Aunque la
gran mayoría de los medios de comunicación ignoran este tipo de noticias, lo
cierto es que se ha celebrado en Melbourne, en Australia, el 5º Congreso de la
ITUC / CSI, la confederación sindical mundial, que ha elegido a Luca
Visentini secretario general de esta organización. Parecería que un hecho
de esta trascendencia, la reunión de la organización que representa a 332 organizaciones
sindicales de 163 países, con más de 200 millones de afiliados, supondría una
noticia por comentar. No ha sido así. La elección es sin embargo significativa
porque se trata de un sindicalista europeo, concretamente italiano, que ha sido
el secretario general de la Confederación Europea de Sindicatos, lo que hace
que el sindicalismo europeo cobre mayor relevancia en el desarrollo del proyecto
sindical colectivo que a nivel mundial quiere llevar a cabo la Confederación
Sindical Internacional.
Es importante recordar que en el
congreso anterior de la CSI se intentó, por una parte importante de sindicatos
europeos y americanos, este desplazamiento del rol directivo de la CSI al
sindicalismo europeo, impulsando la candidatura de Susanna Camusso, que
había sido la secretaria general de la CGIL, y que finalmente resultó derrotada
por la australiana y secretaria general Sarah Burrow por un estrecho
margen. En esa derrota tuvo decisiva importancia la posición del sindicalismo
alemán y centroeuropeo, que desconfiaba posiblemente del tipo de programa que
la cultura del sur de Europa, de la que el sindicalismo italiano es una
expresión muy acabada, pudiera imprimir a la organización sindical mundial.
En esta ocasión, la elección de Visentini
ha sido mediante una votación a su favor muy amplia, con el 72% de los votos,
derrotando al candidato turco Kemal Özkan, que era apoyado por la DGB. Sin
embargo, el candidato ha podido establecer una alianza global muy sólida en la
que han desempeñado un rol importante no sólo los sindicatos del sur europeo –
en donde la actuación de Cristina Faciaben, de CCOO, ha sido muy
eficiente - junto con otros
significativos apoyos de centro Europa tradicionalmente aliados de los
alemanes, como los austríacos, sino fundamentalmente los sindicatos americanos
agrupados en la CSA, y el sindicalismo asiático y africano con la excepción de
Japón.
Visentini proviene de la
UIL, el tercer sindicato italiano de menor implantación que la CGIL y la CISL, pero
que cuenta en su favor con la experiencia adquirida al frente de la CES. En
esta condición ha defendido la movilización promovida por la CES contra el
regreso de la austeridad y la petición de un fondo común para hacer frente a la
recesión causada por la crisis energética y la carencia de suministros, similar
al de Sure previsto para la cobertura excepcional del desempleo debida a
la inactividad causada por la pandemia. Esta movilización para la alteración
fundamental de las reglas de la gobernanza económica sin embargo no ha sido
compartida por el sindicalismo alemán que se pliega a las posiciones de su
gobierno muy reticentes a insistir en este tipo de ayudas cuando se han prestado
ya 200.000 millones de euros en ese contexto de la crisis derivada del Covid
19.
El programa con arreglo al cual
ha sido elegido el nuevo secretario general pide un cambio de rumbo en la
política económica mundial, centrándose en las inversiones del Banco Mundial y
el Fondo Monetario Internacional para combatir las crecientes desigualdades y
ayudar a los países en desarrollo en su transición ecológica, con el objetivo
de aumentar la fiscalidad sobre las transiciones financieras y las
multinacionales. Es muy significativo que la idea del "Nuevo Contrato
Social para la Recuperación y la Resiliencia" propuesto por Luca
Visentini tenga como centro los derechos de los trabajadores inmigrantes a
la acogida y el asilo en los llamados países más desarrollados, lo que en su país
natal actualmente se encuentra en medio de un debate político muy áspero.
El desplazamiento del equilibrio
geoestratégico sobre la problemática social con la finalidad de poder declarar el
fin de la época de la austeridad como respuesta a la crisis es el gran objetivo
declarado en este 5ª Congreso por parte del sindicalismo global. El fracaso de
la COP 27 condicionada por las empresas transnacionales extractivas de
combustibles fósiles demuestra que no será una iniciativa fácil, pero hay
señales de cambio que deberían ser extendidas y propiciadas sobre transacciones
financieras y el poder exorbitante de las corporaciones multinacionales: en
Europa hay una fuerte corriente de opinión que va ganando espacios cada vez más
amplios que entiende que hay que gravar con impuestos a las empresas que han
tenido beneficios extra con la pandemia o con el incremento exponencial de los
preciso de la energía, un línea de tendencia que, como sabemos bien en nuestro
país, encuentra importantes obstáculos incluso en el seno de grupos
progresistas.
El diagnóstico que efectúa el
sindicalismo global es muy claro y expresivo. Este es el resumen de la propuesta:
“El modelo económico global ha
fallado a los trabajadores. El poder y la codicia de las grandes empresas
mundiales han capturado a los gobiernos, que actúan en contra de los derechos y
la seguridad de sus propios trabajadores. En las cadenas de suministro
globales, el 94% de la mano de obra mundial es una mano de obra oculta en la
que la oscuridad de los contratos comerciales facilita la explotación y la
opresión. El mundo es tres veces más rico que hace veinte años y, sin embargo,
el setenta por ciento de las personas carecen de protección social universal,
el 84% de las personas dicen que el salario mínimo no es suficiente para vivir
y el 81% de los países han permitido que se viole el derecho a la negociación
colectiva. Esto es desigualdad por diseño.
Es hora de un Nuevo Contrato
Social entre los trabajadores, el gobierno y las empresas que debería incluir
un piso de garantía laboral universal para todos los trabajadores. La
implementación de un Nuevo Contrato Social aseguraría que se respeten los
derechos, que los empleos sean decentes con salarios mínimos vitales y
negociación colectiva, que la protección social sea universal, que la debida
diligencia y la responsabilidad impulsen las operaciones empresariales, y que
el diálogo social garantice medidas de transición justas para el clima y la
tecnología”.
Son palabras seguras y
convincentes. En cualquier caso, el rol que debe desempeñar el sindicalismo mundial
organizado en torno a la ITUC /CSI es estratégico en el momento histórico en el que nos
encontramos para que su voz sea alinee con las posiciones políticas e
ideológicas que entienden que nos hallamos en un momento crítico en el que hay
que modificar las pautas a las que se ha sometido una globalización “abierta” sin
límites, de manera que se han de modificar profundamente las políticas
económicas y monetarias que se han ido aplicando a lo largo de estos años hasta
la crisis derivada de la pandemia. Es el momento de dejar atrás cuarenta años
de hegemonía neoliberal en lo económico y en lo político y optar por un enfoque
centrado en la consolidación de amplios derechos de ciudadanía social y de
participación democrática en el gobierno de las grandes transiciones digital y
ecológica que vaya construyendo la sostenibilidad social y económica que requiere
este tiempo.
La elección de Luca Visentini,
por tanto, permite alimentar que la CSI /ITUC tendrá un papel más activo en
esta dirección, avanzando en la concreción y desarrollo de este Nuevo Contrato
Social para la recuperación y la resiliencia que el conjunto de los
trabajadores y de las trabajadoras del mundo plantea como un proyecto de acción
colectiva.
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