un mero capricho, sino toda una declaración de
intenciones de alto valor simbólico. Tampoco se ha dejado al azar el lugar
elegido, llamado ExFadda: una antigua
bodega abandonada y recuperada para la comunidad que ofrece trabajo a una media
de 70 jóvenes en una localidad con altos niveles de desempleo. El evento ha
estado, además, abierto a los ciudadanos de San Vito, los inmigrantes de los
campos italianos, los trabajadores y sus representantes, y a todo aquel que
tuviera interés. Desde el principio estaba claro que no iba a ser una
conferencia al uso. En palabras del organizador principal, Vincenzo Pietrogiovanni, las razones de la localización del evento
en San Vito eran las siguientes:
“(…) è stato facile capire dove tutto ciò
dovesse aver luogo: in Italia, in Puglia, all’ExFadda. Lì non è semplice
arrivarci. C’è chi ha viaggiato dal Canada per ben due giorni, o chi da Vienna
ha comunque passato più di 10 ore bagagli alla mano. San Vito è la tipica
provincia italiana. Lontana dal potere e dai grandi flussi finanziari,
periferia dell’impero. Eppure, il camp non poteva non farsi qui. Ed è solo qui
che sarebbe potuto andato così bene. Perché è qui che si intrecciano (nel
peggiore dei modi) i problemi sociali, culturale, economici e politici di un
intero paese, ma è sempre qui che la bellezza resiste ancora, è qui che le
soluzioni possibili si fanno più affascinanti.”
El objetivo final del encuentro era constituir una plataforma, un lugar de
encuentro para laboralistas críticos que se interrogan sobre el significado,
actual y futuro, del derecho del trabajo. El pretexto: reflexionar sobre el
derecho del trabajo; su vigencia y estatuto científico, sus bases teóricas, su
relación con otras disciplinas y ramas de conocimiento y, en fin, el papel de
los iuslaboralistas en la re-creación del mismo.
No obstante su carácter de pretexto, la reflexión propuesta ha estado
perfectamente estructurada. Durante
cuatro días, se han debatido cuatro temas desde los que reflexionar sobre el
derecho del trabajo y el papel de los laboralistas: medio ambiente, economía,
migraciones, y automatización/digitalización del trabajo. Las sesiones se
abrían con una presentación del tema, a cargo de alguno de los participantes,
con referencias a una serie de lecturas propuestas en torno al mismo. No
obstante, esta presentación era breve y servía más bien para plantear preguntas
e iniciar el debate, que era el objeto central de las sesiones.
Durante el primer día el tema propuesto, derecho del trabajo y medio ambiente, colocaba a los participantes
ante unos contenidos normalmente ajenos al derecho del trabajo. Las
organizadoras de la sesión Ania
Zbyszewska (Universidad de Warwick) y Miriam
Kullmann (Universidad de Viena), presentaban la cuestión medioambiental
como el tema más urgente que deben afrontar nuestras sociedades y del que, sin
embargo, los laboralistas apenas hablan. ¿Cuál puede ser el papel del derecho
del trabajo en relación con la crisis medioambiental?, ¿qué contenidos
medioambientales se pueden pensar desde el trabajo?, ¿cuál puede ser el papel
de los laboralistas en relación con este tema? Estas eran las difíciles
preguntas que se ponían sobre la mesa.
Y sin embargo, trabajo y medioambiente, derecho del trabajo y crisis
medioambiental, tienen algunos elementos en común sobre los que merece la pena
detenerse. No en vano, ambos tienen su origen en la revolución industrial y
existen en la forma en que los conocemos debido a un determinado modelo de
producción (y consumo) industrial-capitalista. La externalización de los costes
y los riesgos (y de la contaminación), la privatización de los beneficios, la
apropiación de los comunes, o la división internacional de la producción y el
trabajo, que suponen una explotación cada vez más intensa de los recursos
naturales, conectan de manera evidente ambos fenómenos en la realidad.
Desde esta conciencia de que ambos fenómenos están intrínsecamente
conectados, uno de los puntos abordados en el debate ha sido la existencia de
una posible contraposición de intereses entre el trabajo (y los representantes
del trabajo organizado, los sindicatos) y el medioambiente (y los grupos
organizados de defensa del mismo, normalmente ONG). Es cierto que, a nivel intuitivo,
parecería que ambos grupos tienen intereses contradictorios, puesto que a los
trabajadores, en cuanto tales, les interesan niveles cada vez mayores de
producción y consumo que se traduzcan en mayores posibilidades de trabajo,
mientras que las ONG medioambientalistas defienden modelos de consumo
decreciente y producción limitada. No obstante, la realidad demuestra que ambos
grupos defienden con frecuencia los mismos intereses, aunque quizás de una
manera no del todo evidente. En efecto, los trabajadores son también
ciudadanos, y quieren vivir en un mundo habitable y saludable. El conflicto
real no es entre trabajo y medioambiente, sino entre un modelo de producción
industrial-capitalista y de acumulación de capital que necesita un crecimiento
constante del PIB de un lado, y la sostenibilidad medioambiental, que obedece a
un ritmo natural de renovación de los recursos, de otro. Esto ha sido
entendido, también en la práctica, por los sindicatos de clase y las ONG
medioambientalistas, que frecuentemente defienden los mismos intereses (así ha
ocurrido, por ejemplo, en las cumbres por una globalización alternativa),
aunque los sindicatos más corporativos o vinculados a un concreto lugar de
producción o industria suelen anteponer los intereses cortoplacistas de los
trabajadores (defensa de los puestos de trabajo) a los intereses más generales
del medioambiente.
Otro de los puntos debatidos es el concepto mismo de sostenibilidad. Parece
que no es suficiente con una definición tan vaga e imprecisa como “pacto intergeneracional”,
sino que la persecución de la sostenibilidad debe centrarse en limitar y
corregir los excesos de un modelo productivo que, liberado a sus propias
fuerzas, conduce al colapso medioambiental. Vemos aquí una similitud con la
función del derecho del trabajo, que es también un derecho de los límites a la
explotación laboral y la iniciativa empresarial, para preservar valores ajenos
al beneficio del empleador, como son la dignidad o la salud de los
trabajadores.
Muy interesante ha sido también la reflexión acerca de los paralelismos
entre la crítica feminista al modelo de producción (y al derecho del trabajo) y
la cuestión medioambiental. La idea feminista de que la posibilidad del sistema
de producción industrial-capitalista se ha basado históricamente en gran medida
en apropiarse del trabajo “gratuito” de millones de mujeres que hacen posible
la reproducción de la fuerza de trabajo, es trasladable a la capacidad del
sistema capitalista de funcionar sin interiorizar las externalidades negativas
que genera en el medio ambiente. La “reproducción” de los recursos naturales,
que el sistema se apropia, hace posibles unos ingentes beneficios a costa del
bienestar de todos. Beneficios que no se destinan, desde luego, a reparar el
daño causado.
En cuanto a los contenidos del derecho del trabajo que pueden más
directamente enlazar con la cuestión medioambiental, o, mejor dicho, desde los
que se puede intentar expandir las fronteras de la disciplina para incorporar
elementos de racionalidad ecológica, destaca una concepción amplia de la idea
de seguridad y salud en el trabajo. Seguridad y salud en el trabajo, entendidos
de una manera ambiciosa, no deben quedar circunscritos al lugar de trabajo en sentido
estricto (medio ambiente laboral), sino que deben acompañar al trabajador fuera
del lugar de trabajo, donde vive y donde reproduce su fuerza de trabajo (medio
ambiente general). Así, la responsabilidad empresarial en relación con el medio
ambiente (desde la perspectiva del derecho del trabajo, más allá del derecho
penal y/o administrativo) debe expandirse a los impactos en el medio ambiente
más allá del perímetro de la empresa. Esta concepción amplia, abriría la puerta
a la intervención de los representantes de los trabajadores en cuestiones
relacionadas con el impacto medioambiental de la actividad empresarial, por
poner un ejemplo.
Es de destacar la atención que en esta sesión ha despertado una publicación
pionera en castellano (lo que es remarcable en un evento internacional, en el
que solo suelen tener visibilidad las obras publicadas en inglés), publicada
por la editorial Bomarzo, y coordinada por la profesora de la UCLM Laura Mora Cabello de Alba y el
profesor de la Universidad de Almería Juan
Escribano Gutiérrez, titulado “La
ecología del trabajo, el trabajo que sostiene la vida”, donde se abordan
algunos de los debates comentados.
La primera jornada se cerraba con una de las charlas abiertas a la
comunidad a las que se aludía más arriba, donde se presentaba el caso
paradigmático de relación entre trabajo y medio ambiente que supone la
existencia y funcionamiento de ILVA, la mayor acería de Europa, localizada en
la localidad italiana, muy próxima a San Vito, de Tarento.
Activistas, políticos locales y académicos debatían, ante los ojos atentos
de los vecinos, sobre una empresa que genera 14.000 empleos directos en la
región y supone un porcentaje superior al 40% del valor total de las
exportaciones de Puglia, pero que al mismo tiempo tiene un impacto medioambiental
enorme (y desastroso), especialmente en la ciudad de Tarento. Tanto es así, que
los jueces italianos han intentado en diversas ocasiones paralizar la actividad
de la empresa hasta que la misma acometiese reformas estructurales que
limitasen el impacto medioambiental de su actividad, pero el poder gubernativo,
recurriendo a leyes ‘ad hoc’ basadas en el interés estratégico y económico de
la empresa (que en la actualidad es privada), ha estado siempre dispuesto a
corregir al poder judicial y dejar sin efecto las sentencias.
Quizás la reflexión más interesante del caso es la realidad de la ciudad de
Tarento, donde algunas manifestaciones de trabajadores de la fábrica,
defendiendo la continuidad de la misma como medio de proteger sus puestos de
trabajo, se encontraban con la oposición de otras manifestaciones, defiendo la
paralización de su actividad, protagonizadas por sus mismos familiares, que
defienden su derecho a respirar un aire limpio y no enfermar prematuramente
debido a las altas concentraciones de polvos tóxicos generados por ILVA.
Desde el sindicalismo italiano (FIOM /CGIL), se hacía una reflexión sobre la
necesidad de abordar el conflicto desde una perspectiva más amplia, que supere
la dimensión local, y que ofrezca alternativas a los trabajadores que pudieran
verse afectados como consecuencia de las necesarias medidas de reestructuración
de una empresa que destruye, literalmente, el medio en el que se asienta.
Termina de momento aquí esta crónica, visto que de otra manera la extensión
de la misma seria poco razonable, prometiendo sin embargo futuras entregas que
aborden el resto de las sesiones del encuentro.
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