El primero de mayo es la fiesta
de la clase trabajadora. Es una de las tradiciones con mayor antigüedad y con
mayor permanencia del movimiento obrero, que cuenta ya con 130 años de
existencia, una consigna que se adoptó en el Congreso obrero de Paris que
coincidía con el centenario de la revolución francesa, adoptando con carácter
internacional el Labour Day que la AFL norteamericana había convocado para
el 1 de mayo de 1890.
La historia y el sentido del 1 de
mayo como símbolo del movimiento obrero y como ritual de su presencia social y
política no es muy conocida por las y los trabajadores. Entre nosotros, José Babiano publicó en el 2006 un
pequeño gran libro – que debería reeditarse a mi juicio - en el que se describía de manera clara y
concisa el nacimiento y el desarrollo histórico de esta fecha, en el que
señalaba las significativas carencias bibliográficas sobre la misma, puesto que
no existía un estudio durante la segunda mitad del siglo XX y , en el caso de
España, un estudio monográfico sobre el período de la segunda República y la
Guerra Civil, o de la Transición democrática hasta el final del siglo. El
primero de mayo se hace coincidir en el hemisferio norte con el inicio de la
primavera y es el símbolo del renacimiento sindical, la renovación anual de la
potencia representativa y de la capacidad de influencia de las organizaciones
de trabajadores.
Este primero de mayo es especial
en España. Se celebra después de unas elecciones generales que han supuesto la
derrota de las fuerzas políticas reaccionarias que han incorporado a su ideario
una buena parte de los contenidos y de las formas de la ultraderecha, que ha
obtenido finalmente representación parlamentaria aunque en un porcentaje muy
inferior al que aspiraban. La recomposición de la derecha política de este país
es fuente de preocupación para las instituciones financieras y las
organizaciones empresariales, que ya están presionando para aislar este proceso
de reformulación partidista de la gestión de gobierno del país, intentando
garantizar una continuidad sustancial en materias centrales, entre ellas la
política fiscal y económica y la regulación de las relaciones laborales. Estas
presiones se incrementarán al finalizar el mes, cuando se hayan producido las
elecciones municipales, autonómicas y, fundamentalmente, europeas, pero la
posibilidad de que se desvíe la fuerza política manifestada en las elecciones de
abril a favor de un cambio económico y social que detuviera la deriva
neoliberal y autoritaria de las derechas hacia un escenario de acuerdos con
estas formaciones políticas, tiene enormes riesgos para el actualmente muy
fortalecido PSOE y su secretario general, Pedro
Sánchez.
Por eso la movilización de hoy
tiene este sesgo político muy pronunciado. Los sindicatos CCOO y UGT salen a la
calle para reivindicar un gobierno de progreso que haga realidad las reformas
que la debilidad parlamentaria del PSOE en los nueve meses anteriores utilizó
como excusa para no llevarlas a cabo. Ante todo, las reformas pactadas con el
gobierno sobre la legislación laboral, la derogación de la preferencia
aplicativa del convenio colectivo y de la restricción de la ultra actividad, la
reformulación de la responsabilidad empresarial y el tratamiento salarial en
las contratas y subcontratas, la implantación de un registro efectivo de la
jornada de trabajo, entre las más significativas, además de las que se
pretendían incorporar a los Presupuestos Generales del Estado, la
revalorización de las pensiones, la supresión del factor de sostenibilidad. Y
habrá que apresurar el objetivo siempre aplazado de la nueva confección de un
Estatuto de los Trabajadores “del siglo XXI”.
Todas estas reivindicaciones
requieren de un gobierno progresista, de izquierdas. Ese es el objetivo al que
debe servir la manifestación de hoy, un Primero de Mayo en el que se reivindica
la prioridad del trabajo en la conformación del cuadro institucional de
gobierno, la reversibilidad de las medidas legislativas que han lesionado
fuertemente las condiciones de trabajo y de existencia de la mayoría de la
ciudadanía y que han degradado e incluso anulado derechos fundamentales
reconocidos en la Constitución y que están anclados en la relación de trabajo.
Ese es el sentido del slogan de este
año: las personas primero. Las personas que trabajan, la ciudadanía que cobra
sentido de la dignidad y la seguridad de su existencia a través de las prestaciones
públicas de la sanidad, la educación, la Seguridad Social, la vivienda. Las que
han hecho posible que la triple derecha no pudiera imponer en las urnas su
pensamiento reaccionario y neoliberal. Las que han de lograr que el resultado
de estas elecciones tenga un efecto inmediato sobre la gobernanza de este país,
además de orientar en el mismo sentido el inmediato proceso electoral de
finales de mayo.
¡Viva, pues el Primero de Mayo! (
Y les dejo que voy corriendo a la manifestación)
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