domingo, 30 de junio de 2024

COLOQUIO INTERNACIONAL SOBRE LA HERENCIA UNIVERSAL DEL ABRIL PORTUGUÉS. (JOAQUIN APARICIO EN LISBOA)

 



En el Coloquio Internacional al que se hace referencia en la entrada, Joaquin Aparicio con el comandante de Abril, Vasco Lourenço. En la siguiente, Pilar del Rio, presidenta de la Fundación José Saramago se dirige a los asistentes. En la fotografía que cierra esta entrada, los asistentes al Coloquio internacional.

“El 25 de abril de 1974 es un hito histórico que trasciende las fronteras de Portugal. La Revolución de los Claveles irradió un legado universal de lucha por la democracia y los derechos sociales. Este movimiento, que culminó con el fin de una dictadura de 48 años, representa el triunfo de la voluntad popular sobre la tiranía, de la democracia sobre el fascismo, de los derechos sobre la opresión, de la liberación nacional sobre el colonialismo. Los claveles que simbolizaban esta revolución, colocados en los cañones de los fusiles de los soldados, significaban un rechazo a la violencia y un compromiso con la paz. Esta imagen resonó globalmente, inspirando movimientos democráticos en todo el mundo.

El legado de la Revolución de Abril se basa en la defensa intransigente de la libertad, la igualdad y la justicia social. La revolución no sólo derrocó a un régimen autoritario, sino que sentó las bases para la construcción de un Estado democrático, en el que los derechos humanos ocupan un lugar central y son respetados y promovidos. Derechos fundamentales como la educación, la sanidad, la vivienda y el trabajo fueron elevados a la categoría de prioridades nacionales, reflejo de un compromiso con la dignidad humana que sirve de ejemplo universal”

(“Carta de Lisboa : Honrar el legado del 25 de abril de la izquierda y los progresistas para construir un mundo de justicia y libertad”, Lisboa, 21 de junio de 2024)

 

 

HERANÇA UNIVERSAL DE ABRIL

 

Los días 20 y 21 de junio ha tenido lugar en la Fundaçao José Saramago de Lisboa un coloquio internacional sobre la herencia de la Revolución de los claveles en su 50 aniversario, con una referencia especial a su influencia las luchas democráticas en América Latina. El coloquio ha estado auspiciado por el Instituto Novos Paradigmas de Brasil y la Fundaçao José Saramago de Lisboa. Tarso Genro, ex Gobernador de Rio Grande do Sul y ex ministro de Justicia con el presidente Lula, por parte del Instituto Novos Paradigmas y Pilar del Río, presidenta de la Fundación José Saramago, fueron los organizadores del encuentro en el que participaron personas de Brasil, Portugal, Cabo Verde, Uruguay, Chile, Francia y España. Al encuentro asistió Joaquin Aparicio, que es quien realiza esta pequeña crónica del Coloquio internacional.

 

Los distintos paneles trataron sobre los principios de la revolución de abril y los enigmas para el futuro con la democracia en peligro; Europa y América del Sur entre el mercado y los derechos sociales; la revolución y la descolonización; el legado de la revolución de abril para una Europa y una América del Sur democrática y anticolonialista, con un último panel sobre neoreaccionarismo cultural, transición autoritaria: ¿el fascismo avanza en occidente? Las conclusiones las realizaron Pilar del Río y Tarso Genro y se acordó una declaración – la “Carta de Lisboa” - que puede consultarse en lengua original, junto a una referencia amplia del coloquio en https://novosparadigmas.com.br/

 

Para quien esto escribe, al que asignaron participar en el panel sobre revolución y descolonización, y para tanta gente que vivió con enorme esperanza e ilusión la Revolución de los Claveles eran nombres míticos Otelo Saravia de Carvalho, Vasco Lourenço o Rosa Coutinho. Es fácil imaginar la emoción de encontrar y abrazar al hoy teniente coronel Vasco Lourenço, hoy presidente de la Asociación 25 de abril. Era obligatorio en la intervención hacer una referencia a la fraternidad entre el Movimiento de las Fuerzas Armadas portuguesas y la Unión Militar Democrática española. El ejercito español tenía muchas diferencias con el portugués. La más importante era que no estaba enfangado en una guerra colonial, que muy probablemente fue el detonante esencial para que el 25 de abril de 1974 triunfara como lo hizo la revolución de los claveles. El conflicto del Sahara, siendo importante, no podía compararse con las guerras coloniales portuguesas, aunque la descolonización de ese territorio estuvo determinada claramente por los intereses geoestratégicos de Estados Unidos que no podía dejar que apareciera en el norte de África un país independiente aliado con una Argelia que jugaba un papel importante en el movimiento de países no alineados. El 2 de noviembre de 1975, con Franco con un pie en la tumba, Juan Carlos, que en pocas semanas sería rey, acudió al Aium como Jefe del Estado en funciones para asegurar que se garantizarían los derechos del pueblo saharaui mientras un representante suyo pactaba en Washington con Kissinger la entrega del Sahara a Marruecos a cambio del apoyo de Estados Unidos a su monarquía. A pesar de las numerosas resoluciones de las Naciones Unidas pidiendo la retirada de Marruecos y la organización de un referéndum, el pueblo saharaui sigue esperando una solución a ese conflicto.

 

El envío al Sahara de militares demócratas a modo de castigo no impidió que se formase en el seno del ejercito una organización clandestina, la Unión Militar Democrática que no pretendía un golpe como el del 25 de abril, sino impedir a los sectores ultras del ejercito caer en la tentación de una involución que evitase la llegada de la democracia. Como decían ellos trataban de “mojarles la pólvora”. El éxito del 25 de abril alertó a los norteamericanos que se pusieron en marcha para evitar una profundización de la democracia en Portugal y que en España ocurriese algo parecido. Había contactos clandestinos entre la UMD y el MFA y el 29 de julio de 1975 la cúpula de la UMD fue detenida. El sector más ultra del ejercito sopesó la posibilidad de asesinar a todos ellos y hacer pasar el atentado como una acción de la ETA. Afortunadamente ese disparate no se llevó a cabo. Fueron sometidos a juicio, condenados a penas de cárcel y expulsados del ejército. Estaba previsto que detuviesen a diez personas, pero solo lo hicieron con nueve porque uno de ellos estaba fuera de España, de vacaciones, cuando se produjo la detención. Fue el capitán de aviación José Ignacio Domínguez que acabó acogido en Portugal y protegido por los capitanes de abril. El teniente coronel Vasco Lourenço lo recuerda muy bien.

 

En los 50 años pasados desde la revolución de los claveles la globalización neoliberal ha producido un enorme aumento de la desigualdad, no solo en los llamados países centrales, sino de modo muy dramático en África y América Latina en los que un nuevo colonialismo ha generado pobreza y violencia que obligan a migrar a cientos de personas, muchas de las cuales mueren en el intento de llegar a países en los que esperan encontrar una vida mejor y otras muchas son explotadas en ellos, de forma dramática los niños. Ante esta dura realidad tanto los Estados Unidos como la Unión Europea han reaccionado cerrando fronteras con no poca hipocresía. La Unión Europea aprobó en 2008 la llamada directiva de retorno o de la vergüenza, que permite las expulsiones de inmigrantes irregulares y los internamientos en centros equivalentes a una cárcel. En mayo de 2025 los 27 acordaron un pacto de migración y asilo con distintas medidas para endurecer la acogida de personas expulsadas de sus países por el hambre o la persecución social y política.

 

No era ese el espíritu de la Revolución de Abril, por eso tiene razón Vasco Lourenço cuando dice que acabar con esta irritante desigualdad merece un nuevo 25 de Abril. Porque, como concluye la Carta de Lisboa:

 

“Las revoluciones no mueren, cambian. Abril subraya la importancia de la memoria como pilar esencial de la democracia. La revolución nació del deseo de paz, de poner fin a una guerra colonial que mató a miles de personas en todos los frentes y bandos. La movilización popular que caracterizó la Revolución de los Claveles es una advertencia perenne a la izquierda y a los progresistas de que la democracia no es un hecho, sino una conquista permanente que requiere vigilancia, acción constante y un lenguaje innovador, incluidas las especificidades del entorno digital y su potencial para la libre circulación de mentiras fabricadas. Esta disputa debe basarse en ideas prácticas e iniciativas normativas renovadas.

Frente a las amenazas que se ciernen sobre el planeta y la humanidad -en particular la pesadilla del fortalecimiento de las ideas de extrema derecha en las últimas décadas, el cambio climático producido por el sistema del capital y las incertidumbres generadas por la influencia de las redes sociales en las formas de sociabilidad-, el legado de Abril nos motiva a afrontar estos desafíos con valentía, tolerancia e imaginación para soñar y construir un mundo mejor.

Las conquistas y la democracia que el pueblo ha construido no serán destruidas por las diferentes formas de opresión reproducidas por el neoliberalismo. La memoria de abril debe reforzar nuestro compromiso con la promoción de los derechos fundamentales, cuyas semillas la revolución portuguesa esparció por el mundo como el romero.

La democracia que hemos construido y que queremos profundizar no se limita a los procesos electorales. Se trata de reconocer que la democracia debe estar vinculada a la garantía de los derechos. Garantizar la seguridad, la alimentación, la educación, la vivienda, el trabajo y la democratización de los medios de comunicación. Debe estar vinculada a la eliminación del racismo y de cualquier forma de segregación. Solidaridad y acogida justa de los trabajadores independientemente de su origen, tolerancia religiosa, igualdad de género radical, reconociendo los feminismos, porque corresponde a las mujeres generar vida y cuidados en el mundo.

Nos reunimos en la casa de los recuerdos y las ideas de José Saramago. Y es sobre la influencia y los valores del legado de Abril que nos planteamos el desafío de construir un nuevo mundo de paz, abundancia y esperanza. Avancemos en la lucha por los ideales de otro mundo posible”.

 

 


 

 

 

 

 

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