Begoña Marugán ha enviado este hermoso texto a modo de tarjeta de felicitación de año nuevo. Dice que como no tenía una tarjeta, ha elegido enviar un cuento. Es este deseo para un nuevo año que nosotros hacemos nuestro también en el blog.
UN DESEO PARA UN NUEVO AÑO
Erase una vez un tiempo en el que existía algo
llamado trabajo. Gracias al trabajo la mayoría de la población de aquellos
lugares recibía algunos euros que les servía para poder tener un techo, comida
de cierta calidad, comprar juguetes a sus hijos e hijas y salir a bailar de vez
en cuando. Es cierto que había trabajo que no se pagaba y también que había
otros, los más duros e ingratos, por los que el montoncito de euros era muy
reducido, pero bueno, el hecho es que había trabajo y éste jugaba un papel
central en la sociedad y en la vida de las personas adultas. Hombres y mujeres ocupaban
casi un tercio de sus días en faenas que reportaban beneficios a un tercero.
Tiempo, dedicación, habilidad, fuerza, creatividad, energía y esfuerzo se
consumían en unas labores que les mermaban la viva y la salud, pero que también
les estimulaban y reconfortaban al compartir, convivir y cooperar con otras y
otras en el desarrollo de algo colectivo porque aunque hoy casi no me creáis, es
cierto que hubo un tiempo en el que existió el trabajo y en él las personas
dejaban parte de su personalidad y de su persona.
Curiosamente, cuando esta etapa de la historia se
inició, en el trabajo encontraron los pensadores de la época el elemento
fundamental de cohesión social, lo que nos mantendría unidos/as en una sociedad
de individuos libres. Ante una nueva era, donde se avecina un cambio civilizatorio, el trabajo busca su recambio para que la
sociedad no estalle en pedazos mientras nos destrozamos los unos a los
otros. Pueden ser alucinaciones, pero cuando el Gobierno del
PP está acabando con los derechos sociales y laborales y, el Estado de
bienestar está bajo mínimos - con la sanidad, la educación públicas y la
dependencia amenazadas- y todos los días se golpea a la democracia, se me llena
la cabeza de imágenes de las calles ocupadas por la protesta de una ciudadanía
consciente. Frente a la nostalgia de otros tiempos y la tristeza en la que nos
quieren sumir existe la esperanza que imponen todas las personas que luchan contra
viento y marea por tomar las riendas de su destino. El quehacer colectivo que se construye y anuda en el espacio físico
y con las conexiones virtuales y las redes sociales ha creado un campo de
comunión, comunicación y expresión de afectos nuevo entre personas distintas,
pero iguales.
Lejos del caos que los
medios de comunicación retratan, la calle es un hervidero político en un intento fraternal,
creativo e incesante de buscar la democracia real lejos de los subterfugios y
las apariencias de esta democracia impostada fruto de una transición que no fue
tan ejemplar como nos la presentaron. Cuando del trabajo ya casi no nos queda ni el nombre, se
impone la política entendida como acción de coexistencia pacífica y armoniosa de
lo heterogéneo de la sociedad. En medio de este nuevo campo de batalla donde
estamos librando una original guerra de guerrillas, perdimos el trabajo, pero
nos queda la palabra, nos quedan los cuentos y nos queda la política como lugar
de superación de diferencias. Si pensamos así nos daremos cuenta de en realidad
2012 fue una fiesta donde la solidaridad y la fraternidad se coló por casi
todos los rincones. Que el espíritu de respeto, cuidados y confianza que se
despertó el pasado año nos acompañe en este nuevo que comienza.
Con todo mi cariño a las personas que lucharon en 2012
y las que lo siguen haciendo todos los días de su vida.
Begoña Marugán Pintos.
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