En las comunicaciones sindicales de estos días se viene a
denunciar el ataque que el gobierno de coalición finlandés, de orientación derechista,
ha anunciado el 9 de septiembre a los derechos de los trabajadores y a la
negociación colectiva. A este tema se dedica la presente nota.
Tal como lo cuenta la CSI, el gobierno pretende sustituir la regulación
contenida en los convenios colectivos sobre elementos centrales de la relación
laboral, por un conjunto de normas estatales que decididamente empeoran las
condiciones de trabajo hasta ahora vigentes por convenio colectivo. La
operación es por tanto doble, por un lado pierden vigencia los convenios
colectivos al negarse los sindicatos a pactar los recortes de derechos y por
otro se sustituye este conjunto regulativo por otro de origen estatal,
vulnerando “los derechos fundamentales de los sindicatos, los convenios de la
OIT y los instrumentos internacionales y europeos en materia de derechos
humanos”. Se trata de “reducciones sustanciales en las compensaciones por horas
extraordinarias de trabajo, trabajo nocturno y en fines de semana; ninguna
compensación por el primer día de enfermedad del empleado y reducciones en
pagos por enfermedad desde el 2º al 9º día; reducción y limitación de la
licencia anual a 30 días (5 semanas es la norma en muchos sectores) y la
eliminación de dos feriados nacionales, que se convertirían en días laborables
no remunerados”.
Las confederaciones sindicales nacionales SAK, STTK y Akava estiman que el
impacto de estas medidas representaría una reducción del 4 al 6% en las
remuneraciones globales, con mayor incidencia sobre las categorías más
vulnerables, principalmente trabajadores
a tiempo parcial y a las trabajadoras en general. El viernes pasado, 18 de septiembre, se
convocaron manifestaciones y huelgas para protestar contra esta política de
recortes, movilizando a más de 300.000 personas, en huelgas de un cuarto de
hora de duración y con una gran manifestación central en Helsinki en donde
30.000 personas desfilaron en medio de una lluvia torrencial contra este ataque
legislativo a los derechos de sindicación y de negociación colectiva. El tema
no está cerrado y como afirman los sindicatos finlandeses, “la lucha continúa”.
El norte de Europa comienza a aplicar en su propio territorio las recetas
de las políticas de austeridad, que se concentran en la reducción del poder
contractual de los sindicatos y la demolición controlada de una buena parte de
los derechos de los trabajadores sobre el salario y la duración del trabajo,
generando espacios de desigualdad entre los trabajadores e incrementando en
general la distribución desigual de la riqueza y del producto del trabajo. Es
importante que se cobre conciencia de esta realidad que en un cierto discurso
sólo tiene aplicación en la periferia europea del sur, mientras que
progresivamente se va extendiendo y afianzando en todas las geografías
políticas de la Unión Europea.
La solidaridad con los trabajadores finlandeses
es conveniente, y más en vísperas del Congreso de la CES en donde sería muy
necesaria una reflexión conjunta de todo el movimiento sindical europeo sobre
la gravedad del momento presente y la necesidad de una acción común y
colectiva, que trascienda las fronteras nacionales, y que catalice una
respuesta sindical europea a las políticas de austeridad que impone la llamada
gobernanza económica europea. Una acción que es imprescindible y que debe irse
extendiendo en paralelo a las resistencias políticas que se instalan y crecen
en otros estados nacionales de la Unión.
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