En 1997 Bartolomé
Clavero, posiblemente el más interesante historiador del constitucionalismo
que hemos tenido entre nosotros, dotado de una lucidez envidiable y de una capacidad
crítica demoledora, publicó en la editorial Trotta, su obra Happy
Constitution, rememorando lo que se decía de la constitución “primogénita y
prolífica” de Inglaterra, para proceder a un espléndido ensayo sobre los
orígenes de la cultura y del lenguaje constitucional, una obra que luego continuaría
diez años después en El orden de los poderes, siempre en la editorial
Trotta, en la que examinaría la sagrada trinidad constitucional de los poderes “legislativo,
gubernativo y judicial, por este orden”, en donde confrontaba poderes y
derechos como un campo conflictivo cuya resolución distaba mucho de ser
democrática. La cita del espléndido libro de Clavero, fallecido el 30 de
septiembre de este año, permite abrir esta entrada a la celebración del día de
la Constitución del año 22 del presente siglo, en el 44º aniversario de la
promulgación de la constitución democrática de 1978 en medio de un contexto
político cuando menos peculiar.
En efecto, el día de la
Constitución se abre con un incumplimiento clamoroso del mandato de renovación
del Consejo General del Poder Judicial, que lleva ya cuatro años de vacancia
sin que el Partido Popular, que tiene la llave de las mayorías necesarias para permitir
su adecuación a la nueva composición política lograda en las elecciones
generales de noviembre de 2019, haya considerado conveniente la ejecución de
este mandato constitucional. Este partido lleva resistiéndose a consumar el
acuerdo al que está obligado desde el inicio de la legislatura sobre la base de
las motivaciones más disparatadas que sin embargo presenta como si se tratara
de cuestiones de estado inobjetables. La razonable decisión legislativa – La Ley
Orgánica 4/2021, de 29 de marzo, por la que se modifica la Ley Orgánica 6/1985,
de 1 de julio, del Poder Judicial, para el establecimiento del régimen jurídico
aplicable al Consejo General del Poder Judicial en funciones - que llevó a impedir que el CGPJ en funciones
pudiera seguir efectuando nombramientos clave de magistrados del Tribunal Supremo
y de presidentes de Sala de los Tribunales Superiores de Justicia llegó tarde y
fue considerada a su vez otra causa suficiente para no prestar el consenso
requerido de 3/5 de miembros de las dos cámaras legislativas, es decir, la cifra
de 210 diputados y de 159 senadores.
El incumplimiento de la
Constitución por el Partido Popular, que se define como partido de la oposición
y reclama para él la institucionalización de su posición central en el sistema
de partidos, es un hecho de enorme gravedad que no está siendo atendido como se
debería por parte de los agentes políticos y sociales de este país, y mucho
menos por los medios de comunicación, hegemonizados en su mayoría por un
respeto reverencial hacia la derecha política cuando no por una entusiasta
adhesión a sus postulados más autoritarios. Lo más llamativo del caso es que la
negativa a seguir el mandato constitucional se acompaña de generosas proclamas
de constitucionalismo entendido por cierto como exclusión de cualquier opción
política que no concuerde con las líneas maestras del programa conservador. Una
línea excluyente que no afecta a la extrema derecha, considerada en todo su
ideario compatible con el orden democrático, y que en las expresiones más reconocidas
y publicitadas de la exponente más falsaria de esta ideología, identifica el ser
español con el estar situado dentro del pensamiento que defienden
los tres partidos de la derecha y la derecha extrema, en un proceso de
apropiación plena de símbolos supuestamente generales y unificadores de toda la
población, como la bandera y la forma de estado, síntesis final de aquello en
lo que se resume la Constitución para este desempeño ideológico y político.
Esta resistencia a ejecutar un
mandato constitucional por parte de un sujeto político que paradójicamente se
considera central en la composición del sistema democrático, se proyecta además
sobre la actuación de los miembros del CGPJ que forman parte de la mayoría
actual que se resiste a ser renovada, y que han entendido que no están
obligados a obedecer el mandato del legislador en la Ley Orgánica 8/2022, de 27
de julio, de modificación de los artículos 570 bis y 599 de la Ley Orgánica
6/1985, de 1 de julio, del Poder Judicial, según la cual “la propuesta de
nombramiento, por mayoría de tres quintos, de los dos Magistrados del Tribunal
Constitucional cuya designación corresponde al Consejo General del Poder
Judicial, tendrá que realizarse en el plazo máximo de tres meses a contar desde
el día siguiente al vencimiento del mandato anterior”. Plazo máximo que como es
bien conocido, ha transcurrido sin que el CGPJ haya cumplido lo que la Ley
Orgánica le ordenaba.
De esta manera, el ejercicio de
la potestad legislativa del Estado, reconocida en el artículo 66 de nuestra
Constitución, no se considera vinculante por el órgano de gobierno del poder
judicial, que de esta manera en la práctica vuelve a desatender un principio
básico del Estado de derecho, en el que los jueces y magistrados deben aplicar
las leyes y ejecutar lo mandado. La Constitución es la norma suprema del
ordenamiento jurídico, y vincula a todos los Jueces y Tribunales, pero para la
mayoría del órgano de gobierno de estos empleados públicos, sus principios
básicos de funcionamiento y en especial la soberanía legislativa de las Cortes
Generales “que representan al pueblo español” (art. 66 CE), pueden ser
plenamente eludidos sin ninguna responsabilidad. También esta grave violación
del orden constitucional se mantiene en una cierta sordina, esperando
simplemente a que corra el tiempo y el CGPJ decida, en razón de las
consideraciones que le sean propias y que juzgue oportunas, cumplir la ley a que
está institucionalmente obligado y comprometido.
A esta cadena de desplantes al
sistema democrático, se une ahora la resistencia de la mayoría del Tribunal constitucional
a “recibir” a las dos personas que el gobierno ha nombrado como magistrados de
designación directa ante la negativa del CGPJ a acatar lo establecido en la
citada Ley Orgánica 8/2022, entendiendo por ello la mayoría de este órgano
constitucional que hay que amparar la rebelión que los miembros del Consejo
están llevando a cabo desde hace tiempo.
Este panorama desolador que
afecta de manera directa a los cimientos del estado de derecho y su
configuración institucional no se tendrá seguramente en cuenta en el marco de
los discursos oficiales de exaltación del texto constitucional que se
pronunciarán en los actos de conmemoración de la Constitución. Sin embargo debería
constituir una de las informaciones más relevantes que permitieran a la mayoría
de la población entender que la rebelión que lleva a cabo el partido que insiste
en autodenominarse la principal fuerza de la oposición que mejor interpreta la
Constitución contra este texto legal es un hecho de extrema gravedad que altera
de forma sustancial el equilibrio institucional democrático y rechaza la
adecuación de los órganos de gobierno a las mayorías que el pueblo soberano ha
decidido con su voto, y que la rebelión de los magistrados que conforman la
mayoría del CGPJ ante el cumplimiento de la ley supone a su vez el desprecio
directo de la fuerza vinculante de la ley que es fruto de la voluntad de la
mayoría de los y las ciudadanas que la han conformado con su voto en las
elecciones generales. Unos y otros desdeñan la Constitución y las reglas que
ésta impone para que sean observadas por todas las personas, por todos los agentes
políticos, económicos y sociales, por todos los órganos de la administración de
justicia.
Happy Constitution pues,
pese a todo. Porque hay otras muchas cuestiones que demuestran una acción
política y social que ha buscado la profundización y el desarrollo de los
valores y los preceptos constitucionales, sus derechos y libertades
fundamentales. Contra una situación económica y política muy complicada, se ha
seguido avanzando en la garantía y ampliación de derechos laborales, sociales,
de la personalidad. La constitución se desarrolla ahora en un sentido de
progreso y de igualdad. Por eso el 6 de diciembre es un buen día para recordar
lo que se ha conseguido, dejando por el momento de criticar lo que todavía
queda por hacer, centrándose en los logros y los avances, que son muchos y muy
valiosos. Ese es el programa constitucional que va desplegando su acción pese a las
crisis sucesivas a las que se ha enfrentado.
Pero exijamos que no haya
personas ni grupos de poder que se crean inmunes a los mandatos de la Constitución.
Y que su actuación sea plenamente conocida, sin maquillajes ni excusas, por la mayoría
de la población, pero no sólo. Una declaración institucional de condena por
parte de la mayoría del parlamento sería posiblemente un elemento de gran
fuerza para aislar y visibilizar estas conductas que conscientemente buscan debilitar
la fuerza vinculante de las normas constitucionales.
2 comentarios:
Paco Rodríguez de Lecea
Magnífico. Me conmueve en particular el recuerdo y pequeño homenaje a "Pipo" Clavero, cuya desaparición ha seguido de cerca a las de Javier Aristu y Juan Bosco Díaz de Urmeneta, dejando a la izquierda andaluza desolada.
Livina Fernández Nieto
Es imposible no coincidir, aunque en mí se ha instalado un pesimismo que ya parece estructural. Veo que usted, maestro, todavía alberga esperanza y confianza en que la mayoría de la población entienda la gravísima situación en la que nos encontramos y comprendan el porqué de esta rebelión antidemocrática y cortijera que parece imposible de neutralizar. No me canso de repetirlo, un país en el que no se respeta la decisión de la voluntad de la mayoría y en el que los medios de «incomunicación» funcionan como lo que son, empresas de tendencia única hacia la derecha extrema y extrema derecha, puede ser muchas cosas, pero democrático no es. ¡Cómo va a entender un espectador de El Hormiguero, por ejemplo, el equilibrio institucional y los entresijos del CGPJ y del Tribunal Constitucional si no ven el machismo en el baboso de Pablo Motos! Aun así, está bien. Hoy me quedo en casa, he desayunado opíparamente y estoy escribiendo una cosilla sobre la renuncia silenciosa. Un saludito D. Paco Rodríguez de Lecea 👋
Es usted mucho mejor persona que yo, maestro Pedro Flinstone.
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