Colectivo Bullejos
Siguiendo una sugerencia del titular de este blog, señalamos aquí el
avance de un informe que estamos preparando para las elecciones europeas que se
enriquecerá, naturalmente, con el resultado de las mismas, dado que por regla
general no priorizamos la componente predictiva en nuestros análisis. Es
conveniente asimismo señalar que en el momento actual no han participado en
este estudio los componentes del colectivo oriundos de la Corona de Aragón (de
forma aproximativa hemos preferido, en nuestra jerga interna, dividirnos en las
reparticiones vigentes en España en el siglo XV, de forma que Aragón, Valencia
y Catalunya con las Islas forman un grupo, los andaluces son todos justamente
incluidos como nazaríes y el resto nos encuadramos en el reino de Castilla, dejando
a Euzkadi en el venerable reino de Navarra, águila negra como bien se sabe,
etc. y a los gallegos como prolongación lusitana y no a la inversa) y esa
ausencia explica tantas omisiones sobre el cuadrante occidental del Estado
Español. Lo más característico de nuestros informes es que nos interesa muy
poco lo que sucede fuera de las evoluciones de la izquierda. Por tanto en
muchas ocasiones esa opción metodológica nos impide entender gran parte de los
acontecimientos que se suceden y los procesos que se despliegan. Nuestra máxima
al respecto es la de nobody is perfect.
De manera que nos enfrentamos a
unas elecciones que tratan de Europa, pretenden fijar un demos europeo a través de la participación política de su
ciudadanía, construyen un Parlamento con más atribuciones de control y de
codeterminación legislativa que nunca tuvo en su historia, que va a elegir al
presidente de la Comisión entre las cinco grandes tendencias políticas
presentes en la Unión, y sin embargo son unas elecciones en las que la abstención
ciudadana va a ser inmensa, con porcentajes altísimos de huida de las urnas. El
debate europeo es residual o está prácticamente ausente de los discursos de los
candidatos nacionales, salvo quizá en las posiciones que explícitamente
rechazan la construcción solidaria y democrática de Europa y pretenden reforzar
la componente nacional y blindar su status de riqueza y de nivel de vida. Los
inmigrantes son aquí considerados como una plaga a exterminar. Su uso,
desechable. Una bombilla que se enciende y se apaga a voluntad. Las continuas
noticias de muerte y sufrimiento en las fronteras del sur no son consideradas
un tema de debate porque se piensa que defender la vida humana y el derecho a
buscar condiciones dignas de existencia más allá de la miseria y de la pobreza
es un tema incómodo que quita votos.
O sea que se trata de fijar
democráticamente el proyecto de Europa y ese diseño no aparece en primer plano
en el discurso político que se lleva a cabo en los distintos ordenamientos
nacionales. Es algo llamativo porque justamente lo que ha caracterizado la gobernanza de la crisis en Europa ha
sido el apartamiento y el aislamiento del Parlamento y más en general del
sistema legal ordinario por una legislación de emergencia pilotada y concebida
no democráticamente, que se apoyaba en la llamada austeridad de los recortes
sociales y del equilibrio presupuestario y las reformas estructurales que
devaluaban los derechos individuales y colectivos de los trabajadores y de los
sindicatos a la vez que alentaban fuertes impulsos autoritarios en la
ordenación de las libertades ciudadanas. En vez de esto, el discurso electoral
nacional – estatal se centra en la crítica de la acción de los gobiernos y en
la concreta disposición del curso de las cosas que éstos han realizado, sin
comenzar por el contrario examinando el mecanismo que ha facilitado esta acción
de degradación democrática.
Es cierto que la referencia a
estos elementos se maneja de manera diversa en algunas posiciones políticas que
detentan el gobierno y que por tanto han sido coprotagonistas de estos procesos
de restauración autoritaria. La derecha española, por ejemplo, como la
portuguesa, se refieren a Europa como en el mercado de la deuda externa se
alude a las agencias de calificación, esto
es como un elemento exterior que avala la corrección de sus políticas y la
confianza que inspiran al mercado. Es evidente que hablan de Europa pero se
refieren a la troika, es decir al
complejo financiero – burocrático que se ha convertido en el legislador de
excepción para los países inmersos en la crisis del euro a partir del 2010,
aunque esa confusión es interesada y por
otra parte muy extendida en el conjunto de la ciudadanía. La calificación
positiva de las políticas llevadas a cabo por los gobiernos “en dificultad” que
son “salvados” por la troika se gira
hacia el pasado, señalando que se ha actuado bien, pero impone nuevos actos
para el futuro, nuevas reformas, más recortes sociales. Así se ha establecido
en el ”salvamiento” de Portugal, y en España se aguarda al final del proceso
electoral para “profundizar” en el “buen camino”, aunque ya se caldea el
ambiente desde los agentes económicos que exigen nuevas reformas laborales,
esta vez hacia el contrato único como agente estelar de la nueva etapa de
degradación de derechos.
El PP presenta por tanto el tema
de Europa como una pura relación técnica entre la ordenación de la economía,
las reformas efectuadas y el programa de gobierno sin acuerdo político interno.
Como un elemento de legitimación ideológica. Rajoy y sus reformas se
presentan en los discursos formales de la Comisión o de la troika como un ejemplo a seguir por otros países. El propio
presidente del consejo de Ministros italiano, Matteo Renzi, se ha referido a estos procesos en términos elogiosos
a la hora de preparar su legislación de urgencia en materia laboral, conocida
en italiano como la Job Act. Vaya
toalla que decía el clásico.
El gobierno del PP es el autor de
un desastre económico sin precedentes, evidenciado en el incremento exponencial
de la deuda, la desertización del tejido industrial, el desempleo masivo y el
incremento exponencial de la desigualdad, pero estas evidencias son ignoradas
en su presentación pública. Al contrario, avanza sobre el escenario electoral
con el empaque y la solemnidad de los herederos universales de un difunto
reciente del que ha recibido todo su patrimonio. Todo le pertenece. El poder y la gloria, como
diría aquel. Sin aceptar ni por un momento que su predecesor en el gobierno
anticipó su propia política y por tanto sus resultados nefastos, exhibe los
elogiosos comentarios a su acción de gobierno que realizan sus amistades
poderosas: el FMI, el Banco Central, el presidente Barroso, y, en casa, los veinte grandes empresarios, banqueros y
potentados del llamado Consejo Español de la Competitividad. Si los que
realmente importan dicen que lo hacemos bien, qué tenéis que decir a eso
vosotros, señala el PP. No es una cuestión de superioridad intelectual,
ciertamente, sino de superioridad material y de clase. Esto es lo que hay, que
es la frase favorita de la derecha española.
Con la seguridad que produce el
dominio mediático y el apoyo de los sectores financieros y de la gran empresa,
la todavía importante identificación de la jerarquía de la Iglesia católica con
el programa de recorte de libertades cívicas, y la costumbre demasiado seguida
en la historia española reciente de imponer de manera unilateral un marco
autoritario en las relaciones sociales, el PP sabe que su hundimiento electoral
es sólo un sobresalto si ante la opinión pública general consigue encerrar el
proceso de participación política en un duelo al sol con el otro partido “en la
oposición”, el PSOE, y vencerlo. Como esta es, sorpresivamente para los
socilaistas, la posibilidad más verosímil, pueden seguir blasonando su
candidato, ese espectro azulino – papá
Pitufo para sus seguidores- que
amenaza a la ciudadanía desde los carteles de propaganda del Partido Popular.
La única forma en la que el PP se
resienta del resultado que previsiblemente van a obtener, pésimo en términos de
votos y de escaños respecto de las elecciones anteriores, es el crecimiento de
las opciones políticas a la izquierda del PSOE y de los nacionalismos más
decididos. Un crecimiento que, ya se analizará más adelante, debería ser mayor
del que previsiblemente puede darse el 25 de mayo. En el Colectivo Bullejos lo hemos llegado a cuantificar. Debería sumar
tres millones de votos. Por debajo de esta cifra, la carga destituyente en el
terreno político de las distintas opciones de la izquierda alternativa se
debilita, y habrá que reforzarla de nuevo en el plano de la movilización
social, con más dificultades derivadas de la larga duración de la tensión
movilizadora. Pero no adelantemos acontecimientos.
En el mismo espectro político del
PP se sitúan Unión Democrática de Catalunya, que votará al candidato del PPE,
mientras que su socio CDC lo hará al candidato de la Alianza de los Liberales y
Demócratas por Europa, como el PNV. Y también votaría a Juncker de obtener un escaño, cuestión harto improbable, la
coalición escindida por la derecha del Partido Popular, Vox, cuyo líder es Vidal Cuadras. Las posiciones de esta
derecha política no tienen mucho recorrido respecto de la fuerza centrípeta del
PP, apoyada en el gobierno español y en su narrativa del trabajo bien hecho
para una recuperación inminente. Tampoco tienen la patente de la xenofobia y
del anti-europeísmo que caracterizan a otras opciones similares en otros
países, señaladamente en Francia, en donde se acompañan de afirmaciones de
hostilidad hacia las grandes corporaciones y grupos bancarios.
Tiene un mayor recorrido, como
todos sabemos, las propuestas nacionalistas españolas que se separan del
clericalismo autoritario y de la opacidad política del partido del gobierno y
se presentan de manera más “actual”, como propuestas de “centro izquierda”. Ciudadanos, que proyecta su influencia
más allá de Catalunya ayudado por la presencia constante en programas
televisivos de su cabeza de lista, Javier
Nart, y el partido de Rosa Diez, UPyD,
cuya firmeza nacionalista española se acompaña de una fuerte censura de la
corrupción del gobierno y de la oposición, son sin embargo fuerzas que sin duda
acrecentarán su densidad representativa en estas elecciones. Ambas fuerzas sin
embargo no tienen una referencia europea clara, no se sitúan claramente ni se
identifican con ninguna de las cinco grandes opciones europeas en liza. Su
campaña se proyecta dentro del territorio nacional, centrada en ese perímetro.
Así que nos queda la izquierda. Pero
las referencias a girondins y montagnards no parecen ser suficientes
para analizar la “oferta electoral” restante. Lo intentaremos mañana porque el
titular del blog nos dice que acabemos aquí que la bitácora hermana Metiendo Bulla está esperando el “suelto”
para leerlo antes de ir a la cama. Así que continuará…
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