jueves, 22 de julio de 2021

VA COM VA (DIVAGACIONES EN LA CANÍCULA CON OVIDI MONTLLOR EN EL RECUERDO)


 

Entre los calores propios de la época, he escuchado a lo lejos desde un piso cercano – las ventanas abiertas por la noche – una canción de Ovidi Montllor que me ha conectado con el pasado remoto: Va com va. En vez de preguntarme quién podría en Madrid, un 21 de julio por la noche de este año 21 del siglo del mismo número, estar escuchando esta canción de 1974, y por tanto proceder a una exploración del vecindario en clave generacional - ¿un baby boomer nostálgico? – y autonómica - ¿un catalanoparlante habitando en Madrid, quizá un parlamentario talludito? -  lo que me ha provocado esta audición lejana es un momento de evocación del pasado, traer la memoria de aquellos días en los que la escuché por primera vez. Como mantener un blog permite distraer a la audiencia a veces con divagaciones no previsibles, me permito compartir en esta entrada esa rememoranza.

En 1975, al ingresar la mayoría de la organización universitaria de Madrid de OCE-BR en el PCE, Enrique Lillo era el Delegado de la Facultad de Derecho, miembro del Comité de Facultad – y creo que también del CU, el Comité Universitario – y me ofrecieron la posibilidad de aceptar el puesto de dirección que en la época era obligado en la organización del Partido, el de responsable de cristianos en la Facultad, o así le llamábamos en aquel tiempo, en el que en ella éramos miembros del PCE lo que nos parecía un número muy importante, 95 estudiantes. Mi misión era organizar y desarrollar un debate entre los estudiantes que se definían como cristianos en su militancia en el PCE, teniendo en cuenta que en la época el diálogo sobre cristianismo y revolución era un elemento de formación ideológica muy relevante. Organicé entonces una reunión en la que deberíamos discutir dos textos que habían aparecido en Nuestra Bandera, uno de Manuel Sacristán, otro de Alfonso Carlos Comín. Mi poder de convocatoria se demostró desastroso, porque solo acudió a la reunión un estudiante de primer curso, hoy magistrado de lo contencioso en el TSJ de Andalucía oriental, domiciliado en Sevilla, que sigue siendo una persona espléndida, trabajadora infatigable y un jurista riguroso y garantista. No recuerdo donde nos reunimos, debía ser su casa, porque tras un pequeño resumen por mi parte sobre el objeto de la reunión, extrajo de un cajón un LP (vinilo) envuelto en cartón, en cuya portada solo se leía el nombre del cantante, Ovidi Montllor, y en la esquina superior izquierda el título: A Alcoi. Estuvimos escuchándolo y comentándolo las dos horas y media que duró la reunión - ¿a quién le interesaba ya discutir lo de cristianos en el partido y comunistas en la iglesia? -, fijando la traducción al castellano de algunas expresiones, disfrutando la voz grave y la capacidad interpretativa de ese cantautor que para mi era desconocido. Debatimos sin embargo sobre algunos aspectos del texto sostenido por la música. En concreto sobre la traducción de Va com va. Mi joven camarada mantenía que la traducción literal debería significar “Depende”, yo insistía en que realmente lo que quería decir es “así están las cosas”. Por eso el desenlace de la canción:

Si jo ja m'he cansat d'anar vivint dient

El va com va

Pensa que sols diré fins que més no podré

Va com vull, com volem

Este es mi recuerdo de ese primer conocimiento del cantautor de Alcoi hace la friolera de 46 años nada menos. Mientras recuerdo muy bien este primer encuentro (aunque quizá no se ajuste a la realidad de las cosas, ese es el defecto de la memoria, pero aqui es irrelevante este extremo), mi desempeño como responsable de cristianos no fue desde luego muy exitoso. Solo una reunión, quizá otra más, con idéntico fracaso. En octubre de 1975 comencé mi servicio militar en la IMEC del Aire, en Los Alcázares, y abandoné la organización de Universidad del PCE para pasar a la del Ejército, como era la norma. Pero desde luego creo que haber descubierto a Ovidi Montllor valió la pena y compensó todo el descalabro de la tarea política que me habían encargado. Además de su presencia en las pantallas – desde Furtivos hasta Con el culo al aire – sus canciones me acompañaron a partir de ese momento. Su álbum desde el Olympia de Paris con Toti Soler aún lo escucho, una vez desplazado el vinilo por el CD creo que ya al comienzo de la década de los 90.

A tu t'han dat l'herència, a mi m'han dat la vida

Va com va

A mi em toca lluitar, a tu prendre la mida

Va com va, va com va

O sea, que las cosas van así. Y no van muy bien, como dice la canción. No me refiero al ayer, sino  al ahora. Estamos en un momento en el que la presión sobre las instituciones y los sujetos que pueden impulsar un cambio democrático en nuestro país, es verdaderamente inaceptable. No se trata solo de esa capacidad de asedio y de erosión de las personas, las agresiones y las descalificaciones – que en el caso de Iglesias y Montero han conducido a una verdadera cacería mediática y popular, deshumanizando al personaje y construyendo paulatinamente un círculo de hostilidad generalizada contra estos dirigentes políticos – sino la absoluta impunidad con la que se practica el insulto y la descalificación personal y la categórica uniformidad con la que se transmiten a la opinión pública desde los medios públicos y privados más influyentes, sin limitaciones. La fórmula es conocida y se repetirá cuantas veces sea preciso hasta la aniquilación simbólica – pero no sólo – de los protagonistas destacados del discurso reformista y emancipatorio. A ello se une la utilización cada vez más evidente de las instituciones de garantía de los derechos en una dirección alienada con la erosión directa de la acción de gobierno, como ha sucedido con la última y criticadísima sentencia del Tribunal Constitucional, y antes con la cuestión de los indultos por la Sala de lo penal del Tribunal Supremo.

Esta ofensiva política, ideológica y mediática, que se acentúa ante cualquier iniciativa de reforma que pueda poner en cuestión la mitografía del dictador y la legitimidad del golpe de estado que fundaría el régimen franquista que sobrevivió a sus mentores totalitarios y criminales merced a la guerra fría y el apoyo irrestricto de los Estados Unidos, sólo puede ser compensada – nunca detenida – por las acciones reales de reforma que demuestren la capacidad de la política democrática para definir el nuevo mapa social atendiendo a la capacidad de decisión democrática expresada por la mayoría parlamentaria que sostiene el Gobierno de coalición. Es por tanto imprescindible que se demuestre que este gobierno es capaz de cambiar las cosas como queremos, como se han comprometido a hacer y la ciudadanía espera.

La subida del salario mínimo siempre postergada con argumentos tecnocráticos que reiteran las tesis neoliberales que chocan decididamente con una nueva orientación política en la fase post-pandemia de la presidencia Biden, la urgencia de una reforma laboral de nuevo aplazada y contestada sobre la base de prejuicios ideológicos y de planteamientos de gestión empresarial basados en la devaluación de las condiciones de trabajo y empleo como elementos característicos de la precariedad laboral que se defiende como la única forma de obtener beneficios, el fortalecimiento de la negociación colectiva y la remodelación de las formas de organización de empresa, todo ello son elementos básicos y estructurales de un cambio que tiene que llevarse a efecto. De lo contrario, bajo la presión institucional, mediática e ideológica del discurso deslegitimador y muy agresivo de la derecha política, la inacción del gobierno se leerá como impotencia de la democracia, que solo puede suscitar desafección ciudadana o desplazamiento de la acción política fuera del espacio institucional, confrontando directamente con él.

Dicen los que saben conducir que cuando el automóvil se desliza en una curva mal peraltada en un firme deslizante, es conveniente acelerar para salir adelante, no frenar, que conduce a la pérdida de control del vehículo y al desastre. Esa es la receta para la situación actual. Que se hagan las reformas que queremos y a las que se ha comprometido el Gobierno en su programa. Que cesen los obstáculos internos en el seno de la coalición de gobierno. Que sepan todas las gentes que es posible mejorar su situación social, garantizar realmente sus derechos, proteger lo común y promocionar lo colectivo, avanzar en la seguridad de su existencia, encontrar un trabajo decente y estable que permita vivir dignamente.

El futuro inmediato puede y debe ser diferente y mejor. Como pensaban esos dos lejanos personajes que escuchaban a Ovidi Montllor compartiendo un proyecto de sociedad más justa, más solidaria, radicalmente democrática, en la que pudieran sentirse felices y satisfechos de haber acompañado el esfuerzo colectivo por hacerla realidad. Como entonces, ahora. Quizá por eso en la noche del 21 de julio se pudo escuchar en Madrid esa antigua canción de resistencia y de esperanza.

 

 

2 comentarios:

Paco Rodriguez de Lecea dijo...

Paco Rodríguez de Lecea
Bonito recuerdo. Fueron muchas las horas perdidas, muchas las reuniones fallidas de las que, sin embargo, algo se sacaba a fin de cuentas para retroalimentar el compromiso. Va com va, así es la vida. Y quisimos mucho a Ovidi.

Demetro Vázquez Martínez dijo...


Demetrio Vazquez Martinez
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Estoy de acuerdo con el contenido del artículo, cuya lectura recomiendo. Además le agradezco a Antonio Baylos que me haya traido recuerdos de buenos tiempos. Yo también militaba en la organización universitaria de Bandera Roja (OCE-BR) cuando decidimos integrarnos en el PCE. Saber que después de tanto tiempo sigues coincidiendo con gente a la que aprecias y admiras, produce un placer íntimo difícil de describir.