En el blog hermano de Mikel Urrutikoetxea, "Derecho y trabajo en tiempo de crisis", se da noticia del libro "¿Para qué sirve un sindicato?. Instrucciones de uso", (Ediciones La Catarata, Madrid, 2010), y se hacen algunas apreciaciones sobre su contenido.En el momento actual, en donde la respuesta ciudadana y colectiva a la exapseración antidemocrática en la que estamos inmersos por obra del gobierno, reposa en buena medida en la movilización impulsada principalmente por los sindicatos, reflexionar o debatir sobre esta figura social, es muy importante. A continuación se trasladan pues las que ha realizado nuestro amigo.
Su lectura nos ha sugerido
ciertas reflexiones, no divergentes a lo escrito por Baylos sino
complementarias, sobre este tema que exponemos a continuación,
1) ¿Para qué sirven los sindicatos?
La respuesta
inmediata es simple y, sin embargo, cierta: para defender a los trabajadores. Si
no existieran habría que inventarlos, pues la realidad sería peor sin
ellos.
El propio término sindicato remite a sindico, que sugiere la
idea de protección o defensa (todavía así en nuestro derecho) y a comunidad. La
defensa de los intereses de los trabajadores por su unión, presente también en
la terminología inglesa, Trade
Unions, es lo que caracteriza al sindicato.
Esto es claro con respecto a los intereses directos de los
trabajadores, pero también desde una perspectiva global de toda la sociedad, y
aún más en estos tiempos de crisis. Hay escalones que es fácil descender y que,
sin embargo, es muy difícil subirlos de nuevo. Frente a tanta presión de medios
financieros y económicos y de una gran parte de los medios de comunicación, los
sindicatos suponen una de las pocas barreras a tanta glosa por el descenso de
las condiciones de las condiciones sociales, descenso que tendría desastrosas
consecuencias sociales, pero también económicas. La propia crisis actual
evidencia que las grandes compañías financieras se equivocan y que las
consecuencias son funestas para todos. Frente a sus “soluciones”, que
reivindican allanar y recortar los derechos sociales y laborales, la posición
sindical de defender al máximo esos derechos parece un oasis de sensatez ante
tanto desatino. Ellos siempre castigan la crisis en cabeza ajena, en la nuestra.
Sin los sindicatos la ideología neoliberal dominante en Europa arrasaría con su
política de tierra quemada y austeridad para el pueblo, mientras nos endeudan
para sufragar sus chiringuitos financieros
2) ¿Qué es un sindicato?
Un sindicato
es una asociación particular, mejor dicho, voluntaria de trabajadores. Por ahí
se aleja de otras formas asociativas profesionales como gremios y colegios.
Ahora bien, por naturaleza todo sindicato pretende representar y defender a todo
el colectivo de referencia, sea este un grupo particular de trabajadores, sea la
totalidad de los mismos. De este contraste, ser una asociación particular con
fines generales, nace tanto la pluralidad de opciones (el sindicato se
declina en plural, tal y como gráficamente asevera Antonio Baylos), como la
vocación abierta de cada una de ellas, los sindicatos no se limitan a defender a
sus sindicados, sino que pretenden abarcar a la totalidad de los trabajadores.
Sin un proyecto global, si se limitan defender a los propios, a los afiliados,
no sería un sindicato, sería otra cosa.
3) ¿A quién representan los sindicatos?
De acuerdo
con esa vocación de globalidad que caracteriza a los sindicatos estos tienden a
representar a todos los trabajadores. A través de los 3 sistemas de
representación (asociativa, electoral y negociadora) los sindicatos representan
a la inmensa mayoría de trabajadores. Las criticas de falta de representación de
los desempleados son interesadas, responden al dogma liberal de cuanto peor,
mejor (cuantos menos derechos, más empleo) inverificable, incierto y
engañoso.
¿Acaso se
está abogando por la asociación de desempleados al margen del sindicato, la
asamblea de parados[1]? No, se reivindica la
ausencia sindical, la menor defensa para que las condiciones de empleo sean más
baratas.
Es cierto
que la afiliación de los parados y también de los precarios es menor[2]. Pero eso no significa que
tal representación no exista o que no deba existir. No responde a una renuncia
ni a una querencia del Sindicato.
4) ¿Qué riesgos padecen los
sindicatos?
Nada es
inocuo, todo conlleva riesgos, en tanto que es imposible eliminar y a menudo
prever las consecuencias no queridas de las propias acciones. Hablamos de
riesgos o peligros, no de caminos intransitables o prohibidos. En concreto, las
opciones organizativas conllevan unos riesgos o disfuncionalidades que es
necesario ponderar y sopesar. Distinguimos una serie de ellos, tratados todos ya
por Antonio Baylos, como son los derivados de la institucionalización, la
representación “política” y los propios de la financiación.
5) Así, la
institucionalización, la
participación institucional por parte del sindicato, puede generar
burocratización e integración en el aparato de poder. La corriente anarquista
siempre ha expresado una gran reluctancia a la participación institucional y a
la concertación social. Sindicatos tradicionales han desarrollado una posición
muy crítica sobre estos aspectos. ELA-STV, por ejemplo, ha pasado de generar en
gran medida esos sistemas de concertación social (consejo de relaciones
laborales, Preco, etc.), dada su posición dominante en el mapa sindical vasco, a
una posición muy crítica al respecto.
El poder
mancha, contamina y corrompe. Su proximidad adocena a las personas más
contestatarias y rebeldes, pero recordando a Sartre si el poder está ahí, entre
el fango y la sangre, ¿es posible tocarlo siquiera sin mancharse las
manos?
La estampida
del Presidente del Consejo del Poder judicial o la situación procesal del
ex-presidente de la CEOE, ilustran bien la dimensión individual de esa
contaminación y podredumbre. Pero también se percibe una vertiente colectiva de
sufragar gastos de organizaciones, de intercambios de favores entre poderes,
etc. (Gurtel, cajas,…)
En cualquier
caso, sin negar estos peligros se debe subrayar que el nivel de integración en
el poder de los sindicatos es escaso comparado con el de los partidos políticos
y para evidenciarlo basta con constatar que el mapa sindical está menos a la
derecha que el de los partidos políticos. El poder no sólo corrompe, también
potencia las posiciones conservadoras y reaccionarias.
6) El
modelo de representatividad basada
en elecciones sindicales conlleva diversos riesgos. Ab intra, la representatividad aproxima
al modelo político de partidos y desconecta al sindicato del modelo de
afiliación. ¿La baja afiliación está conectada con esta representación
institucional derivada de las elecciones sindicales? Antonio niega la mayor, no
existe escasa afiliación o al menos la tasa de afiliación está subiendo. Tal
vez, pero sí parece existir una densidad sindical menor que en otros países
europeos[3]. Quizás eso se explique en
parte porque allá donde las tasas de afiliación son muy altas los sindicatos
poseen una funcionalidad protectora desconocida aquí (Sistema Ghent de gestión
del seguro de desempleo, por ejemplo). Es posible que ciertos rasgos del sistema
jurídico español no presionen a favor de la afiliación, como la prohibición del
closed shop o la aplicación de los
convenios a todos los implicados en el ámbito de negociación (por el principio
de no discriminación). Palomeque (2010) estima que la muy elevada audiencia electoral de los
sindicatos, corrige de modo decidido,…, las consecuencias negativas de una, con
certeza, baja tasa de afiliación de los sindicatos españoles[4]. Es cierto, pero es
difícil discernir hasta qué punto la representatividad electoral sólo
complementa la representación asociativa o, además, perpetúa la escasez de la
afiliación.
En cualquier
caso, el modelo político de representación posee una gran fuerza sobre el
asociativo: da más libertad a los representantes, posee un halo público,
conlleva una idea de pluralidad y democracia,…Por todo ello no es difícil
entender que presiona al modelo asociativo, que sin embargo, es el definitorio
para el sindicato: Pueden existir sindicatos sin participación electoral y sin
representatividad (CNT), pero no que renuncien a la afiliación.
7) En cualquier caso para entender
el modelo se debe tener en cuenta la historia sindical donde los sindicatos
clandestinos fueron capaces de amortiguar y casi de implosionar el sindicato
vertical. A diferencia de la política y a pesar de la afiliación obligatoria y
de los medios con que contaba no hay grandes rastros de aquel sindicato vertical
en el actual espectro sindical. En aquel contexto sindical las elecciones
sindicales sirvieron para generar cuadros, posibilitar alternativas a lo oficial
y para mantener una mínima organización. Además se generó una tendencia de
organización entorno a los organismos unitarios de empresa (comités y
delegados). De alguna forma la representatividad conjuga la libertad sindical
con esa historia
8)
Pero, a lo crudo, ad extra
¿esa representatividad da ventaja a los sindicatos mayoritarios? Tal vez[5]. La representatividad
irradiada les permite llegar a lugares donde carecen de afiliación y montar una
estructura o influir en la negociación colectiva. Pero, como evidencia el propio
mapa sindical del País Vasco no impide otras mayorías, ni les dota de
representación allá donde no la tienen[6]. Por otro lado, el criterio
de la representatividad electoral cumple con eficacia a la hora de suministrar
una pauta para la vertiente institucional, que no social, del sindicato.
Tienen razón Antonio cuando afirma con
contundencia que la situación sindical es diferente de la política, no hay
alternativas entre opciones. No existe un Pacto de El Pardo que haya instituido
los turnos en el gobierno. Estamos ante una diarquía, ante una situación de
cuasimonopolio pactado. Pero, ¿la situación sería radicalmente distinta de
medirse la representatividad sindical de otra manera? Por ejemplo, ¿a través de
afiliación sindical? Nosotros sospechamos que en lo sustancial los datos serían
muy similares.
Es posible que su diseño prime a ciertos
sindicatos en el ámbito de la pura negociación colectiva (a través de la
irradiación de la representatividad y de la mayor representación). Quizás fuera
deseable que la representatividad se complementase con otros datos, referidos,
por ejemplo, a la afiliación. O se podría descender el rigorismo para alcanzar
la categoría de sindicato representativo de comunidad autónoma (15% y un mínimo
de 1500 representantes son demasiados en comunidades, como Navarra[7], uniprovinciales y sin
demasiada población)
9) La
financiación es otro riesgo, sobre toda aquella cuya función a priori no es la
financiación sino otra. No corregimos nada de lo afirmado por Baylos sobre la escasez
de la financiación directa y sobre el carácter formativo de las acciones entorno
al sindicato que generan mayor trasiego de dinero. Con todo, no es difícil que
se susciten dudas, alentadas por una línea mediática antisindical, sobre una
cierta función oculta de financiación de los sindicatos y aún más de las
patronales (dato que esos medios silencian). La mejor solución seria la
luminosidad, cuentas claras y una financiación de los sindicatos privada y
pública cristalina
10) Para
finalizar, sería deseable una evaluación de cómo ha funcionado esta política de
concertación y participación institucional, ¿Qué frutos ha dado?, ¿qué
consecuencias ha generado? Una especie de historia o balance de la política
sindical de los últimos años que bien pudiera efectuarla Antonio Baylos. Ahí
queda el envite
Y no olviden, amigas y amigos, que el 19 de julio están convocadas manifestaciones en 80 ciudades españolas para rechazar las últimas medidas del gobierno que recortan salvajemente derechos laborales y sociales. ¡Hay que pararles!
[1] Recuérdese que el art 3.1 de la LOLS prohíbe los
sindicatos específicos de parados y de otras categorías concretas de
trabajadores (jubilados, incapacitados, etc)
[2] Como se constata en el informe
Holm-Detlev K y Calleja, J. P. (2011): (“Los determinantes de la afiliación
sindical en España”, Observatorio Confederal de Afiliación, 36.58 los
colectivos de reciente incorporación al mercado laboral están
infrarrepresentados en los sindicatos. Así, por ejemplo los trabajadores
temporales tienen una afiliación menor en un 50% que los que poseen contrato
indefinido. Más escasa aún es la afiliación de los extranjeros (7,5%) o de los
jóvenes (menor de un 8%)
[3] La tasa de
densidad de la afiliación sindical es bastante baja en el contexto europeo,
entre un 20 y un 29%, mientras que la mayoría de los países europeos poseen
tasas bastante más altas. European Foundation for the
Improvement of Living and Working Conditions (2009): Trade union membership
2003–2008
[4] Palomeque, C. (2010): “Una caracterización del sistema sindical español (2010) en blog del autor http://manuelcarlospalomeque.blogspot.com.es/2011/02/una-caracterizacion-del-sistema.html
[5] De hecho las Leyes 11/1994, de
19 de mayo, y 18/1994, de 30 de junio, que modificaron las normas electorales
para la representación de los trabajadores asalariados y funcionarios y que
dotaron al sistema de algunos de sus rasgos actuales, fueron objeto de previo
acuerdo con UGT y CCOO.
[6] Según el Eustat a 31.12.2012
los resultados de las elecciones sindicales daban el siguiente mapa sindical
(se han excluido las opciones con menos de un 5% de representación): UGT 12,4 %,
LAB 17,3%, COO 19,9% y ELA-STV 39,8%.
[7] La representación de los
elecciones sindicales en Navarra mantiene una cierta estabilidad donde UGT
obtiene casi un 30%, CCOO entorno al 25, ELA-STV el 21 y LAB el
13%.
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