Se ha celebrado este fin de semana en Madrid un conjunto
de actividades reunidas bajo el lema “Por un Plan B para Europa”, cuyo
manifiesto impulsor, entre los que se encontraban personalidades de distintos
partidos políticos y fuerzas de la izquierda, junto con representantes de las
candidaturas ciudadanas hoy en el gobierno de diversas ciudades, pensadores y
teóricos de distintos ámbitos y activistas y militantes de movimientos
sociales, decía lo siguiente : "En julio de 2015 asistimos a un Golpe de
Estado financiero ejecutado desde la Unión Europea y sus Instituciones contra
el Gobierno griego condenando a la población griega a seguir sufriendo las
políticas de austeridad que ya habían rechazado en dos ocasiones a través de
las urnas. Este golpe ha intensificado el debate sobre el poder de las
instituciones de la Unión Europea, su incompatibilidad con la democracia y su
papel como garante de los derechos básicos exigidos por los europeos". (…)
"Queremos generar un espacio de confluencia en el que todas las personas,
movimientos y organizaciones que nos oponemos a al modelo actual de Unión
Europea y consensuar una agenda común de objetivos, proyectos y acciones, con
el fin último de romper con el régimen de austeridad de la UE y democratizar
radicalmente las Instituciones Europeas, poniéndolas al servicio de la
ciudadanía".
Esta iniciativa ha sido importante por la cantidad de personas que ha
podido concitar para que aportaran sus reflexiones a la cuestión central
planteada, y ha resultado extremadamente oportuna al colocar a Europa en el
centro de la reflexión y del debate político en un momento como el actual en el
que los medios de comunicación y el interés de la opinión pública se hallan
absorbidos por la cuestión de la formación del gobierno y la orientación del
mismo, es decir, sobre cuestiones de interés predominantemente nacional e
institucional. Lo cierto es que la
amenaza de “desintegración” de la Europa política y democrática está cada vez
más presente, y que resulta patente la “deconstrucción” de su imagen como un
espacio de libertad que permitía hablar de una cierta condición de ciudadanía
común a todos los que componían la Unión.
La gestión de la crisis a través de un directorio económico-financiero con
poderes de excepción que consigue la demolición progresiva de los marcos nacionales
de garantía de los derechos sociales incluso al punto de modificar las
constituciones de los mismos, ha conseguido que se implantara en estos
ordenamientos internos de las naciones europeas una consideración del campo de
los derechos como un obstáculo a la recuperación económica. Las libertades
europeas ya son sólo las libertades de empresa y de circulación del capital, y
la ciudadanía europea sucumbe frente a estas políticas de austeridad que llevan
aparejada la inaplicación selectiva de determinados derechos fundamentales de
carácter colectivo y social. El principio de igualdad de trato y la libre
circulación de personas ha sido por último negada con la crisis de los
refugiados y elevado a un principio de relación política con Gran Bretaña en el
último acuerdo que se ha plasmado en la cumbre de Bruselas en la que se permite
a este país discriminar a los europeos residentes en él y violentar la libre
circulación de las personas. Europa, ciertamente, se desintegra en la medida en
que se transforma en un espacio de discriminación y autoritarismo.
Pero la resistencia es amplia y se está organizando en una estrategia de
geometría variable. Al margen de las diferentes formas de expresión políticas y
sociales con las que se expresa en cada país, especialmente en los países sobre
endeudados del sur de Europa, hay dos iniciativas convergentes que persiguen la
creación de un amplio movimiento de contestación y de crítica a este estado de cosas.
DIEM-25, por la democratización de Europa, cuya presentación en Berlín el 9 de
febrero pasado significó el lanzamiento de un movimiento paneuropeo que debe
echar raíces “en todas las ciudades y en todos las naciones” de Europa, como
señala su impulsor Yanis Varoufakis.
Y, en este fin de semana del 19 al 21 de febrero, en Madrid, el Plan B para
Europa, que ha articulado una serie de foros, plenarias y talleres, en un
intento de revivir en cierta forma las experiencias del Foro Social, como
iniciativa diferente de la anterior, pero evidentemente confluyendo con la
misma y compartiendo asimismo figuras y protagonistas.
En las decisiones finales del Plan B para Europa hay varios elementos que
pronostican una acción organizada en un plazo más corto que los que marca el
movimiento DIEM 25, puesto que los objetivos de uno y otro son diferentes. En
este caso, la necesidad de plantear la desobediencia como eje de actuación política
ante una dirección de Europa autoritaria y neoliberal que destruye el sueño de
un espacio social y político-democrático común como elemento fundante y
característico de la Unión de los europeos. En segundo término, la previsión de
una acción conjunta, un día de protesta y de movilización en toda Europa frente
a este estado de cosas que simbólicamente se ha fijado en el 28 de mayo, en
coincidencia con la Comuna de Paris. En tercer lugar, posibilitar la coordinación
reforzada de los países del Sur de Europa como un territorio político
especialmente idóneo para las alternativas de progreso que buscan crear un
bloque alineado en el interior de la Unión Europea que cuestione y corrija las
políticas de austeridad e incline la balanza más allá de la hegemonía alemana
acompañada de forma subordinada por el apoyo francés. En este sentido, Grecia,
Portugal y España – en el caso de lograr aquí, como desea la mayoría de los
votantes, un gobierno de progreso – podrían actuar también con Italia en la
desactivación del problema de la deuda y la organización de una conferencia
sobre este tema, como ha pedido asimismo Irlanda y contaría normalmente con el
apoyo de otros ordenamientos europeos del Este.
DIEM – 25 se presenta en paralelo como un movimiento más amplio, que
apuesta por la construcción de un demos europeo que permita traducir el ímpetu
de la participación de la ciudadanía en la construcción de una Europa abierta,
pluralista y social, en suma, que democratice Europa en el sentido más amplio
de la expresión. No es un deseo genérico, que no encuentre una referencia
temporal precisa. Pone ciertos plazos, una década para vencer la resistencia
institucional al cambio democrático, hasta 2025. Después de ese momento, el
proyecto europeo “se derrumbará bajo su arrogancia”, se llegará a un “punto de
no retorno” y el resultado es una fragmentación y ruptura de ese espacio
integrado con problemas muy importantes de ámbito económico, geoestratégico e
ideológico.
La reflexión por tanto sobre el movimiento por la democracia en Europa es
el elemento que impulsa la coordinación de partidos, movimientos sociales y
sindicatos, junto con personalidades relevantes, estudiosos y teóricos,
profesionales y gentes de la cultura, en una lucha más allá del rechazo a las
políticas de austeridad y a la gestión autoritaria y neoliberal de la crisis,
con un proyecto de recomposición de Europa en torno a los derechos sociales y
políticos que definen la idea de democracia. Es el momento de insertar este
objetivo entre las prioridades de la movilización social, ampliar y visibilizar
su existencia y su “arranque”, ayudar a conformar en la opinión pública esta
necesidad de reconducir el proyecto europeo hacia la politización democrática
de las instituciones que lo definen, controlar la deriva autoritaria del
capitalismo financiero e impedir el incremento exponencial de la desigualdad,
el sufrimiento y la pobreza en tantos ciudadanos y ciudadanas de los pueblos
que componen la Unión Europea, rediseñar una arquitectura institucional que esté
al servicio de las personas y no contra las mismas.
Seguiremos atentamente las evoluciones de estos planes, de estos
movimientos.
En la foto de inicio, Varoufakis hablando con Mélenchon y en un extremo Lafontaine, acudiendo al acto de presentación del Plan B, el viernes 19 por la tarde, en el Matadero de Madrid. En la foto del final, en el Foro número 4, Mónica Oltra, los alcaldes de Pamplona / Iruña y Zaragoza, Alberto Garzón y Gerardo Pisarello, el sábado 20 de febrero, a las ocho y media de la noche (el último acto antes del mitin del domingo 21).
Se han pronunciado los tribunales españoles sobre el dumping social de RYANAIR a propósito de un caso de impago de la prestación de IT. Puede consultarse en el blog hermano Ciudad Nativa RYANAIR CONDENADA EN ESPAÑA, con una nota de Mariona Castellano y Jesús Martínez, abogados de la CONC.
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