Ahora sucede en Portugal. Convocados por una organización "transversal", Que se lixe a troika, (traducido normalmente por "que se fastidie la Troika"), cientos de miles de portugueses han salido a la calle en más de 15 ciudades para protestar contra las políticas de austeridad.
Este movimiento, que se ha hecho conocer recientemente por su interrupción en el Parlamento del discurso del presidente del gobierno, cantando el himno de la revolución dl 25 de abril, Grandola Vila Morena, ha convocado las manifestaciones a la que se han adherido todos los sindicatos y los partidos de izquierda, además de los sectores en lucha de la sanidad y enseñanza, como en España, y la participación muy decidida de los jubilados y pensionistas. El eje de la protesta es la reivinidcación de la soberanía popular frente a la imposición europea, que se manifiesta groseramente en la presencia actualmente en Protugal de los "inspectores" de la Troika (el FMI, el BCE y la Comisión Europea), el siniestro trío que actuó asimismo en Grecia, supervisando las "cuentas" y la actuación del gobierno.
Por eso la protesta portuguesa se encuadra en la exigencia de un principio democrático básico: es el pueblo quien manda, del verso de la canción emblemática de José Afonso (Zeca). O povo e quem máis ordena, y ese ha sido el leit motiv de la manifestación multitudinaria de hoy en Lisboa, en Oporto y en tantas otras ciudades de Portugal.
La relación entre la resistencia ante las políticas autoritarias de la austeridad que provienen de Europa y el movimiento popular antisfascista del 25 de abril, explicitada frontalmente en la manifestación y en las acciones de "calentamiento" de estos días, deberían dar de pensar a los dirigentes políticos, si es que este nombre tiene aún algún significado. Y no sólo a los gobernantes portugueses, sino también y especialmente a los europeos. La continuidad que estos eslóganes establecen entre la lucha contra la dictadura y la lucha contra las imposiciones de la Unión Europea y de los aparatos financieros revela de forma muy evidente el carácter antipopular y antidemocrático de las políticas de austeridad y su consideración - correctamente - como fórmulas de ejercicio autoritario de un poder que no se encuentra limitado en su ejercicio por el respeto de los derechos fundamentales de los ciudadanos al que obliga la Carta de derechos fundamentales de la Unión Europea y otras declaraciones de derechos que supuestamente avalan la civilización democrática europea.
En Portugal, la resistencia popular exige un nuevo 25 de abril. En España es necesario abrir un período constituyente, una nueva ruptura democrática. Antiguos procesos, viejas ilusiones, todavía vivas y expresando la necesidad de una transformación radical de una forma de vivir la política y de construir una nueva realidad más allá de la que se presenta como inamovible y constante en su injusticia y desigualdad.
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