lunes, 25 de abril de 2016

25 DE ABRIL: LA DEFENSA DE LA DEMOCRACIA




Hoy es 25 de abril y no es un día cualquiera para una parte de la Europa del sur. En Portugal y en Italia es fiesta nacional, y en ambos países se celebra la caída de la dictadura. En Portugal, mediante la revolución de los claveles, la relación pueblo / fuerzas armadas acabó con la terrible dictadura corporativista del fascismo portugués y su aventura colonial dando un ejemplo de movilización pacífica y terminante. En Italia, el 25 de abril  es la fiesta partisana, el día de la liberación de Italia del nazifascismo  que es celebrado de forma solemne en todas las ciudades, con especial significación en las ciudades del centro y norte en donde la resistencia partisana fue más intensa y la pérdida de vidas más prolongada, como en Milán, liberada precisamente el 25 de abril de 1945, cuando se proclamó por la radio la huelga general contra la ocupación alemana y la insurrección  general, la toma de todos los poderes por el Comité de Liberación de la Alta Italia y la condena a muerte de todos los jerarcas fascistas.

En Italia y en Portugal ambas revoluciones trajeron una Constitución democrática, antifascista, que creó un marco de derechos que prometía una transformación social, un cambio político en profundidad y la progresiva eliminación de un sistema injusto y desigual como el capitalismo. La democracia, ganada por las armas ante el fascismo, era una promesa de libertad que lograría controlar y finalmente sustituir el sistema de marcado y sus presupuestos de violencia y de desigualdad. Hoy ese legado democrático y antifascista ha sido vaciado progresivamente de contenido, y la gran crisis del 2008 junto con las políticas de austeridad dirigidas por el conglomerado político – financiero que dirige Europa, están poniendo en peligro de manera muy concreta los propios fundamentos de la democracia como sistema político.

La problemática actual del 25 de abril es la del cambio político. Cómo actuar los ideales del 25 de abril, que se materializan en las constituciones democráticas, en una Europa en la que el capital financiero considera disfuncionales los derechos de la clase trabajadora e impone de nuevo a sangre y fuego ( o a golpe de restricción de recursos)  la re-mercantilización del trabajo y la violencia del beneficio privado para aumentar las desigualdades y conservar y aumentar sus tasas de ganancia. En Portugal y en Italia los caminos de la libertad son diferentes, porque los resultados electorales difieren como la propia concepción de la política. En Portugal hay una unidad de acción de la izquierda, pero en Italia la izquierda real sigue perdida en su laberinto, y sólo el sindicato – dividido a su vez – es el sujeto social que mantiene, a través de la promoción de movilizaciones e iniciativas que afectan a toda la sociedad, un proyecto democrático e incluyente democrático.

En España, tras cuatro años de incesantes e intensas movilizaciones, un ciclo de luchas realmente impresionantes, la votación del 20 de diciembre ha transformado de manera importante el panorama político, mediante la emersión con fuerza de nuevos sujetos en esa esfera, junto con una forma diferente de proyectarse en la misma. No ha habido sin embargo posibilidad de dar una salida concreta a esta realidad, y hoy parece inevitable volver a repetir las elecciones para el 26 de junio. De hecho hoy en España se concentra la información en la ronda de entrevistas que el Rey está efectuando en lo que parece un paso previo antes de volver a convocar elecciones.

Si eso es así, es importante que el nuevo encuentro electoral – que se realizará todavía bajo una normativa que busca la obstaculización del pluralismo político – modifique en un sentido favorable la correlación de fuerzas que se dibujó el 20 de diciembre. Y una forma de intentar que esto se produzca, pese a todos los negros presagios que se avecinan ante una mayor abstención y una campaña electoral en donde los golpes bajos y la desinformación general se acentuará, es la de intentar una confluencia entre las fuerzas partidarias del cambio real, que han apostado por el fortalecimiento de la democracia y el desarrollo de los derechos de las clases subordinadas, dando por consiguiente la centralidad al trabajo como eje de esta reconstrucción política.

Una serie de personas, que en un tiempo eran llamados “intelectuales y artistas”, han elaborado un manifiesto. Es sobradamente conocido, pero no está de mas reproducirlo en las páginas de este blog. No sólo como expresión de deseos razonables, sino como una forma de presión para que se constituya un bloque que defienda los elementos más preciosos de nuestra democracia, el respeto de los derechos laborales y sociales, la igualdad social y la libertad de los ciudadanos frente a la extorsión y la violencia del autoritarismo político y económico.

Este es el texto del manifiesto

POR LA CONFLUENCIA POLÍTICA Y ELECTORAL  DE LAS FUERZAS DEL CAMBIO EN EL ESTADO ESPAÑOL

Hay que reunir en una articulación política común y una única opción electoral el dinamismo de Podemos y las distintas confluencias de  organizaciones y activistas procedentes de movimientos sociales –como se ha hecho, con éxito, en Cataluña, Galicia, País Valenciano y otros lugares en las pasadas convocatorias municipales, autonómicas y  generales—, junto con la experiencia militante e institucional de Izquierda Unida y la incipiente Unidad Popular. No nos importa qué fórmula se adopte, siempre y cuando se plasmen en la práctica los  principios de democracia interna, plurinacionalidad, participación activa de quienes apoyen la iniciativa y respeto al pluralismo en un marco que tienda hacia una nueva organización política, un  partido-movimiento que lo sea de verdad, más allá de la retórica y los  buenos deseos.

 El momento es ahora. Podemos, IU y las confluencias diversas han sido  capaces de sacudir inercias y conectar con millones de ciudadanas y  ciudadanos hartos de la vieja política y de los abusos de los poderosos: estas formaciones se han ganado autoridad para encabezar el  proceso. Pero en esta confluencia no sobra nadie y todo el mundo debe  recibir reconocimiento por sus aportaciones específicas a la resistencia frente a la oligarquía y sus agentes políticos. La  generosidad, la responsabilidad y el espíritu cooperativo deben presidir el proceso.

Es esencial construir un instrumento a la vez estable y ágil para la defensa de los de abajo y la irrupción de éstos en la esfera política. El malestar y la desesperación de las y los desfavorecidos obligan a unirse para construir el instrumento para el cambio. Urge disponer de una herramienta política capaz de revertir las políticas austeritarias, impulsar los procesos constituyentes democráticos y frenar el ecocidio. No comprenderíamos que personalismos, prejuicios enquistados o mentalidades sectarias hicieran abortar el esfuerzo  unitario.


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