miércoles, 14 de octubre de 2015

DESIGUALDAD ES EL OTRO NOMBRE DE LA AUSTERIDAD




Los medios de comunicación están dando cuenta en estos días de un hecho notorio: la desigualdad ha aumentado de forma exponencial con el comienzo de la crisis en el 2008. Lo ha hecho en todo el mundo, afirma un informe del Credit Suisse, porque los cálculos resultantes son estremecedores: la mitad de la riqueza del mundo está en manos del 1% de su población. Para el informe de esta institución financiera, el tema es muy preocupante porque eso supone la progresiva debilitación de las “clases medias” que son las que proporcionaban solidez a un esquema social y económico de capitalismo desarrollado. Sólo en China parece – siempre según el informe citado – que la clase media crece. Tanto que comienza a emparejarse en importancia con el caso norteamericano. (La noticia puede leerse aquí, The Guardian. Inequality report)

En Europa, los informes vuelan. Y la desigualdad es creciente, siempre más acusada en aquellos países en los que las políticas de austeridad propiciadas por la gobernanza europea han sido sistemática y profundamente aplicadas. El informe de la OCDE de antes del verano ofrecía un panorama desolador para España desde el punto de vista de la exacerbación de las desigualdades sociales, el aumento de la brecha salarial y el incremento de la pobreza junto con la permanencia de una situación de paro severo. Para calibrar este dato hay que tener en cuenta, que aunque entre 1995 y 2007 se procediera a una época de crecimiento económico-la etapa  de la burbuja financiera y la especulación inmobiliaria en España –  pese a ello la distribución de la renta mostró  una dinámica tendencialmente desigual muy profunda. Con la crisis, a nivel global, se abren dos etapas muy marcadas. En los primeros años de la misma, 2008-2009, los sistemas de protección social de los Estados funcionaron bastante bien, y no hubo un marcado incremento de la desigualdad. Pero el escenario cambió a partir del Pacto del Euro y la política de austeridad llevada a cabo en la zona euro como aplicación del mecanismo de estabilidad. Las rentas del trabajo perdieron peso en el reparto del valor del producto social en una medida desconocida en la experiencia reciente, lo que implica el capital se apropia de una porción mayor del producto social. Además,  entre los propios trabajadores se está ensanchando el abismo entre los que más ganan (directivos o “trabajadores capitalistas”) y las retribuciones medias del resto de los trabajadores, donde la devaluación salarial es cada vez más intensa. (La desigualdad crece FUHEM) Obvio es añadir que estos altos directivos y las propias empresas cada vez pagan menos impuestos, como se puede comprobar de la recaudación del impuesto de sociedades.

En un reciente informe presentado a la prensa por Carlos Bravo, CCOO ha denunciado que los presidentes del IBEX ganan 158 veces más que sus empleados, y el  sueldo de los responsables de esas empresas aumenta hasta un 80%, mientras que el de los empleados se redujo un 1,5% durante el 2014. La noticia puede consultarse aquí: (Los directivos IBEX gana 158 veces mas que sus empleados).  Es ya una tendencia reiterada en este país, en donde la aplicación de la reforma laboral ha generado una fuerte caída de los salarios y la paralización de la negociación colectiva junto con un verdadero ataque en toda regla a la estabilidad en el empleo. Desde que comenzó la crisis más de cinco millones de trabajadores con contrato indefinido han sido despedidos, cada vez por menos dinero, cada vez más baratos. El análisis de los economistas sensibles ante este tema  - como el que puede (y debe) leerse en el semanal AHORA Una rectificacion en el mercado de trabajo -   ofrece una valoración extremadamente negativa de estos hechos, pero son mensajes que no llegan a los grandes medios y si lo hacen funcionan como “visiones” de parte, una especie de profecías de Casandra que al poder económico y político no agradan y se ocultan o se contraprograman con las excelencias del crecimiento económico y del empleo. Se crece al 3%, y la devaluación salarial sigue produciéndose, pero eso no importa a la hora de cantar las excelencias de la gestión del gobierno.

Es evidente que las políticas de austeridad impulsadas en España por el gobierno del PP y antecedidas por el último y preagónico gobierno PSOE, han propiciado un escenario muy claro respecto de cuáles son las prioridades y los objetivos de esta política. Tras la socialización del riesgo bancario que el sistema financiero español había imprudentemente abordado y que fue generosamente financiado por el endeudamiento público en el que ahora nos ahogamos, las políticas de ajuste generadas a partir del 2012 han mantenido un cuadro de desempleo de masa, desregulación fuerte de las relaciones laborales a favor del poder unilateral empresarial, aumento exponencial de las desigualdades sociales e incremento de la pobreza sin protección social, y el enriquecimiento continuo de la élite empresarial y financiera. Es razonable entonces que el esfuerzo de estos grupos de poder económico por mantener a toda costa esta situación de privilegio sea extremadamente fuerte. Y que no estén en condiciones de querer pactar o llegar a un acuerdo de redistribución global menos favorable. Están plenamente seguros de que se encontrarán bien representados políticamente en las elecciones del 20 de diciembre próximos. Y su apuesta es segura porque juegan en muchos números.

Frente a la certeza y confortabilidad de las clases (cada vez más) dominantes, las personas que trabajan, los ciudadanos desiguales en sus variadas categorías, empujados (cada vez más) a la subordinación y a la impotencia, sufren una severa crisis de representación. Representación política, porque no encuentran un sujeto político que interprete sus necesidades y presente propuestas seguras de transformación, y representación en el trabajo, puesto que el sindicato aparece demasiadas veces como un horizonte lejano frente a la realidad de la precariedad y la explotación (cada vez más) habitual, y porque se percibe como un profeta desarmado, sin capacidad de intimidación sobre el poder económico y político.

Hay sin embargo tendencias en acto y líneas de desarrollo que apuntan a una recuperación de la representación política que vigorice la democracia real desbordando los elementos autoritarios (cada vez más) presentes en los sistemas parlamentarios actuales, y en el sindicato se dan muestras de recuperación de la capacidad de respuesta y de propuesta frente a la situación de explotación y desigualdad extrema. En ello estamos, y aunque el momento histórico está muy marcado por las citas electorales, hay que pensar también más allá y continuar trabajando teórica y prácticamente estos dilemas. Como el viejo topo que escarba.


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