martes, 17 de julio de 2012

LA CRISIS ACTUAL Y EL FUTURO DE LA DEMOCRACIA COMO IDEA SOCIALISTA.


Acaba de publicarse en Insight un interesante trabajo de Tarso Genro, gobernador de Rio Grande do Sul y un competente intelectual de izquierda del PT brasileño, que lleva por título La crisis actual y el futuro de la democracia como idea socialista, que se puede leer en su lengua original, el portugués, en A crise atual e o futuro da democracia como ideia socialista.  El texto ha interesado a sectores de la izquierda española y nuestro amigo y apreciado colaborador de la blogosfera de Parapanda, Giuliano el Apóstata (ma non troppo), ha procedido a su traducción. El texto tiene catorce páginas, de forma que de momento sólo publicamos las cinco primeras, como aperitivo de una posterior  - o posteriores - entrega  con el resto. Creemos que se trata de una propuesta interesante para el debate.


LA CRISIS ACTUAL Y EL FUTURO DE LA DEMOCRACIA COMO IDEA SOCIALISTA.
        Tarso Genro
        Para entender tanto la crisis del sistema financiero global, iniciada en 2008, como sus consecuencias sobre los sistemas democráticos del mundo, es recomendable una reflexión más humilde y modesta que las promovidas desde el ímpetu que anuncia una crisis final del sistema capitalista. La izquierda que se limita a pensar el mundo conforme a las categorias usadas antes del final del socialismo real debe ir más allá de los análisis que apuntaban las disyuntivas clásicas: transición pacífica o ruptura, reforma o revolución, socialdemocracia o socialismo proletário, teoria de la dependencia o revoluciones nacionales democráticas, en aquel período, con apoyo soviético.
        La contra-revolución (o contra-reforma ) neoliberal, iniciada en los años setenta, además de haber resultado victoriosa, ha obtenido una ventaja estratégica adicional: agudizar “una tensión entre democracia y capitalismo resultante, por un lado, del carácter expansivo de la democracia que, en su inicio, excluía a las mujeres y también a los trabajadores del juego democrático (.....) y, por otro lado, la relativa inflexibilidad del capitalismo (...) que permitía concesiones que no amenazasen su reproducción ampliada de largo plazo.[[1]] La situacion creada demuestra que la cuestión democrática pasa a cobrar su vigencia en un plano superior y el ataque al tipo de Estado que puede garantizar la democracia política deriva de la contra-revolución neoliberal.
Sugiero que pensemos la defensa de la democracia hoy, no a partir de la teoria de la lucha de clases en el terreno económico-social, sino a partir del conflicto de clases que se expresa entre subjetividades emancipatorias democráticas, de un lado, y, de otro, tentaciones autoritarias de derecha, cuyos agentes ya están construyendo formas de gobernar intentando hacer viable una salida a la crisis dentro de los moldes neoliberales.
Es más el momento del “18 de Brumario” que el de la “Ideología alemana”. Las tentaciones de derecha ya están configuradas en la oposición extrema ( presente en el escenario político europeo ), entre democracia política y una nueva especie de fascismo que emerge en la sociedad civil, que se aproxima al control del Estado. Ello combina rentismo, control mediático y autoritarismo de los Ejecutivos.
Pensemos en la necesidad de una humilde reflexión: las crisis han provocado menos avances em el contrato social europeo generando más retrocesos en este contrato, con independencia del resultado derivado de la realización de elecciones políticas em lós países de democracias consolidadas. La petición de humildad parte del reconocimiento de que “estamos en una Unión Europea en la que la ‘crisis es sistémica’, luego la contaminación es general y la respuesta debe ser de todos, aunque se exprese de formas diferentes según las culturas o las realidades sociales (...)”[[2]]. La advertencia se hace doblemente importante si consideramos que las pautas de las salidas de las crisis, a través de procesos democráticos legítimos, son dictadas por los propios promotores de la crisis.
        Pensemos en la necesidad de una reflexión más modesta, reconociendo los límites de las interpretaciones economicistas del capitalismo, e interponiendo, en la reflexión, nuevos elementos para analizar. Hagámoslo a partir de desafíos que amplíen los horizontes más allá de las disyuntivas ya señaladas, para lidiar con categorias no testadas hasta el momento. El objetivo: dar “sentido” a una nueva revolución democrática, que transite desde las premisas de  1789 a la efectividad de los derechos políticos y sociales por los que se combatió en mayo de 1969, en la primavera de Praga y en la primavera árabe. Esta puede transformarse rápidamente por citar a John Steinbeck, en el otoño de nuestra desesperación.

Se trata, por lo tanto, de enfrentar en el terreno de la política, el capitalismo “financiarizado” actual y considerar las posibilidades del “constitucionalismo transformador” (Boaventura), del nuevo “capital cultural” del sur y la capacidad de liberarnos de la “violencia simbólica” del sistema actual (Bordieu). Es el propósito de dar fuerza a las luchas, ya en curso, contra la “colonización” de la política por  los “media” neoliberales y, principalmente para activar a partir de los partidos de izquierda y de las políticas de estado, las capacidades ya demostradas por el pueblo- particularmente el latinoamericano- de incitar nuevas prácticas, por dentro y fuera de los gobiernos de izquierda, antineoliberales.
Con este objetivo, las luchas en torno a la cuestión democrática no pueden operar, exclusivamente, con las posibilidades inscritas en las constituciones formales. Ni con las determinaciones puras de la economia. Y no pueden limitarse, cuando la izquierda asume gobiernos, apenas a las generalidades de las políticas de “inclusión social”. La construcción de una subjetividad democrática común solo se consigue mediante la combinación de las luchas sociales con acciones de gobierno que, mediante sus respuestas, disuelvan las barreras que separan el estado del ciudadano común.
El rescate de los valores políticos y morales del socialismo, tales como la igualdad, la solidaridad, la liberación de las opresiones y de los prejuicios es hoy también una lucha por la superación de la dominación mediática y de la violencia implícita ( presente en la cultura de la sociedad de mercado ), es lo que puede dar “sentido” a un nuevo proyecto democrático, de sociedades “conscientemente orientadas”, dentro de la democracia y de la república.
        No es irrelevante, para analizar las democracias actuales y pensar en su futuro, constatar que la expansión del dominio del capital financiero globalizado viene acompañada por la implantación de regímenes con democracia política, con un cierto grado de constitucionalización de derechos.  Luego está en disputa el sentido que un régimen democrático formal imprime a la vida común, pues lo que está en juego es el “contenido posible” del proyecto político moderno, no tanto su forma.
Las actuales inflexiones autoritarias de los regímenes democráticos son, al mismo tiempo, mediaciones para la compatibilización de la democracia con la tutela del capital financiero y por tanto mediaciones para reducir las resistencias populares a la eliminación de la protección social. Pero los regímenes actuales son, principalmente, decadencias destructivas de los Estados de Derecho democráticos y de las conquistas de la social-democracia. Ello implica una vieja ironia: la destrucción de los aparatos institucionales de control y aseguramiento de derechos, en el propio mercado ( incluso contra los intereses inmediatos de la mayoría de los capitalistas “internos” ) es promovida por la propia burguesia mundial, unificada en la tutela del capital financiero.
El positivismo-naturalista, que estuvo presente en la version del marxismo de la “Academia de Ciencias de la URSS”, siempre presentó uma version del capitalismo como una especie de secuencia “natural-fatal” de la Historia, cuya sucesión, también “natural-fatal”, sería el socialismo. Por ello, cuando he hablado de “modestia”, me refiero a que, históricamente, tanto los socialistas-marxistas como los socialdemocratas de izquierda nunca dieron relevancia a la formulación de una auténtica Teoria del Estado y del Derecho que no fuese apenas una réplica economicista de las tesis del iluminismo.
De igual modo, el capitalismo dejó de ser abordado como una auténtica “civilización”[[3]] con una enorme “riqueza de sentidos”, incluso portador de capacidad de “expropriar” la subjetividad obrera y transformarla. En esta expropiación, la clase obrera deja, históricamente, de ser una presunta clase-sujeto de la revolución, para afirmarse en la vida real como clase contratada por el orden, pero cuya preservación de los derechos conquistados depende del mantenimiento de la democracia política. Este contrato, al mismo tiempo que la ha mantenido como clase relativamente pacifica e integrante del orden, en las llamadas sociedades de “clases medias”, también la hace sujeto “llave” de la “nueva  revolución democrática”, ya que sin ella es imposible construir uma salida para el desorden neoliberal, que precisa avanzar sobre los derechos de los trabajadores para viabilizarse.
La defensa de la democracia amenazada por el desorden neoliberal es el único terreno que puede sostener una ofensiva para la constitución de otro orden democrático efectivo. Un orden que controle la aparente espontaneidad del capital y lo domine, fuera de las instancias financieras autónomas, es decir, dominio por la expresión política de la sociedad civil, para que ella ejerza el control sobre los bancos centrales y sobre la distribución del dinero emitido. 

(À suivre)


{[1]] SANTOS, Boaventura de Sousa. “Refundación del Estado em América Latina – perspectivas desde uma epistemologia del Sul”. Quito (Ecuador): 2010, Ed. Abya-Yala, pp. 81/82.

[[2]] CARVALHO, Manuel. “A crise: conhecer para romper com as inevitabilidades”. Cópia fornecida pelo autor.
[[3]] COMPARATO, Fábio Konder. “Capitalismo: civilização e poder”. Cópia fornecida pelo autor.

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