Salvo los
ires y venires en Venezuela, seguidos con exhaustividad por los políticos españoles
y los medios de comunicación que les acompañan, que encuentran en aquel país material
inagotable para sus diatribas internas contra la izquierda política en nuestro
país, lo que está sucediendo en América Latina permanece en el cono de sombra
de nuestras noticias y no se relaciona con una nueva fase de la globalización y
de su gobierno por las instituciones financieras que cada vez más encuentra
dificultades para imponerse como programa de extorsión de amplias capas de la
población en los países de América.
Hay procesos institucionales en
marcha de los que apenas se habla. El triunfo de López Obrador en
México, está propiciando cambios importantes no solo en la legislación sino también
en las prácticas sociales tan arraigadas sobre la putrefacción de la capa
política y en la burocracia sindical. Hay un despertar, todavía confuso y
contradictorio, de un México insurgente y democrático que debería ser objeto de
análisis más próximos por parte de los especialistas y de los opinadores
profesionales. En Argentina, por su parte, la parábola de Macri como el
sueño neoliberal de la felicidad de las clases medias basada en el incremento
de la desigualdad y de la exclusión social, ha llegado abruptamente a su fin, y
parece que en las elecciones de octubre de 2019 se producirá un cambio político
hacia un gobierno en el que la dimensión social será revalorizada, no sólo en el
nivel de la retórica de las grandes palabras del peronismo como ideología de
referencia susceptible de una plasticidad en sus aplicaciones concretas que
admiten cualquier política económica sea cual fuere su finalidad y sus
objetivos. En el triunfo posible de Alberto Fernández hay una fuerte
pulsión a considerar el trabajo como elemento central de la acción democrática
y a recomponer los derechos colectivos e individuales derivados del trabajo
como elemento de legitimación de las políticas públicas en alianza y
concertación con el movimiento sindical. La situación en Uruguay es más
complicada, tras años ininterrumpidos de triunfo electoral a partir del 2005,
pero es evidente que el Frente Amplio tiene una espléndida ejecutoria
económica, social y política que hace del pequeño país un ejemplo absoluto en
la gestión de las políticas de cambio social en América Latina, junto con la
capacidad de armonizar en el interior de esa formación las diferentes familias
políticas de la izquierda que en cualquier otro país se presentarían
enfrentadas y fratricidas, y un sindicalismo autónomo, unitario y combativo,
sólidamente enraizado en la realidad laboral, que se configura como representante
incuestionado de la clase trabajadora en Uruguay.
El ejemplo contrario es Brasil,
donde la erosión de la democracia es extrema y se arrastra desde el golpe de
estado institucional a Dilma Rouseff y el posterior encarcelamiento de Lula
da Silva con el único propósito de impedir que se presentara a la
presidencia de la república. En aquel país, la degradación de la soberanía
popular es completa y la entrega de las riquezas del país a las grandes
corporaciones transnacionales y al capital financiero, con la activa colaboración
de los propietarios de los grandes medios de comunicación y el sostén de las
iglesias más reaccionarias, se resuelve en la derogación cotidiana de los
derechos de las y los trabajadores, el incremento de la desigualdad social
y el impune ejercicio del racismo y de
la represión contra la población pobre. A los grandes capitales del interior de
Brasil no les importa la presencia de un neofascista agresivo e ignorante como Bolsonaro,
rodeado de una larga serie de personajes siniestros, y a los
gerentes de las grandes instituciones financieras sólo les afecta la puntual
observancia del pago de los intereses de la deuda, pero la izquierda y las
clases populares de aquel país están reorganizando sus esfuerzos y deben dar un
salto adelante en la defensa de la democracia social y la construcción de un
nuevo nivel de defensa de la democracia que imponga límites estrictos al
autoritarismo neoliberal que se ha apropiado del país.
En el área andina, Chile se mueve
en una cierta indeterminación porque el presidente Piñera no tiene la
mayoría de las cámaras y por tanto su actuación neoliberal se enfrenta a obstáculos
institucionales y a una cada vez más creciente movilización popular, junto con
la emergencia paulatina de nuevos sujetos políticos alternativos, en especial
en las grandes ciudades, que cuestionan de forma directa el engarce entre
capital privado y acción pública del Estado que ha caracterizado, por otra
parte, la gobernanza del país a partir del Plan Laboral que idearon los
ideólogos de Pinochet sobre la base de un liberalismo autoritario férreo
a comienzos de la década de los ochenta y que apenas ha variado sus coordenadas
pese al paso del tiempo y de los gobiernos de la Concertación. Sin embargo, hay
movimientos más interesantes al norte de Chile. En Perú, el presidente Vizcarra
ha disuelto el Parlamento, en pleno enfrentamiento con los congresistas fujimoristas y apristas y ha
convocado nuevas elecciones legislativas anticipadas. Una decisión que ha sido
muy bien recibida por los sectores populares y la izquierda del país, que enfrentaba
directamente al Presidente con la camada de los diputados más corruptos y
aferrados a sus privilegios, y, de rebote, frente al empresariado peruano más
atento a la obtención de beneficios particulares y al asistencialismo negocial
de los gobiernos que a la realización de elementos básicos de la democracia
representativa. La decisión de Vizcarra ha conectado con una percepción
popular de que es necesario un cambio de las élites políticas y la necesidad de
abrir un campo más progresista en la representación política. Veremos si a
partir de enero esta cuestión se puede plasmar en resultados concretos.
En Ecuador se está produciendo un
levantamiento popular en el que no sólo cobra un protagonismo decisivo el
movimiento indígena, sino la unidad entre fuerzas políticas de izquierda y de
centro izquierda en el país. Aunque la propaganda cada vez más grotesca del presidente
Moreno (permítanme las lectoras y lectoras que me resista a llamarle por
su nombre de pila por prudencia) sitúen al ex presidente Correa en un
papel de villano de comic, para mayor inri refugiado en un cuartel general de
la conspiración en Venezuela, lo evidente es que el ”paquetazo” preparado por
el gobierno, con sus recortes salariales y de protección social, el aumento de
la gasolina y el diésel y la condonación de las deudas tributarias a las
grandes corporaciones, ha generado una revuelta popular frente a la cual el
gobierno ecuatoriano está empleando una violencia ilegítima que se debe
denunciar con energía. El traslado del gobierno a Guayaquil y la huida del
presidente demuestran la debilidad de su situación, frente a la que han
respondido con la exacerbación de la represión y la declaración (dudosamente
constitucional) del Estado de sitio. El gobierno español y desde luego la acción
internacional europea que protagoniza ahora Josep Borrell, tiene que
intervenir de manera inmediata para lograr que el presidente Moreno cese
en su cruenta represión de la población e inicie un proceso de transición que
no puede sino acabar en una nueva convocatoria electoral. Las noticias que nos
llegan desde Quito – en donde se halla nuestra gran amiga y colega Adoración
Guamán – son muy preocupantes, y revelan una violencia represiva que tiene
que detenerse. Los sindicatos españoles, la CES y los partidos de izquierda han
señalado esta necesidad como una urgencia democrática. Es evidente que no se
puede anegar el levantamiento de todo un pueblo en sangre, pero es
imprescindible evitar que las pérdidas humanas se acrecienten en estos
momentos. El futuro político de Ecuador puede ser incierto en cuanto a quien
puede ser su próximo presidente, pero la determinación de la mayoría de sus habitantes
por una democracia social radical, en donde la diferencia de razas y de clases
sea la clave para forjar un sentido de comunidad nacional, no tiene vuelta
atrás.
También en Colombia se están produciendo
hechos importantes que denotan la resistencia a las políticas neoliberales y criminales
que el gobierno uribista había puesto en marcha durante todo el tiempo de su
mandato y que ahora pretende que continúe el presidente Duque. El ex
presidente colombiano, que tiene más de 50 investigaciones entre el Congreso y
la Corte Suprema por presuntos delitos que van desde injuria y calumnia hasta
homicidio, concierto para delinquir, propiciador de masacres, seguimientos
ilegales a la oposición, y otras conductas delictivas adicionales, tiene que
someterse a una indagatoria ante la Corte Suprema de Justicia por un delito “menor”
(respecto de los que constituye su pasado criminal bien reconocido), esto es, fraude
procesal y soborno, delitos en los que habría incurrido siendo senador durante
un caso de manipulación de testigos que él mismo pidió a la Corte Suprema
investigar, acusando a uno de sus más grandes contradictores, el senador del
Polo Democrático -partido opositor de izquierda- Iván Cepeda. En paralelo
a esta cuestión, el gobierno sigue adelante con proyectos degradatorios en
materia laboral que están generando nuevas respuestas sindicales y políticas que
cuentan con un nivel de aceptación muy elevado. Hay grandes movilizaciones
estudiantiles y el próximo 21 de noviembre se ha convocado un gran paro
nacional en todo el territorio. Por otra parte, las acusaciones en un tribunal
de Nueva York sobre la financiación de la campaña presidencial de Juan
Orlando Hernández por la mafia de los narcotraficantes en Honduras, ha
provocado protestas muy relevantes en ese país, en donde se produjo el golpe
institucional que destituyó al legítimo presidente Zelaya hace diez
años, en el 2009.
La globalización financiera y el
dominio de los procesos políticos que detenta en toda América Latina se enfrenta
a una fuerte crisis de legitimación democrática. La resistencia y las revueltas
son cada vez mayores, y afectan también a la propia estructura institucional de
los restantes países. Una América Latina que desde el Rio Grande al Cabo de
Hornos vuelva a generar un marco político de consensos antiliberales y que sea
capaz de coordinar sus esfuerzos económicos con una relativa independencia de
las instituciones financieras que ahogan los proyectos de cambio social,
renegociando la deuda en mejores condiciones e impulsando programas de desarrollo
sostenible participado democráticamente, es un elemento decisivo en el tablero
global en el que juegan las fuerzas que promueven la emancipación social. En
ese contexto, Brasil y el neofascismo que lo gobierna, tendrá un campo de
acción extremadamente reducido, lo que obligará a efectuar cambios de relieve
en la conducción política de aquel país.
Hay que estar atentos por tanto a
lo que sucede en esa parte del mundo con la que, por tatos motivos, estamos muy
interesados. No solo para denunciar los atropellos a la democracia que se están
efectuando en Brasil o ahora en Ecuador, sino para comprobar que inicia un
nuevo cambio de ciclo en el que la gobernabilidad de la región tiene que
atender a las necesidades de amplias capas de la población que requieren
cambios económicos, políticos y sociales muy relevantes.
6 comentarios:
Mil gracias Antoine, me voy hacia el centro y te voy contando
Adoracion
Oxalá seja rebelião, além da rebeldia e resistência.
Sayonara Grillo Coutinho L da Silva
Interesante recorrido político economicista, igual habría puesto más énfasis en la relación fmi con Argentina y Ecuador (que influencia a la clase política europea benévola a Macri y Moreno a pesar de sus evidentes desaciertos). Faltan procesos claves para AL: extractivismos y conflictos eco territoriales, el movimiento social y feminista y su vínculo con la violencia estructural exacerbada con las políticas neoliberales... La respuesta a esas políticas es más grande que la respuesta de los sindicatos y los partidos políticos.
Patricia Amat y León
Feminista y socióloga peruana
Un buen recorrido por las venas abiertas, con un fondo optimista que me cuesta compartir por pura impotencia ante las viejas derrotas. Como acabo de volver de la República Árabe Saharaui Democrática aunque soy atea, me gusta como suena la expresión: in sha`allh
A ver si alguna vez podemos vencer al neoliberalismo en algún sitio
abrazos
Estella
gracias, Antonio, un panorama comprensivo y lúcido de los distintos procesos del "continente mestizo" como decía Benedetti.
LÚCIDO ANÁLISIS DE LA REACCIÓN QUE NO TOLERA MÁS DEPENDENCIA Y DOMINACIÓN A TRAVES DEL FMI QUE DOMINA CON SUS CRÉDITOS QUE HA CONVERTIDO A NUESTROS PUEBLOS EN DEUDORES PERMANENTES [LEASE RENUNCIA DEL PODER DE DECIDOR NUESTRO DESTINO] - EN ARGENTINA INVENTARON UNA DEUDA A PAGAR EN LOS PRÓXIMOS 100 AÑOS A UN INTERÉS DEL 8% EN DOLARES - LA DIGNIDAD DEL PUEBLO ECUATORIANO LOS HACE NEGARSE A QUE LOS LLEVEN AL MISMO LUGAR QUE HUMILLACIÓN QUE FUE LLEVADA ARGENTINA - UN ABRAZO
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